Pescadería Municipal, bocados de mar en la sabana bogotana | El Nuevo Siglo
Foto cortesía
Sábado, 21 de Julio de 2018
Fabián Giraldo A.

PESCADERÍAS EN Bogotá abundan, hay calles en barrios como el Restrepo, locales en la mayoría de plazoletas de centros comerciales y afamadas cadenas que han hecho de los manjares de mar y río el baluarte de su oferta pero, seamos honestos, hay mucha sobreactuación en precios y montajes y en buena cantidad de veces, poco esfuerzo y desarrollo de una propuesta que sea no solo deliciosa, sino además coherente.

Por eso, encontrarse un tesoro como la Pescadería Municipal, resulta todo un acontecimiento. Deleitarse con la experiencia de encontrar caminando en una calle periférica de la archifamosa Zona G – donde abundan los grandes restaurantes y habitan hasta estrellas Michelín – a un pequeño local que, con cierto descaro y coquetería inteligente, ofrece un universo desde la sencillez del nombre.

Ubicado sobre la calle 65 con 4A, Pescadería Municipal aparece como un restaurante necesario que, sin artilugios, ni efectos, hace homenaje al producto y a la ancestral labor de la pesca artesanal. Este pequeño local es, pues, una gran plataforma para conocer la vastedad de posibilidades que los mariscos y pescados pueden ofrecer porque, sin querer sonar fastidioso, una pescadería es mucho más que una cazuela (con el respeto por la historia y delicia que representa este platillo).

Coherencia, el secreto

Uno de los más grandes aciertos de este nuevo restaurante es su coherencia, su apuesta por, en un mercado de producciones masivas e importaciones abundantes, apostarle al producto local, artesanal y extraído sin impacto ambiental.

El restaurante ha logrado un equilibrio entre su identidad y la oferta. Al recibir la carta se lee claramente que cada pescado servido en este espacio es resultado de un trabajo mancomunado con pescadores artesanales del Pacífico y la frescura en cada bocado servido así lo comprueba. No hay otro camino, amigo comensal que el de exigir a los restaurantes donde comemos, que tengan una conciencio y coherencia alrededor del impacto de la pesca. Pescadería Municipal lo hace y chapó para ellos.

Increíble lo que han logrado en este restaurante. Una comida donde cada bocado es transparente y la frescura habla es un ‘must’ en Bogotá. Mientras pagamos millonadas por un buen ceviche o nos defraudamos por sabores mediocres a precio de bolsillo, la Municipal es un bálsamo necesario para olvidarnos de que solo se come mariscos en el Día de la Madre.

Cada día, a la cocina del restaurante llegan kilos de pescado fresco, maravillosamente cuidado, donde cada bocado sabe a mar, donde se siente frescura y calidad en la maestría del chef para lograr platos que no solo son sublimes, sino que hacen honor a dos de las cocinas más ricas del mundo: la colombiana y la peruana.

¿Qué hay para comer?

El menú de Pescadería Municipal es una fiesta: cocina tradicional colombiana, manjares de la cocina peruana y sabores de la calle inteligentemente.

La carta del Municipal se divide inteligentemente en ceviches, al fuego, callejero, fuertes y postres. En la carta de ceviches es imperdible el de la casa, el power (una inteligente mezcla de corvina, tempura de calamar, maíz, salsa criolla y una leche de tigre de rocoto que es una fiesta). En la carta de fuego hay una deliciosa mezcla de sabores criollos y de la cocina del mundo como el taco emperador (hecho a base de pescado, guacamole, suero costeño y frijol negro) o el mixto de mar, que no es otra cosa que una jalea de mariscos. Una delicia que urge acompañar con el ají de la casa.

En la carta de comida callejera, urge probar el sánduche de chicharrón de pescado. ¡Tremendo manjar! Cada bocado es una fiesta de mar en sabores donde el pan sirve como la cama perfecta para las delicias bien ejecutas del pescado perfectamente frito que armoniza sutilmente con una salsa tártara y huancaína que llenan la boca de placer.

De los fuertes es un imperativo probar el encocado de mojarra. Qué maravilla la forma en que reinterpretan una receta tradicional para acercarla al paladar actual. Un manjar sutil, inteligente, redondo, que se convierte en una fiesta de bocados que es indispensable para entender que Colombia es pura sabrosura.

Hora de la conciencia

Más allá de invitarlos a probar este restaurante, que es maravilloso, dicha sea la verdad, la invitación urgente es a la conciencia sobre nuestro mar. Es momento de comer pescado, pero sobre todo, de comer pescado colombiano.

En todo el país hay un trabajo impecable alrededor del pescado y apoyar restaurantes como el Municipal es abrir las puertas a que Jose, el que se levanta cada día a las 3:00 de la mañana a montarse en una barcaza para traer el mejor pescado a tierra para que los que habitamos las tierras sin la felicidad del mar, tengamos un bocado de la fantasía del mar.

Chapó para la Pescadería Municipal, Chapó para el mar colombiano y chapó para nuestros pescadores artesanales.

Para concluir, aplauso para el equipo de trabajo. Coherentes, muy carismáticos y dedicados. La pescadería Municipal es nuestro pedazo de mar en los Andes

 

giraldo.alzate@gmail.com