Uribe, ¿presidente del Senado? | El Nuevo Siglo
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Viernes, 13 de Julio de 2018
Redacción Política
El 19 de julio la bancada del Centro Democrático se reunirá y escuchará del expresidente la determinación que tome acerca de la posibilidad de ocupar la dignidad que le corresponde a su partido

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Por qué sí

 

1. El más votado

De entrada hay que decir que tiene derecho a presidir el Senado al ser el congresista de esa corporación con más alta votación registrada el 11 de marzo (872.957 sufragios), por encima de Antanas Mockus (540.205), Jorge Enrique Robledo (225.937), David Barguil (139.036) y Arturo Char (126.587), para citar solo los cinco primeros.

 

2. Primera legislatura es clave

El desarrollo de la primera legislatura, que va del 20 de julio de 2018 al 20 de junio de 2019, es vital para el nuevo gobierno, con mayor razón si no hay reelección, toda vez que en ese primer año se definen los platos fuertes de la gestión, como el Plan de Desarrollo y el Presupuesto, pero también temas anunciados por el presidente electo Iván Duque como las reformas tributaria y a la Jurisdicción Especial de Paz (JEP).

Este contexto requiere en la presidencia del Senado alguien como Uribe, en su doble condición de experimentado congresista y probado estadista.

 

3. Experiencia única

Precisamente lo anterior deja al descubierto que sus copartidarios, varios de ellos con demostrada capacidad legislativa, carece de la experiencia de Uribe, quien ejerció la Presidencia de la República durante ocho años y completa doce en el Senado (ocho entre 1986 y 1994, y cuatro entre 2014 y 2018).

 

4. Influencia indiscutible

Pero además de la experiencia, Uribe es líder indiscutible, no solo de su partido (lo que ya de por sí es una perogrullada), sino las colectividades que conformarán la coalición de gobierno.

Y más aún: entre sus contradictores es un claro referente para oponerse a las ideas y las prácticas que él encarna.

 

5. Sin ‘ambiciones políticas’

Al haber ocupado las más altas dignidades del Estado, se trata de un dirigente del que se puede decir que no tiene ‘ambiciones políticas’, en el sentido de que otros dirigentes tienen en la mira una presidencia del Senado o de la Cámara dentro de su plan de superación personal para alcanzar aún mayores metas.

 

6. Veto a la reelección

Como ya se volverá a comentar, aunque volver a la Casa de Nariño no hace parte de su programa ni del de su partido, es sabido que entre sus copartidarios no son pocos los que quisieran adelantar una reforma constitucional para revivir la reelección con nombre propio.

Pues con Uribe en la presidencia del Senado es más que seguro que ese tema quedará vetado (al menos congelado mientras ostente la dignidad).

 

 

Por qué no

 

1. ¿Y la renovación?

Una tarea que emprendió Uribe al conformar el Centro Democrático como partido y en particular las listas para elegir la bancada del Congreso es la de renovar la política.

En esa labor el Centro Democrático puede anotarse un éxito con la llegada de Iván Duque a la Casa de Nariño.

Así que podría ser tomado como una contradicción que a la hora de designar a nombre del partido un candidato a la presidencia del Senado esa investidura recayera en Uribe.

 

2. ¿Quién está al mando?

Por la misma razón que, sin que haya duda de que Uribe es el líder natural del Centro Democrático, el exmandatario ha delegado la dirección del partido, es que se piensa que no sería prudente que asumiera la presidencia del Senado.

Habría que cuantificar qué tanto de la campaña tuvo que dedicarse a rebatir la idea de que Duque era un ‘títere’ de Uribe; infortunadamente, el hecho de que quien ostente la primera magistratura de la Nación tenga a su jefe político presidiendo el Senado puede enviar un mensaje equivocado sobre quién es el que está al mando.

 

3. Polarización innecesaria

Como se mencionó, Uribe es un referente para la oposición al gobierno de Duque, por lo que su presencia en la presidencia del Senado podría llevar a una polarización innecesaria que podría dificultar los consensos que requieren algunos temas.

Máxime cuando en la oposición habrá un pulso para aprovechar de la mejor manera los resultados de las elecciones presidenciales de cara a los comicios regionales y con el objetivo de ser alternativa de poder en 2022. ¿Y cuál será el referente para posicionarse en contradicción al gobierno de Duque? Uribe, dificultándole su función como presidente del Senado.

 

4. Procesos judiciales

Otro aspecto que podría ser problemático para el gobierno es el cúmulo de procesos judiciales que está afrontando Uribe, particularmente durante su gestión como gobernador de Antioquia.

 

5. Cambios a la JEP

Para algunos observadores quién podría ser mejor presidente del Senado que abordará las correcciones de la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP) que el propio Uribe, tan crítico como ha sido de ese aspecto, como de muchos otros del proceso de paz.

Pero con ese mismo argumento se podría llamar la atención de que al gobierno podría convenirle alguien que pueda lograr más consensos para tramitar los cambios en el Congreso.

 

6. ¿Él quiere?

Finalmente, la principal ‘contra’ es que el propio expresidente Uribe le tiene ‘jartera’ a asumir un rol que no solo puede representar un desgaste político, sino personal, pues la presidencia del Senado no es solo para dirigir las plenarias, pues también implica una gestión administrativa.