En modo paz | El Nuevo Siglo
Martes, 30 de Agosto de 2016

Con la firma del Acuerdo final en La Habana, el pasado 24 de este mes, los colombianos empezamos a sintonizarnos con el futuro que nos habrá de deparar, estamos ahora en modo paz. Resultó providencial que la fecha de la realización de la Cumbre do Gobernadores coincidiera con el día después de este magno acontecimiento. Al decir de Federico Engels, hay años en los que sólo transcurren días de historia y hay días en los que transcurren años de historia, estos últimos días han sido de esos cargados de años de historia.

Con la firma del Acuerdo final  concluyen las negociaciones que se prolongaron por espacio de tres años y medio, para dejar atrás más de 52 años de confrontación armada por la que el país nacional ha pagado un alto precio en vidas humanas. Firmado este Acuerdo, gramaticalmente no estamos hablando de un punto seguido, ni siquiera de un punto aparte, sino de un punto final a la pesadilla en que se les convirtió esta guerra a los colombianos, que sin distingo de raza, credo o religión la hemos padecido.

Bien dice Adriana La Rota que “con todo lo que abominamos esta guerra, nos cuesta trabajo imaginarnos vivir sin ella…Frente a la disyuntiva de un pasado horrendo pero conocido y un futuro incierto que exigirá algo nuevo de cada uno de nosotros, el miedo está jugando un papel. Entendamos eso y no dejemos que sea el miedo el que tome la decisión”. Es entendible, entonces, que no sean pocos quienes, como en la Ley de la atracción, se aferran al pasado como el náufrago al madero y prefieran seguir llorando sobre la sangre inútilmente derramada.

No obstante, como lo afirma magistralmente el escritor William Ospina “al final de las guerras, cuando éstas se resuelven por el diálogo, hay un momento en que se alza el coro de los vengadores que rechaza el perdón, que reclama justicia. Pero los dioses de la justicia tenían que estar al comienzo para impedir la guerra. Cuando aparecen al final, sólo llegan para impedir la paz. Después de una guerra de 50 años, es tarde para los tribunales”. Qué le vamos a hacer.

Saludamos el advenimiento de este nuevo escenario, el del post-acuerdo, que deberá pasar primero por el cedazo de la refrendación popular del Acuerdo final a través del Plebiscito, en el que, como lo sostiene el Padre Francisco de Roux, “lo que está en juego no es el futuro del Presidente Santos, ni el futuro político del ex presidente Uribe, ni el futuro del ELN, ni el futuro de las Farc, sino la posibilidad de que podamos vivir como seres humanos”. Y una reflexión final: para alcanzar la paz no basta con desarmar a las Farc también hay que desarmar los espíritus y, algo muy importante, desengatillar la lengua, ¡que siempre habla de lo que abunda en el corazón!

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*Director ejecutivo Federación Nacional de Municipios