Humedal Moyano, conflicto ambiental de alto impacto | El Nuevo Siglo
Foto cortesía Unimedios
Jueves, 21 de Julio de 2016

Este ecosistema, que forma parte de la cuenca del río Bogotá, se debate entre los intereses económicos de los propietarios de los predios donde está ubicado y la amplia riqueza natural que alberga.

Un grupo académico de la Facultad de Ciencias de la Universidad Nacional de Colombia (UN), que desarrolla un proyecto de extensión solidaria para la restauración y conservación del río Subachoque, alertó a las autoridades ambientales sobre la disposición de escombros en esa área, al tiempo que solicitó la inclusión de este ecosistema en el inventario de humedales.

Al respecto, EL NUEVO SIGLO quiso indagar el interés en el desarrollo de dicho tema con una de las profesionales que integraron el proyecto. “Trabajamos en este proyecto por las afectaciones ambientales que se han generado, yo tengo una hipótesis y es que eso se genera por la próxima instalación del aeropuerto aquí entre Madrid y Faca”, nos afirmó la geógrafa  Patricia Veloza, quien además destacó que es una investigación que se lleva trabajando “desde octubre del año pasado”.

Así mismo, según el informe revelado por la agencia de la Universidad Nacional, Unimedios, las primeras voces de alerta llevaron a la CAR a imponer una medida preventiva y exigir la suspensión inmediata de la disposición de recebo y escombros, así como el retiro del material dispuesto sobre la ronda del Subachoque.

Una evaluación posterior evidenció en la parte del humedal ubicado en Madrid “un relleno con escombros que no respetó la ronda del humedal, lo cual puede llevar a procesos de colmatación (acumulación de sedimentos) y sedimentación”. Entre los materiales usados para rellenar el humedal, se identificó tierra de excavaciones mezclada con escombros (bloques, ladrillos, cemento) y residuos (lonas, cartones, tubos, bolsas plásticas, madera e hierro, como varillas y chatarra en general).

Entre tanto, una visita realizada por la Contraloría General de la República evidencia en la ronda del río Subachoque, “el terreno sin cobertura vegetal, con disposición de recebo, cascajillo y gravilla, lo que se traduce en el no cumplimiento de las medidas preventivas por la CAR”.

El complejo hídrico, ubicado en zonas inundables de predios pertenecientes a las veredas Los Árboles, de Madrid, y Moyano, de Facatativá, se encuentra dividido por el río Subachoque, afluente del río Bogotá, y forma parte de un sistema de humedales localizados en la ronda del Subachoque, según informe técnico de la CAR de noviembre de 2015.

Mediante estos y otros antecedentes, Patricia Veloza, integrante del grupo de investigación en Cultura y Ambiente de la UN., ha documentado uno de los tantos conflictos socio-ambientales que persisten en el territorio colombiano.

Para los propietarios de la parte del humedal donde se hizo la monumental descarga de tierra, lodos y escombros (en jurisdicción de Madrid), no se trataba más que de la nivelación de un terreno. Sin embargo, para varios vecinos y la red ambiental Zihita Sie, conformada por varias organizaciones ambientales de Madrid, se trataba de un atentado al humedal.

En septiembre de 2015, el río Subachoque fue dragado en la zona que divide las partes del humedal entre Madrid y Facatativá y se levantó un jarillón en la ribera perteneciente a Madrid. Aprovechando esta obra, los propietarios de los predios, con más de 20 hectáreas de humedal en la parte de Facatativá, lo drenaron.

Este humedal altoandino no solo sirve de amortiguador al río Subachoque en épocas de inundaciones y de reserva en veranos extremos; también alberga una amplia variedad de aves endémicas y migratorias, mamíferos, anfibios y reptiles, así como especies vegetales.

En relación con las aves, el equipo de la UN junto con niños y jóvenes bajo la protección del Instituto Colombiano de Bienestar Familiar, residentes en la Granja Loyola de la Fundación Amparo de Niños ubicada frente al humedal, realizaron un inventario que suma 47 especies, desde garzas reales y nocturnas, tinguas, patos, torcazas y sirirís hasta las diminutas monjitas.

La CAR, por su parte, registró peces muertos y en relación con la vegetación, halló junco, cortadera, margaritas, enea y parches muy grandes de pasto kikuyo, entre otras especies.

La entidad, mediante la Resolución 0014 del 15 de enero de 2016, solicitó el cierre del dique o jarillón por donde se drenaba el agua del humedal al río, además de restablecer la zona de ronda y rehabilitar el hábitat de la fauna del ecosistema. La vegetación del lugar, según documentación recopilada por la geógrafa Veloza, fue cortada y quemada para adecuar un suelo cultivable. No obstante, las propietarias de los terrenos alegan que la desviación del río por parte de la CAR inundó sus terrenos, por lo cual tuvieron que drenarlos.

Veloza le explicó a EL NUEVO SIGLO que “fue un estudio académico, en el informe se dice la realidad y lo que pasó. Con respecto a las quemas son entrevistas que yo recopilé de pobladores que viven alrededor, ellos se dieron cuenta, las entrevistas están grabadas y eso además se nota”.

Alerta por megaproyectos

A la par con las presiones de los propietarios de estos terrenos, el humedal está a merced de proyectos de gran dimensión como la nueva etapa del aeropuerto Eldorado, entre Madrid y Facatativá. Esto ha despertado la expectativa por la inesperada valoración de los predios.

Otra megaobra en ejecución es el proyecto eléctrico Nueva Esperanza de la Empresa de Servicios Públicos de Medellín (EPM), cuyo tendido eléctrico también altera zonas consideradas de alto valor ecológico por autoridades ambientales, como la CAR, y entidades de investigación, como el Instituto Alexander von Humboldt.

Defensores de estos recursos no se explican cómo el vicepresidente de la República, Germán Vargas Lleras, quien posee terrenos en los alrededores, y José Vicente Sánchez, propietario del sector del humedal donde se depositaron los escombros y padre del exregistrador Nacional, Ariel Sánchez, no defienden las políticas ambientales del Gobierno para proteger la biodiversidad.

La investigación sobre el Moyano fue adelantada por el grupo de investigación en Cultura y Ambiente de la Facultad de Ciencias Humanas de la UN, bajo la dirección de la profesora Astrid Ulloa. En este grupo interdisciplinario se indagan otros conflictos por el agua en diferentes zonas del país. Los resultados formarán parte del libro de la serie Perspectivas Ambientales de la UN.