Eros y Tanatos | El Nuevo Siglo
Miércoles, 26 de Julio de 2017

El  tristemente célebre ex presidente Uribe tiene necesidad de expulsar de su inconsciente todas las intenciones de arbitrariedad y ejercicio del poder y, con estas manifestaciones, aplacar sus intimas amargadas pasiones. La adulación que lo regocija alimenta su espíritu narcisista.

¿Por qué acudir a este análisis, tomando como hecho de su objeto la discusión entre el Chalán del ubérrimo y su irónico contrincante Samper? Sencillamente, porque  las dos personalidades despiertan curiosidad acerca de su mentalidad, temperamento y sus causas.

La polémica distrajo la atención del público y, entre tanto, uno y otro de los protagonistas de la controversia, asumiendo que se trata de un acontecimiento trascendental, alegan en el escenario acerca del  grosero y mal intencionado cargo.

No cabe duda de que el Chalán, no equitador sino caballista, suele  satisfacer sus íntimos instintos, exhibiéndose cuando sentado en la silla toma tinto, una vez que montado ha dominado su bestia. En el mundo de la parábola se acostumbra decir que gobernar significa tomar las riendas del poder y someter al pueblo a la voluntad del cabalgador. Esta conducta tiránica suele tener causas profundas, conflictos emocionales que reclaman venganza indiscriminada por complejos recónditos y reprimidos.

En la otra esquina del cuadrilátero  está el hijo del autor de Cambalache,  heredero del sentido del humor de su familia.  Su talento se funda, básicamente, en el chiste. Una expresión inconsciente, a través de la cual se pone en  ridículo al sujeto a quien se critica, estilo al que desde autores griegos como Aristófanes se apela con inteligencia,  antes que utilizar las armaduras para vencer al contrario. El chiste es un juicio argumentado con humor y que,  por la misma razón, simplemente se burla  del error.

Son contrincantes  dos sujetos de personalidades radicalmente opuestas: Uribe y Samper. El discurso violento y agresivo del caballista atrae a una colectividad resentida que anhela la venganza, una comunidad violenta, siembra el odio; el humorista, con el chiste,  estimula una expresión de placer, la risa es manifestación  amiga de la  libido. De todas maneras,  cada uno hace política con sus actitudes. La diferencia estriba en que el chalán se apoya en sentimientos de muerte, destrudo, Tanatos y el escritor en Eros, la alegría. Dentro de la polémica, algunos de los opinadores traslucieron su identidad, se sumaron al uno y al otro y dejaron entonces entrever su agria o lozana personalidad. Al que le caiga el guante que se lo plante.

La historia registra un episodio que confirma este profano análisis sociológico y sicoanalítico. El asesinato de Jaime Garzón. El original periodista, cómico y actor, despertó la ira de muchos a quienes ridiculizó en sus humorísticos mensajes, ese fue en ultimas el motivo del crimen. Combatir con humor exige inteligencia, provocar la risa no es fácil. Matar si lo es, es una actitud de enfermos mentales que la única razón que tienen es la fuerza. Por eso a los locos miedo se les tiene.