Otra guerra, no | El Nuevo Siglo
Jueves, 1 de Septiembre de 2016

EL  regocijo por los asomos de paz tiene filtraciones claras de preocupación entre habitantes de zonas golpeadas por las Farc en distintas épocas, por secuestro de adultos, producto de extorsión económica, además de retención de menores para ir a filas.

En Caquetá, Huila y Meta, la inquietud ciudadana se mantiene para establecer el paradero de los suyos, por incumplir o negarse a pagar la denominada ´vacuna´. En otros casos, tomados de manera directa, en las fincas y residencias.  

Los hechos por los que averiguan, según testimonio de familiares, ocurrieron entre hace 5 y 8 años. Nunca tuvieron una respuesta oficial de investigaciones, previa denuncia, hecha ante autoridades civiles y militares.

Ahora se revive el interrogante por las indagaciones a alcaldías y solicitudes a la guerrilla, hechas a través de emisoras de radio en esas zonas. Afirman que inclusive, hubo pagos estando sus familiares en poder de los armados.

Padres y hermanos de menores forzados a integrar filas guerrilleras, tienen igual expectativa sobre su entrega.

Los familiares han recibido llamadas de sus menores, quienes aun estando en esa organización, se manifiestan confiados en que serán dejados en libertad y esperan que el acuerdo de negociación los favorezca.

Es apenas válido hacer eco de esta situación, nada extraña para la ciudadanía, conocedora de los episodios vividos en los tres departamentos, con características similares en economía y vida comunitaria, todos vapuleados por extorsión y crimen.

Ahora que comienza a digerirse el contenido del acuerdo, junto con la vigencia de la declaratoria del Gobierno para el cese bilateral y definitivo, del fuego y hostilidades, es el momento para la liberación de menores y la entrega de secuestrados, de los que nadie habla en la plataforma de Gobierno Nacional. Es la ciudadanía la que debe mantener activa esta exigencia.

Alrededor del acuerdo debería llenarse el espíritu ciudadano de sentido humanitario, en actividad pública y privada. Los mensajes de paz y las palabras en pro del entendimiento deben corroborarse con gestos en verdad humanos.

No puede pasar inadvertido que la Fiscalía General de la Nación avance investigaciones sobre varios delitos que, pese a estar previstos para esclarecimiento en la Justicia Transicional, también se puedan despejar desde ahora.

El plebiscito es válido, cualquiera que sea el resultado. El país espera paz, reparación, entrega de menores forzados a filas y liberación de secuestrados. Aun así, de no cumplirse esto, otra guerra no se quiere. Se teme que la desaten obsesivos opositores al acuerdo.