El cante jondo: expresión viva del alma andaluza | El Nuevo Siglo
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Domingo, 17 de Junio de 2018
Nelly Rocío Amaya Méndez (*)

NO POCAS veces se relacionó a Federico García Lorca (1898-1936), con el pueblo, la cultura y la tierra andaluza que le vio nacer. Y en especial con la música de su pueblo que tiene en el cante jondo, su expresión más auténtica y milenaria. De esto nos queda el libro titulado Poema del Cante Jondo (1921) que fue el preámbulo al Primer Festival que en su defensa se organizó en Granada presidido por el gran maestro Manuel de Falla entre el 13 y 14 de junio de 1922.

Pero, ¿qué hay de especial en esta expresión artística considerada una de las más originales de España?  Un legado con el que el poeta granadino improvisó al piano y nos dejó imágenes inolvidables tanto en su obra poética como en sus obras de teatro, que ilustran las raíces primitivas de angustia y dolor de toda una raza.

Sería importante conocer algo de esta tradición que iba perdiendo en aquella época algunas de sus características milenarias. “No es posible, que las canciones más emocionantes y profundas de nuestra misteriosa alma estén tachadas de tabernarias y sucias; que la parte más diamantina de nuestro canto quieran mancharla con el vino sombrío del chulo profesional”, decía Lorca en sus conferencias sobre el Cante Jondo.

Nos referimos a este grupo de canciones andaluzas cuyo tipo genuino y perfecto es la “siguiriya gitana” (de la que derivan otras canciones como los polos, marinetes, carceleras y soleares), que tuvo origen en los primitivos sistemas musicales de la India; es decir, en las primeras manifestaciones del canto, de las que se han señalado aspectos y hechos históricos que tanto influyeron en estos: “La adopción por la Iglesia española del canto litúrgico, la invasión sarracena y la llegada a España de numerosas bandas de gitanos”, gentes misteriosas y errantes quedarían forma definitiva al gran cante.

En su estilo podemos anotar el inarmonismo como medio modulante, el empleo de un ámbito melódico tan recluido -que rara vez traspasa los límites de una sexta-, y el uso reiterado y hasta obsesionante de una misma nota, procedimiento propio de ciertas fórmulas de encantamiento. Además de aquellos recitados que pudiéramos llamar prehistóricos, cuya forma de expresión lo acerca al trino del pájaro, al canto del gallo y a las músicas naturales del bosque y la fuente.

Por ello llega a producirnos la impresión de una prosa cantada, destruyendo toda la sensación de ritmo métrico, aunque en realidad son tercetos o cuartetos asonantados sus textos literarios. "Aunque la melodía gitana es rica en giros ornamentales, en ésta —lo mismo que en los cantos de la India— sólo se emplean en determinados momentos, como expansiones o arrebatos sugeridos por la fuerza emotiva del texto”, dice la cita.  

Evolución del cante

Es con el paso del tiempo como este cante se vuelve  flamenco. Un estilo posterior, que a juicio de los entendidos, procede por saltos y toma forma definitiva en el siglo XVIII con coplas malagueñas, granadinas, rondeñas, peteneras.  Así entra en un periodo de expansión donde ya se deja de interpretar  ‘a palo seco’ con tan sólo el toque de palmas y la voz-, y se incorpora la guitarra llegándose  a La Edad de Oro (1860 y 1910) donde florecen los cafés cantantes, y se desarrolla su faceta la instrumental (la de cante y la de baile).

Es así como el baile adquiere un esplendor sin precedentes, siendo éste el mayor atractivo para el público y la guitarra empieza a desarrollar sus propias escuelas. Después se llega incluso a un estilo operático donde mandaban los cantes ligeros como fandangos y cantes de ida y vuelta (de influencia sudamericana que trajeron los cantaores que habían sido emigrantes en Latinoamérica), lo cual hizo que un ilustre grupo de intelectuales de la generación del 27, dieran una voz de alerta e intentaran rescatar su expresión más pura.

De este movimiento surgirán nuevos ímpetus y valores como Manuel Ortega, la inigualable Carmen Amaya -de relevancia internacional-, Sabicas en la guitarra o el cantaor Pastor Imperio. Posteriormente el cantaor Antonio Mairena se encargará de una importante labor de recopilación, siendo un gran intérprete de su línea más ortodoxa hablándose desde entonces de “mairenismo”, como la defensa de su “razón incorpórea”, las razones rituales de los gitanos y que queda en su obra “Mundo y Formas del cante Flamenco”, donde se clasifican los cantes y propone su  árbol genealógico, lo que ayudó a incrementar su conocimiento académico y respeto por el mundo del Flamenco.  

Internacionalización del flamenco

Era inevitable que se desarrollara al compás del curso de los acontecimientos culturales y estéticos. Hay guitarristas que llevaron su interpretación a diferentes salas de conciertos como el guitarrista Paco de Lucía, manteniendo sin embargo, declaraciones polémicas en la defensa de su espíritu intuitivo y su carácter andaluz; junto a él, habría que citar a otros defensores como José Tomatito, Manuel Cano, Víctor Monge Serranito o Manolo Sanlucar.

Hoy en día podemos decir que el flamenco ha llegado a los cinco continentes, donde los medios de comunicación son testigos de su gracia, su fuerza y su ‘duende’, por lo que se puede decir que ya no se trata de una manifestación artística exclusivamente de Andalucía (como no podemos ya decir que el Jazz es una música exclusivamente de New Orleans), pudiendo incluso asistir en Andalucía a espectáculos del más auténtico purismo y clasicismo flamenco interpretados por una bailaora japonesa o un guitarrista italiano, ante el respeto de un gran público de entendidos. 

Pero igualmente siguen los grandes artistas andaluces que llevan el flamenco a importantes escenarios en todo el mundo como Carmen Linares, Remedios  Amaya, José Merce, Estrella Morente, Duquende, el Pollito, Montse Cortés, La Tana.  Pues cuando cantaor José Monje Cruz, más conocido como el ‘Camarón de la Isla’ -ídolo popular- inició una auténtica revolución en el mundo del flamenco al incluir sonoridades propias del mundo del jazz y el rock (“La leyenda del tiempo”), empieza una evolución mediática. Así seguirán figuras como Miguel Poveda, ‘El bicho’ Miguel Campello, el ‘Dúo Estopa’, o la “Niña Pastori”, sin dejar de nombrar a la famosísima Rocío Jurado. O más recientemente, a la marroquí Concha Buika quien creció en Nueva York, y es intérprete de un flamenco que hace caso a la fuerza de su mestizaje con su gran  “swing”, ‘flow’ y compas libre en diferentes géneros.  

Pero no podemos dejar de mencionar que Andalucía será siempre la capital del flamenco, donde más concentrado se encuentra, donde está la voz de tantos cantaores anónimos pródigos en sensibilidad y espíritu de libertario, que se enorgullecen de haber “mamado” el cante en su familia, barrio o provincia.  Una raza donde confluyen diversos orígenes y que nació con la magia del “duende”, aquello que también tenía Lorca con los sonidos negros de su poesía.

Periodista cultural. Música y Magister en Literatura Hispanoamericana.