Cabello como materia prima | El Nuevo Siglo
Foto cortesía
Domingo, 15 de Julio de 2018
Claudia Beltrán

VENDER el cabello en Bogotá no es algo tan sencillo como lo pintan. Se necesita un largo de 70 centímetros y que el pelo esté en excelente estado. En Bogotá recorrí tres lugares que compran cabello por la zona de la Iglesia de Lourdes y vi cómo muchas personas eran rechazadas por no cumplir con las condiciones que exigían los lugares.

Extensiones

Una familia abuela, madre e hija preguntan en Extensiones y estilos Black and White, un lugar especializado en extensiones de cabello y donde se pueden conseguir pelucas sintéticas. Allí compran pelo natural, aunque el sistema es más estricto que en otros lugares. Jackeli Montaño, encargada del lugar, empezó en el negocio del cabello desde los 13 años con su tía Nayibe, quien dirige una peluquería en Cali y le enseñó todo lo que sabe.

Según Jackeli “nosotros solo procuramos comprar cabello de 60 o 70 cm para las extensiones. Para evitar problemas con lo del robo de cabello, solo compramos cabello que no esté cortado y nos encargamos de eso aquí. Una vez que la persona acepta vender su cabello y se acuerda el precio, se firma un contrato, en el cual el vendedor acepta que la venta es iniciativa propia y que está contento con el acuerdo hecho.”

Se preguntarán que lugares compran cabello, pues son aquellos que lo usan como materia prima para la confección de pelucas o extensiones. En estos sitios las personas pueden donar o vender su cabello para que sea utilizado por otros.

Mientras hablo con Jackeli aparecen otras dos jovencitas, una de ellas desea vender su cabello. Se lo muestra a Jackeli, quien con metro en mano mide el largo del cabello, 65 cm es la medida. Ella le pregunta a la muchacha donde lo quiere cortar, la chica hace un gesto y se lleva las manos a la altura de la barbilla. Lo que hace que el tamaño disminuya a unos 63 cm. La chica pregunta cuánto le darían por eso y Jackeli le contesta que si quiere vuelva a las 2  de la tarde para que hable con la jefa.

Una persona que tenga un cabello bien cuidado y del largo de 70 cm, más o menos que llegue debajo de la cintura, puede venderlo hasta por doscientos mil pesos. El precio varía según la calidad, el largo y la cantidad, siendo posible apenas recibir unos veinte mil pesos.

Hollywood pelucas

Me despido y sigo el camino que recorrió la familia para buscar el otro negocio. Al entrar al lugar veo a Isabel Jiménez, gerente de Hollywood Pelucas, quien está atendiendo a un señor de unos 55 años. Él tiene un peluquín en las manos, el cual se está probando y dice “yo quiero uno que sea como mi pelo.” Finalmente no lo convence y sale del lugar.

Este negocio ha fabricado pelucas para personas que están bajo tratamientos de quimioterapia durante 16 años. Isabel Jiménez, gerente de Hollywood Pelucas, empezó como empleada en Barí, otro lugar icónico para el mundo de las cabelleras postizas, allí aprendió el arte de la elaboración de pelucas y motivada por las ganas de ayudar a las personas puso su negocio.

Isabel comenta que “diariamente aparecen como unas diez personas a vender su cabello, pero no se le puede comprar a todos. Depende mucho del estado en el que este el cabello.”

Ese día ya ha comprado tres cabellos y no ha tenido ninguna venta. Isabel asegura que “para hacer una peluca se necesita al menos el cabello de dos cabezas. El proceso requiere contar con el pelo, el cual debe ir amarrado muy bien por la parte donde se corta, sin mezclar la cabeza y la punta, y que esté en buen estado. Luego el cabello se pasa por una maquina plana que es especial y después en una armadora de codo.”

Mientras soy atendida por Isabel aparece una cliente que con recibo en mano viene por la peluca que encargó. No es un pedido para ella, sino para su hermana. Aun así la observa con cuidado y se la prueba para asegurarse que el producto que se lleva es de la mejor calidad y que cuando ella la use se vea totalmente natural. La peluca en color castaño, está diseñada para colocarse de derecha a izquierda, dejando la línea divisoria en uno de los lados de la cabeza. La clienta se la prueba pero siente que no se ve tan natural. Isabel le dice “yo siempre les recomiendo una que tenga capul así se ve más natural, pero hay gente que no le gusta. Sí quiere pruebe esta otra a ver como la siente.”

Para Isabel “es una alegría poder ver que las personas salgan con una sonrisa y felices. Nosotros no solo vivimos de esto sino que también donamos para la gente que las necesitas, por ello adelantamos una campaña anual, la cual promocionamos en nuestras redes sociales, en la que invitamos a las personas a venir al local que nos cuenten su caso y les fabricamos una peluca sobre medidas.”

Luego aparece una señora y pregunta si compran cabello. Luego saca una bolsa con un mechón de cabello de unos 50 cm. Ella asegura que es de su hija que lo tenía guardado y que se le había olvidado. Isabel lo revisa, el cabello se ve enredado y está mal cogido, parece un embrollo. La dueña se lo pasa a su compañera y determinan que no hay mucho con que trabajar. Le ofrecen 20.000 pesos a la señora y ella decide aceptarlos, aunque se nota en la cara su decepción.