La paz, sin dilatar | El Nuevo Siglo
Jueves, 28 de Junio de 2018

El país espera con moderado optimismo el Gobierno Duque, mientras distintos medios ciudadanos desconfían del Congreso tras prolongar el debate a la Ley de procedimiento para la Justicia Especial de Paz, de acuerdo con la prórroga de sesiones hasta el 3 de julio.

Parecería que se reviven viejas prácticas partidistas en Senado y Cámara acostumbradas a dilatar decisiones, frente a leyes de transcendencia para el país, como en este caso, la legalidad de la JEP.

Es un protagonismo que no le queda bien al Congreso. Se aguarda de su gestión, rigor, disciplina y conocimiento jurídico. Es lo mínimo que se espera del poder legislativo, sin necesidad de hacer ´show´ fantasioso. 

Quedaron así dos filos agudos frente a la paz: La prórroga del Congreso es válida si se define un ajuste serio, para los términos procedimentales de justicia; y el otro, “es que se estarían volteando los congresistas”, como afirmó el ministro del Interior, Guillermo Rivera.

Ni más ni menos, eso es lo que se ha visto de tiempo atrás, como el ausentismo o el dar la espalda con salida intempestiva del recinto, a la hora de votar proyectos de alcance para la vida de la nación.

Ojalá la intención sea sincera al proceder en el análisis responsable como exige el despegue del Acuerdo, con ajustes válidos, a instancias de la paz, como se espera, junto con lo que proponga el nuevo Gobierno, al iniciar en agosto.

Tras el respaldo de la Corte Constitucional al Congreso para fortalecer la Ley que da vida a la paz, también se ratificará que el narcotráfico, no puede tener acceso a la -JEP- y en consecuencia mantendrá continuación en la ordinaria. Sería mezcla  inadmisible de delitos.    

De lo contrario, dilatar es golpear paz y regiones; en contraste, hay optimismo con reactivación agraria de mercados nacionales y  de exportación que significan empleo y economía con futuro.

De fondo, todo se traduce en clima favorable con luz verde, para  la reparación a víctimas del conflicto, junto con reconocimiento a propiedad legal de tierras reclamadas por los despojados. 

Además el apoyo definitivo a la paz, abre camino para nutrir programas educativos urbanos y rurales, en distintas zonas aptas, para capacitar  laboralmente a desmovilizados e incorporados, con propósitos productivos y de servicios.

Por eso sin dilatar la paz caería como bendición celestial, un plan - Colombia Social- para rescatar familias abandonadas en ciudades y poblaciones mediante acción oportuna, estatal y privada, al prender motores el Gobierno Duque.

El retrato vivo de la situación está en los cerros nor-orientales de Bogotá; crecen las viviendas de indigentes y desplazados, igual que en otras ciudades. Es la cara del olvido, detrás de la paz.