¿Dos agendas en oposición venezolana? | El Nuevo Siglo
Foto archivo El Nuevo Siglo
Sábado, 22 de Julio de 2017
Redacción internacional
Esta semana la  Mesa de la Unidad Democrática hizo un paro, nombró  un gobierno transitorio y designó un Tribunal Supremo paralelo. Pero ya se empiezan a ver las dos corrientes que, al parecer, existen al interior de la dirigencia opositora.  Unos exigen que, con una corta negociación, el chavismo salga del poder de inmediato; otros, más mesurados, creen que hay posibilidad de lograr un agenda, que contenga elecciones generales en 2018. 

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La dirigencia opositora de Venezuela, impulsada por 7 millones y medio de votos en el plebiscito del domingo, presiona al gobierno de Nicolás Maduro con un gobierno transitorio, un paro cívico de 24 horas y el nombramiento de un Tribunal de Justicia paralelo.

Eso hace parte de su estrategia de desobediencia anunciada desde hace semana. Sin embargo, cada vez es más claro que en la oposición hay dos posturas frente a cómo de ser la eventual salida del chavismo del poder. Unos creen que es el principio del fin del gobierno chavista y llegó la hora de negociar una salida paulatina de Maduro. Otros, con una posición más dura, consideran que el gobierno intenta tomar un respiro y es el momento de exigirle que deje el poder ya y comience un nuevo orden democrático en Venezuela.

Estas dos visiones, desde que la oposición se sentó con el gobierno en una negociación fallida que terminó en diciembre de 2015, han estado presentes al interior de la MUD. Un sector menos abierto al eventual diálogo político desde entonces, incluso antes, ha dicho que la única salida es que el chavismo deje el poder, con escasas concesiones, y de inmediato.

Ese mismo grupo fue el que se opuso a que la oposición se sentara con los delegados de Maduro a negociar. Los partidos que hacen parte de este sector crítico son, en principio, Voluntad Popular, el de Leopoldo López, y otras colectividades minoritarias, que, se especula, no son tan cercanas al grueso de la Unidad Democrática.

Esta división, con el paso de los días, ya no es tan clara. Tras el poderoso resultado del domingo pasado, Fredy Guevara, vocero de Voluntad Popular y vicepresidente de la Asamblea Nacional, dijo que “estamos dispuestos a discutir sin manipulaciones si retiran la Constituyente”.

A diferencia de Guevara, Henrique Capriles, quien fue criticado por estar de acuerdo con el fallido diálogo de 2015, expresó que los venezolanos están esperando acciones más contundentes de las MUD. Porque, “si la dirigencia no escucha, el pueblo le pasará por encima”.

“Los roles, en principio, parecen haber cambiado, aunque pueda ser una conjetura apresurada que no representa, tal cual, las complejas divisiones al interior de la Unidad venezolana”
 

Los roles, en principio, parecen haber cambiado, aunque pueda ser una conjetura apresurada que no representa, tal cual, las complejas divisiones al interior de la Unidad venezolana.

Interpretación, acción

El domingo, en el plebiscito opositor, la tercera pregunta era: ¿Aprueba que se proceda a la renovación de los poderes públicos de acuerdo a lo establecido en la Constitución y a la realización de elecciones libres y transparentes, así como la conformación de un Gobierno de unidad nacional para restituir el orden constitucional?".

Los venezolanos, de manera afirmativa, votaron sí, sí, sí, frente a este punto (y, los demás). En lo corrido de la semana, la oposición ha adoptado una serie de medidas para que se haga realidad el pedido del “pueblo venezolano”.

Rodeado de los líderes de la Unidad, Julio Borges, presidente  de la Asamblea Nacional y miembro de Primero Justicia (un partido que reúne diferentes fuerzas políticas, entre ellas, exintegrantes de Acción Democrática, sigue vigente, y Copei, ya no existe) anunció la agenda de desobediencia civil: gobierno transitorio, paro cívico y nombramiento de magistrados del Tribunal Supremo paralelo.

Sin ningún problema, cada una de estas medidas se han hecho realidad. El martes la dirigencias opositora, encabezada por Henry Ramos Allup, especificó que el gobierno de transición será civil, democrática y tomará, como una de sus primeras medidas, acciones humanitarias para resolver el desabastecimiento de alimentos y medicinas.

El paro también  fue un éxito, según la dirigencia opositora. Iniciado antes de mediodía del jueves, el 85% de Venezuela se involucró en la parálisis del aparato productivo, financiero y económico del país. Lo trágico: seis personas murieron durante el desarrollo del mismo.

Igualmente, la Asamblea Nacional, de mayoría opositora,  designó 33 magistrados -13 titulares y 20 suplentes-, para fungir como altos jueces del Tribunal Supremo paralelo, ante el monopolio del chavismo al interior del  TSJ.

De momento, no hay duda que la agenda de la oposición se ha cumplido y seguirá esta semana para, inicialmente, bloquear las elecciones de la Constituyente de Maduro el 30 de julio. Pero, ¿este es su objetivo central e inmediato?

Sí, pero no es lo único. La oposición, sin ninguna duda, busca impedir que el chavismo imponga lo que denomina “una cubanización de Venezuela”. Pero, con ese eventual logro, de llegarse a presentar, lo que sigue divide a la dirigencia opositora.

Luis Herrera, columnista del periódico El Nacional, de Caracas, explica que existen dos agendas paralelas al interior de la MUD. Estas, en términos generales, son similares pero chocan en los medios bajos los cuales se lograría la eventual salida de Maduro de Miraflores.

La primera, adscrita a lo que dijo Henrique Capriles, de “escuchar al pueblo”, piensa que no hay otro camino que una salida negociada del chavismo, pero debe ser inmediata, con pocas concesiones y sin “falsas promesas”.

Según esta corriente, la Asamblea Nacional decretó a Maduro en “abandono del cargo” en enero de este año, por tanto, llegó la hora de elegir un gobierno de transición para que la Fuerza Armada se cambie de bando e inicie un nuevo orden democrático en Venezuela.

Los militares, sin embargo, no han dado indicios de darle la espalda a Maduro. Salvo rumores, algunas detenciones de generales, sobre todo retirados, y un hipotético montaje de golpe de Estado, los militantes siguen leales al régimen.

El viernes, en rueda de prensa, el general Vladimir Padrino anunció el “Plan República” como estrategia para garantizar la seguridad en la antesala a la Constituyente. Parece ser un escalamiento en las medidas contra los civiles opositores a los que llama “células terroristas”.

Bajo el entendimiento que las fuerzas militares siguen con Maduro, el sector moderado de la oposición ha insinuado que está dispuesto a negociar. Ramos Allup, su presunto vocero, replanteó el diálogo con el oficialismo en una declaración pública el jueves, de las misma forma que Guevara, quizá el político más vehemente contra el régimen, lo hizo.

Se especula que esta fracción, que parece mayoritaria al interior de la MUD, estaría dispuesta a negociar la salida paulatina de Maduro, exigiendo elecciones en 2018 y el cumplimiento de la agenda del fallido diálogo de 2015: liberación de presos políticos y apertura de un canal humanitario.

Todo esto, siempre y cuando la Constituyente, como dicen en Venezuela, “no va” (no vaya en este caso).

 

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