Por una Bogotá segura | El Nuevo Siglo
Miércoles, 27 de Julio de 2016

Nada más difícil que recuperar los índices de seguridad urbana, más aún cuando fue más que evidente que en la anterior administración distrital las relaciones entre la Alcaldía y la Fuerza Pública no eran las mejores, dado que las ópticas distintas impidieron activar y mantener una política de acción más ágil y determinada para atacar los principales factores que afectaban la convivencia ciudadana y eran los motores, directa o indirectamente, de los delitos de alto impacto. Una prueba de ello es lo ocurrido con la reciente toma por parte de las autoridades del llamado ‘Bronx’, ese sector que por largos años se convirtió en el centro de operaciones de bandas de atracadores y traficantes de drogas en Bogotá. Una especie de ‘zona de distensión’ en pleno corazón de la ciudad que sólo pudo ser intervenida por las autoridades policiales de forma efectiva y a gran escala cuando asumió el alcalde Peñalosa. Hoy ese sector no sólo está en proceso de renovación social y urbanística, sino que las mafias que lo dominaban fueron desarticuladas. Incluso, los intentos por trasladar toda su actividad criminal a otros sectores del centro capitalino han sido respondidos con sendos operativos. Todo un golpe de autoridad que la ciudadanía urgía desde hace varios años y que, como se dijo, sólo fue posible por la conjunción de esfuerzos y objetivos entre el Distrito, la Fuerza Pública, la Fiscalía y otras entidades del orden local y nacional.

Acabar con las ‘ollas’ delincuenciales del centro de la ciudad es apenas una parte de la estrategia de seguridad urbana que se está aplicando en Bogotá. Una estrategia que, según el Distrito, está dando resultados tangibles, al punto que en el primer semestre de este año se redujeron los atracos en un 12 por ciento, algo que no ocurría en los últimos ocho años. Incluso, se trata de la tasa de disminución más alta en el país en ese lapso. Las localidades de Barrios Unidos, Teusaquillo, Ciudad Bolívar, Puente Aranda y Suba fueron las más beneficiadas con este menor índice de victimización ciudadana. Una mayor presencia policial, mejoras en la vigilancia electrónica y en dotación de equipos, tiempos de reacción más rápidos de la Fuerza Pública y el plan de choque para detener a los ladrones en el sistema Transmilenio hacen parte de las medidas aplicadas y que, a la luz de estas cifras, están dando resultados.

Sin duda se trata de primer paso en una misión que será difícil y larga. Pues así como es destacable la reducción de atracos, las mismas estadísticas muestran que se pasó de 82 robos diarios a 72, sin duda un número alarmante.

Es claro, y sería ingenuo negarlo, que la percepción de inseguridad entre gran parte de los bogotanos continúa siendo muy alta. De allí que por más que las cifras y encuestas muestren que otros delitos de alto impacto, como el hurto de teléfonos celulares, ha caído en un 41 por ciento este año, las gentes en las calles aún temen ser blanco de los ladrones en cualquier momento. Igual ocurre con otras reducciones en materia de hurto al comercio (29 por ciento), robo de motocicletas (8 por ciento, de  viviendas (5 por ciento) y de bicicletas (24 por ciento). Los homicidios, a su turno, cayeron en un 8 por ciento en el primer semestre, con porcentajes muy positivos en algunas de las localidades que en el pasado eran escenario de la mayoría de muertes violentas en la ciudad.

Sí, falta mucho para que la seguridad ciudadana se aclimate de forma definitiva. Está visto que a medida que se golpea con intensidad a las bandas delincuenciales de algunas zonas, éstas tratan de reactivarse en otros sectores. La clave para contrarrestar este fenómeno está en la acción continuada e ininterrumpida de la Policía y el trabajo no menos importante de jueces y fiscales para judicializar eficientemente a los cabecillas y criminales de base capturados, evitando que en cuestión de días o semanas estén de nuevo en las calles reincidiendo. Por igual, las estrategias de intervención para la rehabilitación social y económica de los menores de edad y adultos que cayeron en manos de la droga, deben redoblarse. Asimismo, tiene que trabajarse a fondo en la renovación urbanística de los sectores deprimidos que fueron intervenidos…

En fin, la tarea en materia de recuperación de la seguridad apenas comienza pero sin duda las cifras positivas de estos primeros meses evidencian que se trabaja en la dirección correcta.