En medio de lágrimas, Colombia le dice adiós a Rusia | El Nuevo Siglo
FIFA
Martes, 3 de Julio de 2018

 

La cuna del gigantesco Yerry Mina, que en un gol agónico puso el empate que llevó al alargue y los penales, fue el reflejo de una Colombia adolorida por la caída en Moscú en octavos de final: una montaña rusa de emociones que finalizó con una depresión profunda. 

El municipio de Guachené, en el deprimido Pacífico colombiano, pasó de ser un jolgorio al celebrar el cabezazo del defensor del Barcelona que ponía la paridad contra unos ingleses arrinconados a tener un ambiente fúnebre. 

"Fue una emoción indescriptible, histórico (...) Hay que seguir trabajando, seguir luchando, aquí no acaba todo", dijo Humberto Villegas, un agricultor de 51 años.

Más de un millar de guacheneceños vestidos de amarillo, azul y rojo colmaron la plaza del pueblo para corear con entusiasmo el nombre de su ídolo, el hombre de 1,95 metros de estatura que cerró su participación en Rusia como el goleador del equipo de José Pekerman con tres tantos.

Las sonrisas amplias se fueron transformando a la par de que se acercaba el fin de la prórroga. Y finalizaron en un silencio total, como si el lugar estuviera vacío, cuando el portero Jordan Pickford detuvo el penal a Carlos Bacca y Eric Dier anotó el disparo definitivo.

"En estos momentos la alegría está un poco opacada porque no se clasificó, pero mi corazón estalla de felicidad sabiendo que Dios me eligió a mí para la formación de ese gigante Yerry Mina", apuntó Seifar Aponzá, el primer técnico del espigado zaguero.

En Bogotá, a casi 500 kilómetros de Guachené, compartían las sensaciones.

"El problema fue el planteamiento y los cambios que hizo el técnico. Espero que cambien el entrenador", dijo entre lágrimas Juan Pablo López.

Cerca de este desencajado fotógrafo de 18 años un grupo de ingleses celebraba el paso a cuartos de final. Los visitantes respiraron tranquilos tras vencer en los penales, históricamente esquivos para los Pross.

"Pensábamos que íbamos a llegar a penalties e íbamos a perder, pero por fin pudimos terminar esa maldición", señaló Michael Phillips, de 28 años y trabajador de la embajada de su país en Colombia.

Aunque adoloridos, los colombianos sacaron a relucir su orgullo por la actuación de su selección. La fiebre mundialista llegó, incluso, a la Iglesia Católica. 

En la misa de este miércoles el padre Alirio López, conocido por trabajar con los hinchas de los equipos capitalinos por un fútbol en paz, rezó por los hombres de Pekerman.

"El fútbol es la religión del Siglo XXI, la única que no tiene ateos", declaró a la AFP.

Sin embargo, ni la fe ni la fuerza fueron suficientes: Colombia no pudo superar lo hecho hace cuatro años en Brasil (donde cayó en cuartos con los anfitriones) y regresará para decidir su futuro, quizá ya sin Pekerman, quien completó seis años en el banquillo tricolor.