Giraldo, a la conquista de la montaña más alta del mundo | El Nuevo Siglo
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Domingo, 21 de Julio de 2019
Redacción Deportes

En su reto de alcanzar las “7 Cumbres”, la montañista manizaleña, Ana María Giraldo, se alista para alcanzar su sexta cumbre, desafío que cumplirá a inicios de agosto, escalando la montaña insular más alta del orbe, el monte Carstensz, que representa el pico más alto de Oceanía, a 4.884 msnm.

De las “Siete Cumbres” más altas del mundo la montañista colombiana ya ha escalado cinco, el Everest, en Asia (8.848msnm); el Aconcagua, en América (6.962msnm); el McKinley, en el círculo Polar Ártico (6.194msnm); el Kilimanjaro, en África (5.894msnm), y el Elbrús en Europa (5.642msnm).

Ahora, gracias al patrocinio de la Industria Licorera de Caldas, y el apoyo de la Secretaría del Deporte de Caldas y Normandy, el reto será ascender al Monte Jaya, también conocido como Monte Carstensz o Pirámide de Carstensz, la montaña más alta de Oceanía, en la isla de Nueva Guinea. Es el pico situado en una isla más alto del mundo. Se encuentra en las montañas Sudirman, al oeste de la zona montañosa de Papúa, la mitad oeste de la isla principal de Indonesia, una zona frecuentemente agitada por terremotos y maremotos.

Allí, la deportista subirá más de 4.000 metros, y escalará una pared de roca, desafiando el frío, la humedad y la lluvia de esta región tropical del planeta, circunstancias que sin duda dificultan el ascenso.

El reto ‘7 Cumbres’ es unos de los mayores desafíos a nivel deportivo, no solo por la logística necesaria para llegar a cada cima, algunas ubicadas en lugares tan remotos como la Antártida y Papúa Nueva Guinea, sino por las diferentes habilidades físicas y técnicas que plantean los ascensos sobre hielo, nieve y roca.

“El mayor reto de acuerdo con mi experiencia personal en las cumbres alcanzadas ha sido el manejo de las emociones; la capacidad para sobrepasar dificultades; el trabajar con otros desde entender las diferencias; la toma de decisiones y el aprender a disfrutar cada momento de las expediciones, aún aquellos en los que las cosas no salen como lo habíamos planeado. En definitiva las siete cumbres más que siete cimas para tomarse fotografías, representan un camino que ha sacado lo mejor de mí”, argumenta Ana María Giraldo.

“Como en todo reto hay riesgos, y en esta oportunidad hay varios, el primero tiene que ver con el orden público de la región, por lo cual la aproximación a la montaña debe hacerse en helicóptero por temas de seguridad; otro es el factor climático, por tratarse de una de las zonas más húmedas y lluviosas del planeta, lo cual puede retrasar la escalada, incluso, puede pasar que lleguemos al campamento base y nos toque regresar.

Durante la escalada, otro de los riesgos que Ana María deberá enfrentar será el riesgo de caída por la elevada inclinación de la montaña -que es casi vertical- por cual, la colombiana deberá ascender con cuerdas fijas, lo que implica un sistema adicional de seguridad; también, está presente el hecho de perder la conciencia del paso a paso por la exigencia física y mental, lo que puede llevar a cometer un error que provoque un accidente; y finalmente, el factor miedo, que se apodere de nosotros, que esa falta de piso nos paralice y nos impida avanzar”, precisó Ana María Giraldo.

Ana María lleva al menos dos años preparándose en diferentes frentes y con intensas rutinas de acondicionamiento físico, largas jornadas en el gimnasio, trote, bicicleta, muro de escalada, y una adecuada y balanceada alimentación que combina con suplementos dietarios, con el fin de cumplir este reto, para convertirse en la primera mujer colombiana en lograrlo. Esta sexta cumbre en especial representa un objetivo muy importante para la manizalita, pues retoma después de un receso de seis años.

La atleta intensificó su preparación en aspectos clave como entrenamiento en altura, (que los ha realizado en las rocas de Suesca-Cundinamarca de la mano de Juan David Mejía),  enfocada en ejercicios de equilibrio y movimientos de escalada. “El manejo de la respiración también es muy importante. “Se trata de tener un ritmo pausado y constante y de hacerlo conscientemente para tener el control y estabilizar el cuerpo”, expresa la montañista.