La izquierda no muere, no cambia, aparenta | El Nuevo Siglo
Sábado, 7 de Julio de 2018

El señor López Obrador ha llegado al poder en el segundo país más relevante de la américa Hispana. Lo hace después de 12 años, esto es, en su tercer intento para llegar a la Presidencia. Y lo hace con mayoría en el congreso federal y alzado por las nefastas acciones de un gobierno parasitario, insulso y desgastado del Partido Revolucionario Institucional (PRI).

Recordemos que, prácticamente desde la muerte del importado emperador Maximiliano I, hacia mediados del siglo XIX, en México desapareció el partido Conservador. Partido, -todo hay que decirlo-, anacrónico, monárquico y paquidérmico. Con la llegada de la revolución mexicana, desaparece la tiranía de Porfirio Diaz y aparece la tiranía del Partido Revolucionario Institucional (PRI) quienes gobiernan como partido único por cerca de un siglo, con resultados francamente desalentadores.

Ese fue uno de los “grandes” legados de la revolución mexicana: una tiranía partidista con apariencia de democracia, atornillada en el poder, sin posibilidad de cambio, de alternación y, lo peor, de mejoría. Y, aunque el Partido de Acción Nacional (PAN), de ideología demócrata cristiana (conservadora) se fundó en 1939, solamente hasta la década de los 90 empezó a tener verdadero protagonismo, alcanzando la presidencia en el año 2000.

Así, los socialdemócratas del PRI, los hijos de la revolución, los hombres de la reivindicación social y un largo etc..., perdían la contienda y México entraba a hacer parte de los países verdaderamente democráticos. Los radicales de izquierda, como López Obrador, aún no tenían cabida.

De esa manera, el pueblo mexicano daba muestras de civilidad, de apego a la libertad, a la iniciativa privada y al mercado libre y respetuoso de las personas, de su creatividad y de su ingenio. Daba muestras de creer en la gradualidad de los cambios, de amor a los límites propios del Estado de Derecho y de una aversión a un estado planificador, entrometido, todo poderoso y con tintes colectivistas.

Pero el adulador del régimen castrista, el defensor de ese régimen tiránico que mandaba a encarcelar y a fusilar a los opositores y a matar a los homosexuales, entre otras tantas barbaridades, promulgaba la “resistencia civil popular”, en calles y en la plaza pública. Una oposición “desde las bases” y con “el pueblo”. Una oposición que prometía, por fin, saborear las mieles de la revolución.

Ese adulador, ese abogado ideológico del socialismo, ese que tanto ilusionó con su victoria al Presidente Maduro, se conoce como AMLO. Esperemos que no le falle a su gente, pero su pasado, su doctrina y sus ídolos y amigos políticos, dejan mucho que pensar.

*Miembro de la Corporación Pensamiento Siglo XXI.

@rpombocajiao