La séptima, una vitrina donde cabe todo el arte | El Nuevo Siglo
Martes, 26 de Julio de 2016

En la carrera Séptima, entre calles 10ª y 19, está establecido el corredor cultural más importante de Bogotá que durante su recorrido ofrece un completo disfrute de cultura, recreación, arte y gastronomía. Un resumen de todas las bellezas y delicias que identifican a Bogotá.

Los artistas que le dan aquel toque de alegría a este pasaje, se ubican en puntos estratégicos donde los transeúntes pueden hacer su parada sin problema alguno, tomarse fotos, hacer un aporte voluntario y continuar su caminar.

En la ruta que de sur a norte comienza en la 7ª con calle 11, usted podrá conocer al Chaparrón Bonaparte, interpretado en este corredor cultural por el señor José Alfonso Henao, de 82 años de edad.

Don Chaparrón criollo cuenta que decidió adoptar este personaje gracias a su gran parecido con él, tanto así, que casi no necesita disfraz. Su arte es bailar música antigua, que disfruta en este lugar hace un poco menos de un año, pues antes lo hacía en otras calles de la capital como en los mercados de las pulgas.

Don José Alfonso, oriundo de Victoria (Caldas), afirma que su baile es una terapia a la vez y dice que si se queda quieto se le entiesan los músculos, mientras que con el baile está permanentemente ejercitando todo su cuerpo y su salud. Su principal público es la gente adulta, pues la música y su forma de bailar evocan sus épocas de antaño.

Dentro del arte que se elabora a mano, se destaca el que hace Lizardo Córdoba, quien viene de San Agustín, Huila y trabaja el alambre desde hace 22 años, aunque no siempre está en Bogotá, pues a veces recorre el país mostrando sus pequeñas esculturas. 

Una cuadra más al norte, el puesto de don Adolfo Páez acapara a los apasionados por el ajedrez, quienes pueden sentarse a jugar una partida que los estaciona en aquel lugar entre media y dos horas.

Con un ostentoso atuendo blanco, ahí mismo podrá conocer al Palomo o Señor de la Paz, como identifican a Reinaldo Galvis Gutiérrez. Con 85 años de edad y gran admiración por los boleros, el pasillo y el vals, el Palomo baila hace dos años para entretener a la gente y como medicina para su enfermedad, pues es diabético y como él mismo lo asegura: “Para nosotros los diabéticos es magnífico el ejercicio”, afirma el artista proveniente del Huila.

Una cuadra más adelante está GaSan, Gabriel Santos, quien a sus sesenta y punta de años, le dijo sonriendo a Bogotá.gov.co: “Lo mío es el óleo sobre lienzo y aunque llevo muchos años trabajando mi arte en la calle, llevo seis meses aquí en la carrera Séptima”.

Es de Medellín y lleva más de 20 años en Bogotá. Se dedicó a esto porque es su pasión desde niño; dice que este arte nació con él y morirá con él. Aún recuerda cuando desde su primaria y hasta el bachillerato intercambiaba dibujos por loncheras con sus compañeros. En la universidad el cambio ya era monetario.

En la séptima también puede apreciarse el vitral a manos del bogotano Rodrigo Castaño. “Este es mi medio de subsistencia y de hacer algo de arte. Desafortunadamente aquí en Colombia no tenemos mucho dónde expresarnos los artistas, por eso es que quiero que el apoyo a este programa siga para que podamos aportar nuestro arte a las personas y a la ciudad”, asegura Castaño.

También hay artistas esporádicos que se estacionan en la 7ª para estampar su arte en carbón, o ladrillo, como el caso de Pedro, el habitante de calle que pasa horas botado en el suelo, no precisamente estirando la mano para recibir una moneda, sino curtido de carbón haciendo alguna obra de arte, “está muy lindo”, le dice una niña de 6 años que se acerca a dejarle una contribución y una gran sonrisa.

Por otra parte, la agrupación musical Tinku, que significa en lengua quechua encuentro de razas, encuentro de pueblos, es un grupo conformado por cuatro integrantes de Perú, Pasto y Ecuador. Aunque no siempre se presentan todos, Javier Estrella y uno de sus compañeros siempre están juntos. “Nuestro arte es transmitir el mensaje y la parte interior de los sonidos de nuestros ancestros. Hacemos y vendemos instrumentos de viento y música de relajación y meditación a través de los vientos, de estos instrumentos de los abuelos”, cuenta.

En la avenida Jiménez entre carreras séptima y octava también existe el arte pero bajo el sótano. “Se trata de un espacio cultural en el que los estudiantes le dan vida al Teatro Luís Enrique Osorio, a cargo de la Universidad Distrital y su facultad de artes ASAB”.

Muy cerca de este punto encontramos a las estatuas humanas, que interpretan personajes como el llanero, Carlos Vives, el soldado colombiano y hasta Fidel Castro. En cambio, un par de jóvenes bastante inquietos, detienen el paso del público para apreciar su show. Se trata de los imitadores del desaparecido cantante Michael Jackson, infaltable show que allí no puede faltar.

Con otra forma de hacer música, se puede apreciar el arte de Julio César Añazco, conocido también como Julio Orquesta, o el hombre orquesta. A sus 54 años invierte parte de su tiempo entreteniendo a la gente con música pero con humor y parodias: “Tengo siete instrumentos que interpreto simultáneamente con todo mi cuerpo (dos panderetas, guitarra, armónica, platillos, tambor y, claro, la voz)”.

En la calle lleva 25 años al igual que en la carrera Séptima. Se dedicó a esto porque montó este show que es propio del aire libre, como dice él, no es para guardarlo ni para la casa.

Finalizando el recorrido nos encontramos al dueto RubiMar, integrado por Rubi y Martha, quienes con guitarra en mano, interpretan canciones del género popular, de artistas como Julio Jaramillo, Olimpo Cárdenas, Los Panchos, etc., y en muchas ocasiones les piden tarjetas para contrataciones musicales.

Rubi se dedica a la música desde hace 35 años, mientras que Martha lo hace desde hace 20, por ello aprovechan su talento para entretener a los visitantes de la 7ª,  de martes a viernes desde el mediodía y por 6 horas más.