Pequeñismo | El Nuevo Siglo
Martes, 3 de Julio de 2018

“Tenemos dirigentes que piensan en chiquiteces”

Estamos en pleno campeonato mundial de fútbol, Rusia 2018. Eso significa que todas las miradas del mundo confluyen en ese enorme país. Más de un millón de visitantes dicen las estadísticas que recibirán por, o a causa del mundial y que se suman a los que ya tienen ese lugar como destino turístico.

Pero no son solo las hordas de hinchas, gastones y comprones que siguen a las selecciones nacionales de sus respectivos países, sino la cantidad de negocios que se celebran o acuerdan en medio de las celebraciones de los fastos futbolísticos, con empresas o por empresarios del país anfitrión. Y la imagen del país como destino seguro de millones de personas.

Recibir la sede de un campeonato no es tarea fácil. Se requiere un gran trabajo de relaciones públicas y de propaganda del país para posicionarlo como sede creíble de un evento de semejante tamaño, inversión y riesgo. Un campeonato del mundo de fútbol pone a prueba todas las infraestructuras del país. La de seguridad es la primera. La de transporte, aéreo y terrestre es la segunda y por supuesto las de hotelería, servicios y comunicaciones son las restantes.

A veces toda esa infraestructura existe en los países que optan por las sedes, como Qatar que lo hará en el 2022. EE.UU.A, Canadá y México acaban de recibir la del 2026. No todos gozan de instalaciones, servicios y seguridad al 100%, pero se les otorga el honor porque se confía en que serán capaces de lograr ponerse a punto en el lapso que les falta para el partido inaugural.

Es lo qué pasó con la República de Colombia cuando se le concedió el honor de hacer el de 1986.  Estábamos cortos de infraestructuras (seguimos estándolo), pero en lugar de asumir el reto y embarcarnos en una transformación necesaria del país que nos llevara hacia la modernidad tantas veces aplazada, preferimos seguir viviendo en los caminos de herradura que llamábamos “carreteras” y en las pequeñas carreteras que llamamos autopistas.

Nuestra clase dirigente, siempre tan cortoplacista y tan pequeña de mente, esta vez liderada por el Presidente Belisario Betancur, decidió renunciar a la sede. Y lo hicieron señalando que teníamos necesidades de hospitales, escuelas y carreteras y que por ello no se podía “gastar” en el Mundial. Obviamente nunca construyeron más hospitales, escuelas y carreteras y en contrario perdimos una oportunidad histórica de insertarnos en lo que ahora llaman globalización.

Esos son los dirigentes que tenemos y seguimos teniendo, gente a pesar de la cual se ha progresado lo poco que se ha alcanzado. Gente que, como les dijo el Papa a los jóvenes en su reciente visita, sólo piensa “en chiquiteces”. No vuelan alto y por supuesto no dejan que el país lo haga. Aeropuertos que se quedan pequeños a los 5 años, puentes de un solo carril, puertos sin acceso decente o inexistencia de trenes, son parte de sus “ejecutorias”.

Son los mismos que reeligen cada cuatro años, porque como decía un político nacional, los países tienen los dirigentes que se merecen. 

@Quinternatte