Polémica alrededor de Mincultura | El Nuevo Siglo
Foto tomada de Caro y Cuervo
Jueves, 28 de Julio de 2016
Emilio Sanmiguel

Para dejar en claro las cosas, debo decir que estuve entre quienes aplaudieron el nombramiento de Mariana Garcés Córdoba como ministra de Cultura, hace seis años.

Pensé, sí, que su reticencia a estar en el centro del escenario, eventualmente podría actuar en su contra. Porque desde cuando fue nombrada secretaria general de Colcultura, durante la administración de Amparo Sinisterra de Carvajal en el gobierno de Belisario Betancur, daba la sensación de ser alérgica a los protagonismos que hoy son cosa del pasado, pue la antigua mano derecha de Amparo de Carvajal da la sensación de no apartarse ni un segundo de los reflectores que iluminan su “gestión”.

La ministra de Cultura es un personaje que cuenta con el beneplácito de una fracción importantísima de la vida nacional. Sobre eso no hay duda. Hasta acaba de ser elevada a los altares por María Lorena Gutiérrez, la antigua súper-ministra de la presidencia, y nueva embajadora en Alemania.

Sin embargo, las cosas no son color de rosa en el medio cultural, donde su gestión es duramente criticada. No muchas voces se hacen oír... o se atreven a elevar la voz En el pasado lo hizo el poeta Harold Alvarado, terminó demandado y el mensaje llegó muy claro a los tendidos de la plaza. Y no hablo de estar “vetado” en el Colón, porque hace un par de semanas el director del encantador teatrito me aclaró que esos eran inventos, alucinaciones, producto de no recibir ni un informe de prensa… digo yo.

Hoy se alzan otras dos voces, dos locos suicidas, pero que tienen autoridad por lo que es obvio, porque son personajes del mundo de la cultura. Del mundo de la cultura, no del de los medios, ni del social o del de los famosos que revolotea alrededor de la, ahora, mediática ministra: Yolanda Reyes censura en su columna quincenal la disparatada decisión de arrebatarle a los niños la sede de la casa Pombo, que tiene la desgracia de colindar con el polémico teatro Colón, y Nicolás Morales pone en tela de juicio las actuaciones de Garcés, un poco a raíz del asunto del Festival Iberoamericano de Teatro y su directora Ana Martha de Pizarro…

La casa Pombo pasará ahora a formar parte del faraónico proyecto de Teatro Colón, que se ha devorado 150.000 millones de pesos de dineros del Estado. Yolanda Reyes, que es una autoridad, lo denunció en su columna y no pasó nada.

Morales mueve los entretelones detrás del Festival, y aparentemente sale a la luz que Ana Martha no le gusta a Garcés, ya la juzgó y ya la condenó..

Mejor no darle más rodeos al tema, la nuez de toda esta historia se llama Poder.

A lo largo de estos seis largos años, que son la consecuencia funesta de la reelección presidencial, Mariana Garcés ha amasado un poder sin antecedentes en el medio de la cultura en la historia del país. Ni Gloria Zea, en sus años dorados de Colcultura lo consiguió. Ella, como cualquiera de sus colegas de la burocracia (eso es entendible), se rodea de una guardia pretoriana, que la acata y, lo insinúa Morales en su lúcida columna, también la teme.

Hoy por hoy domina por completo el medio y ha instalado cuidadosamente sus fichas en todos los cargos de importancia. Logró un sitio en la Junta directiva del Festival de Teatro -algo que en los tiempos de Fanny Mickey habría sido impensable porque ella sabía perfectamente que para que las cosas funcionen, hay que evitar a toda costa las intromisiones estatales, que son mortales- y aseguran algunos, ahora va por la cabeza de la creatura. La experiencia de la Ministra en esta materia, tiene tanto de largo como de ancho, pues cómo puede pontificar en el Iberoamericano quien no consiguió salvar del naufragio el del Proartes en Cali…

Obvio que también se puede argumentar lo contrario. Que está haciendo muy juiciosa su tarea y trabajando con una  eficiencia ministerial sin precedentes, pues si el ministerio existe, hay que justificar su existencia. Es cierto que pocas personas en Colombia pueden exhibir una hoja de vida como la suya. Desde los tiempos de la secretaría general de Colcultura en el cuatrienio de Betancur, ha ocupado todos los cargos imaginables, prácticamente todos los que existen en el Valle, desde la dirección de Telepacífico hasta el Teatro Municipal, fue comisionada de televisión, hoy es ministra, y esa experiencia en la burocracia cultural se evidencia cuando se la oye hablar; lo hace con sorprendente habilidad  y aparente propiedad, en temas tan especializados como los órganos de las catedrales, el Plan de Conservatorios de frontera (¿en qué ira), el paseo millonario de la araña del teatro Colón que fue a los llanos y regresó a Bogotá…

Pese a defensores (aparentemente pocos en el medio cultural) y detractores (muchos, pero aparentemente amedrentados) como en el “Juego de tronos”, todo tiene que ver con el poder y con  quien lo detenta.

Mariana Garcés ha conseguido amasar una dosis inimaginable de poder en la Cultura. No se mueve una hoja, no se pone una partitura sobre el atril de la Sinfónica, no se cuelga un cuadro ni se descuelga una araña sin su autorización.

Tiene toda la experiencia imaginable en esto de la burocracia de la cultura, pero…¿Está su cultura a la altura del poder que detenta?

La verdad es que, hasta la fecha, y van seis años, no se le ha oído una sola intervención de fondo sobre el tema.