Trump y Kim en una cumbre dulce en Singapur | El Nuevo Siglo
Foto archivo AFP
Miércoles, 13 de Junio de 2018
Redacción internacional
Después de un ponqué de chocolate, Kim y Trump firmaron un documento conjunto que abre la puerta a un posible diálogo, empujado por las reformas que intenta implementar el coreano

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LA CUMBRE entre Donald Trump y Kim Jong-Un ha dejado pocas conclusiones. No quiere decir, como estiman algunos analistas, que haya sido un fracaso. Porque logró un hecho inédito: reunir por primera vez a un presidente de EU con un miembro de la dinastía Kim.

A partir de esta premisa, que parece irrefutable, se puede decir que la relación entre ambos países está más en el campo de la teoría que del pragmatismo. Lo que era esperable, si se mira atrás. En las negociaciones de 1994 y 2002  tampoco hubo un “llamado a la acción” de inmediato, sino un compás de espera que derivó en un documento incumplido años después por Pyongyang.

 

Simbolismo y éxito

Hoy, un día después de que culminara la cumbre, se sabe que el paso de las declaraciones formales y amistosas al campo de las negociaciones se empezará a dar la próxima semana, cuando el secretario de Estado, Mike Pompeo, comience a discutir los puntos acordados por Trump y Kim.

De renglones cortos, el documento oficializa la posición de Corea del Norte de “desnuclearizarse” a cambio de “garantías de seguridad”. Además, aboga por “la promoción de la paz, la prosperidad y la seguridad”.

Para que esta afirmación de buenas relaciones quedara en el papel, Kim y Trump hablaron por cinco horas acompañados por cuatro funcionarios, entre ellos sus ministros de exteriores, y un ponqué de chocolate que marcó a los asistentes. Washington intentó conquistar a Kim con el paladar, y lo logró.

Aconsejado por el basquetbolista Dennis Rodman -y numerosos estudios de inteligencia-, los norteamericanos encargados de organizar la cumbre buscaron que el líder coreano se sintiera cómodo y fuera seducido por el “sueño americano”,  que no sólo es de chocolate.

Antes de tomarse la foto rodeados de banderas, el presidente de EU sacó un Ipad y le mostró un vídeo a Kim. Estupefacto, el coreano miró el “tráiler al estilo Hollywood”, reporta The New York Times, cuyo contenido mostraba el posible futuro de Corea del Norte: rascacielos, niños bailando y pizzas artesanales.

El gusto por Occidente de Kim ha sido el arma principal de Trump quien le ha mostrado el modelo de sociedad al que potencialmente quisiera llegar. Éste no necesariamente mostrado en clave norteamericana, sino en formato chino. Tres décadas atrás, Deng Xiaoping abrió la economía china, defendió que ésta debía tener un rumbo distinto al de la política y constituyó las bases de la China contemporánea cuya obsesión por lo occidental rebasa su interés por competir en el mercado.

Kim Jong-Un busca abrir su país por gusto personal y por estabilidad política. Impulsado por su papá, el líder coreano estudió en Suiza, tiene amigos occidentales y es un fan de los deportes y la comida occidental.

 

El reformismo de Kim

Pero su interés va más allá de sus gustos. Corea del Norte sobrevive gracias a la ayuda de China que, sin embargo, ha hecho efectivas las sanciones impuestas por la comunidad internacional. Esto ha aumentado la inflación y el desabastecimiento de alimentos, generando un detrimento de las medidas económicas tomadas por Kim al principio de su mandato.

Desde que llegó al poder, en 2011, el líder coreano ha intentado copiar el modelo reformista  chino creando más de doce zonas especiales de producción industrial privadas, para impulsar la industria nacional y exportar productos a su principal y casi único aliado, China.

La crisis económica, no obstante, ha impedido que se ejecute bien este plan. En ese sentido, Trump ha entendido que Kim está amenazado a nivel local por la inefectividad del hasta ahora “fracasado” modelo y necesita un auxilio económico para demostrar que es el camino a seguir.

Si no fuera así, es muy probable que Kim no hubiera actuado de manera desesperada lanzando tantos misiles para buscar la reacción de Washington y darle paso a las actuales negociaciones.

Trump, presionado por sus contradictores locales, necesita demostrar que de la simbólica cumbre en Singapur se dará paso a un diálogo formal que se materialice en la desnuclearización de Corea del Norte.

Según Robert Litwak, investigador del Wilson Center que publicó un estudio sobre la negociación con Corea del Norte y habló con The New York Times, “las próximas negociaciones serán el control de armas para restringir el programa de Corea del Norte, no el desarme para eliminarlo”.

Este control de armas poco a poco se viene dando. Paralelamente a la organización de la cumbre en Singapur, Corea del Norte ha venido hablando con su vecino para comenzar un posible diálogo bilateral que, de acuerdo a los expertos, puede derivar en un “acuerdo intercoreano” que no esté necesariamente ligado a las conversaciones entre Washington y Pyongyang.

El experto en la península coreana, Ramón Pacheco, quien habló con este Diario durante la cumbre intercoreana, ha manifestado que “lo que estamos presenciando en la Península de Corea es el comienzo de la transformación potencial de la geopolítica de la región”.

Es claro que el presidente Moon Jae-in no da ningún paso sin consultarle previamente a Washington. Consciente de ello, Kim sabe que está negociando, por un lado, con la administración Trump directamente y, por el otro, con la administración Trump indirectamente.

Al menos ahora, su voluntad de diálogo está intacta. Ha respondido, en uno y otro escenario, de manera positiva. Sabe, además, que para comenzar su apertura económica requiere tanto de Corea del Sur como de China.

Trump ha dicho que desconoce si las negociaciones serán exitosas. “No lo sé”, le respondió a un periodista cuando le preguntó sobre el tema. Acoplado a su estilo, intenta mostrar que simplemente se dio un paso, pero en realidad está celebrando. Es el primer presidente de EU que se sentó con un Kim.

 

La invitación de ambos

El líder de Corea del Norte, Kim Jong Un, y el presidente estadounidense, Donald Trump, se invitaron a visitar sus países respectivos durante su encuentro del martes en Singapur, informó este miércoles la agencia de noticias norcoreana.  

"Los dos líderes aceptaron con mucho gusto las respectivas invitaciones, con la convicción de que será otra ocasión importante para mejorar las relaciones" entre ambos países, añadió KCNA.