Nuestra riqueza hidroeléctrica | El Nuevo Siglo
Sábado, 14 de Julio de 2018

Los países montañosos que cuentan con corrientes de agua en sus zona altas son potencialmente aptos para desarrollos hidroeléctricos, los cuales no son cosa distinta al de aprovechamiento de las caídas de agua para que muevan turbinas y éstas, a su vez por medio de ejes y trasmisiones debidamente calculadas, están en capacidad de mover los generadores, los cuales a su vez son los que producen energía eléctrica. Ésta, una vez generada, es distribuida para ser consumida y utilizada para el desarrollo. Este proceso que se ha descrito en forma tan sencilla es en esencia lo que constituye la generación de energía hidroeléctrica, que, como ya se dijo, no es otra cosa que la utilización del agua, desde la altura, como agente motriz de los generadores a través de las turbinas que con el movimiento que del agua caída desde una altura dada, se mueven.

Nuestro país, si así puede decirse, es un territorio afortunado pues cuenta con la enorme cordillera de Los Andes que en Colombia se trifurca en tres: la Oriental, la Central y la Oriental que discurren en el país de sur a norte. Como una circunstancia de la naturaleza por las cimas de ellas circulan vías de agua que constituyen una gran posibilidad para desarrollos hidroeléctricos.  Muy buena parte de la generación eléctrica del país es de este origen, sin que se haya descuidado otros orígenes como son las termoeléctricas que básicamente generan calor, con carbón u otros combustibles.  Con estos se genera vapor de agua que también sirve para mover generadores los que a su vez son los elementos que producen energía.

Dicen los entendidos que la generación a base de utilizar la capacidad que tiene el agua orientando su caída desde las cordilleras suele ser la que menos cuesta, comparativamente con otras. No ha sido Colombia muy esquiva a los desarrollos hidroeléctricos, los cuales básicamente están compuestos de un sistema para captar el agua, digamos grandes represas que sirven para almacenarla en depósitos naturales, generalmente en sectores altos; se construyen diques o represas para confinar el volumen que se necesita. El agua se conduce para que ésta llegue a las turbinas acopladas a los generadores, que se colocan en lo que se ha dado en llamar la sala de máquinas. Se genera así la energía y como se dijo, se distribuye para ser utilizada por los consumidores. Este proceso para grandes desarrollos hidroeléctricos suele requerir sumas altas y tiempo de construcción.

A propósito de los costos y del tiempo, algunos estudiosos del tema han barajado los temas de las inversiones y el tiempo requerido para grandes desarrollos. Han propuesto y en algunos países lo han puesto en práctica, que los grandes desarrollos bien pueden ser reemplazados por proyectos más pequeños, con costos de construcción y tiempos de construcción menores que substituyan a los muy ambiciosos, eso sí, con un estupendo sistema de interconexión y con menores riesgos. Lo de Hidroituango, bien nos puede poner a pensar en estas ideas.