Segundo editorial. El fútbol y la danza de los millones | El Nuevo Siglo
Sábado, 26 de Agosto de 2017

A escasos días de que termine el mercado de fichajes en el fútbol europeo es claro que las transacciones millonarias inéditas que se han realizado para adquirir los servicios de jugadores como Neymar o Dembelé marcan un punto de inflexión sobre el futuro del balompié.

Cifras astronómicas como los 222 millones de euros pagados por el París Saint Germain al Barcelona por el astro brasileño o los 105 millones de euros desembolsados ayer por el club catalán para adquirir el pase del joven jugador francés que militaba en el equipo alemán Borussia Dortmund, no serán un hecho aislado. Todo lo contrario, de ahora en adelante las negociaciones de los jugadores, ya sean de postín o jóvenes promesas, tendrán esa clase de costos, lo que jalonará la cotización del resto de los futbolistas, sean o no estrellas. Eso es imposible de frenar ya.

El debate en Europa está encendido. Hay quienes consideran que este deporte, como muchos otros, está sometido a las reglas de la oferta y la demanda en materia de construcción de nóminas, y que así como años atrás eran unos los clubes que mandaban en el mercado de fichajes, porque tenían más dinero, ahora hay otros equipos con ese músculo financiero y ello no se puede considerar un delito ni una trampa.

Pero, por otro lado, están quienes hablan del llamado “fair play financiero” en el fútbol, bajo la tesis de que no se puede hablar de equilibrio deportivo cuando los dueños de unos equipos tienen que competir contra multinacionales o multimillonarios que han comprado clubes de mediano o alto nivel en España, Italia, Francia o Inglaterra.

¿Quiénes tienen la razón? Es muy complicado porque hay argumentos sólidos de lado y lado. Sin embargo, lo importante en todo caso es que, en el terreno deportivo, ese desequilibrio en materia de poderío financiero no afecte el juego limpio. Total, en todas las ligas futbolísticas del mundo hay equipos grandes, medianos y chicos, y esa realidad no va a cambiar por más que algunos utópicos del deporte consideren que se deben reformar las reglas para asegurar la competitividad promedio y la posibilidad de triunfo de todos.

 

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