Un nuevo mundo tenemos | El Nuevo Siglo
Domingo, 16 de Julio de 2017

Por fin, después de muchos aplazamientos pude satisfacer el deseo de conocer California con su mítico Silicon Valley, en las inmediaciones de San Francisco, donde se desarrollan desde hace décadas las transformaciones tecnológicas que vienen cambiando el comportamiento de la humanidad entera. 

Como profesor de economía, mis preocupaciones han girado sobre la forma de obtener el desarrollo económico, cautivándome desde siempre esta nueva vía al progreso impulsada por el avance de la tecnología que además genera mejores empleos y calidad de vida. 

Está claro que ese camino ha podido darse por la aplicación de una educación de alta calidad enfocada en aplicaciones prácticas de la ciencia, por el vigoroso trabajo de inteligentes emprendedores, por la activa presencia de inversionistas capaces de apostarle al riesgo en nuevos negocios, pero, además, por un Estado que ha sido capaz de crear un clima de negocios propicio y generador de riqueza, sin ahogar ni fatigar con altos impuestos a las nuevas empresas.

Quedamos asombrados en la vista guiada que hicimos con mi familia a la Universidad de Stanford, una de las mejores del mundo, por la belleza de sus cuidadas instalaciones y por el esmero en que se desarrolla en su bello campus su rigor académico. 

Recordemos que fue esa Universidad la que le dio el impulso fundacional a ese clúster y que muchos de sus profesores lo animaron desde sus cátedras y hasta  contribuyeron con la consecución de los terrenos donde pudieran establecerse las nuevas iniciativas y  donde pudieran también establecerse los incipientes empresarios de aquel mundo cibernético.

Pudimos comprobar cómo ese empuje fue imitado por otras Universidades públicas y privadas vecinas del entorno, haciendo hoy aportes relevantes tanto en lo científico como en lo organizativo y empresarial.

Posteriormente tuvimos el privilegio de visitar también como invitados la enorme sede de Facebook, en la calle Hacker, por cierto; empresa que en solo cuatro años pasó de tener cuatro mil empleados a los más de veinte mil de hoy.  

Desarrollando la visita en un día de semana, comprobamos cómo el ambiente laboral que se respira es muy relajado, semejando sus instalaciones un pequeño pueblo, con una amplia calle peatonal central donde almuerzan gratis con muy buena oferta gastronómica y se reúnen en grupos de trabajo especializados en pequeñas plazoletas y parques. 

Su estructura es completamente plana y todos evalúan públicamente en forma constante el trabajo por objetivos que desarrollan. Los nuevos desarrollos que lanzarán al mercado próximamente le facilitarán la vida tanto a las empresas como a las personas, enfatizando la conectividad mediante los teléfonos inteligentes que utilizamos todos.

No menos sorprendente fue la visita a Tesla donde pudimos comprobar los extraordinarios avances de sus autos eléctricos, ya cuasi robotizados. El desarrollo de sus sorprendentes baterías y motores les permiten desde ahora autonomías de recorrido hasta de 275 millas por carga.

Terminadas las visitas quedamos todos con la sensación que aquí tendremos que acelerar nuestra marcha al desarrollo si queremos que el tren del progreso no nos deje irremediablemente relegados.