Cultura del narcotráfico | El Nuevo Siglo
Viernes, 22 de Junio de 2018

Lamentable nuestro proceder y nuestro destino. Muchos colombianos nos comportamos como unos trúhanes, y nos ufanamos de serlo. Poco o nada nos importa quedar ante el mundo como rufianes. Como buenos exhibicionistas buscamos escenarios que permitan divulgar nuestras malas costumbres sin frontera alguna.

El Mundial que se desarrolla en Rusia, que deberíamos haber utilizado para fortalecer el turismo que nos desborda, mostrar la fortaleza de nuestra selección y a presentarnos como ejemplo de prosperidad, fue usado por unos indeseables para deshonrarnos y mancillarnos.

Mientras los alemanes dieron una muestra de grandeza, izando sus banderas para felicitar a Méjico por su triunfo, los japoneses celebraron su victoria sobre nuestro combinado aseando las graderías del estadio, nosotros nos presentamos ante la sociedad universal como bribones.

La cultura del narcotráfico nos ha penetrado tanto, que ya no existen buenas costumbres, buen lenguaje, buen comportamiento. Es tal nuestra bajeza, que cierto exmandatario, hizo pública una conversación, maliciosamente filtrada a los medios por la propia Casa de Nari, amenazando a un excolaborador de darle en “la cara mar…”

Los medios de comunicación de la Atenas Latinoamericana, que se cuidaban de utilizar el mejor lenguaje hoy están inundados de vulgaridades. Muchas y muchos colegas se recrean utilizando vocabularios soeces, que son irracionalmente celebrados por directores y público. La locura del “rating” nubla la imaginación.

Solo son “berracos”, los que más acuden esa palabreja. Los sinónimos de ella desaparecieron del diccionario y del buen hablar. Ya nadie es admirable, destacado, calificado, superior, brillante, capaz o sobresaliente, si no es “berraco”.

Ese es uno de los calificativos o vocablos que reinan en los medios, porque hay centenares de mayor calibre, que hacen parte de la jerga moderna.

Colombia es el país que está a la vanguardia de la vulgaridad. Basta sentarse a ver, en otro país un programa, un reportaje, o una de esas exitosas telenovelas que producimos. Parecen, una canastada de patos. Allá hay regulaciones que impiden epítetos de grueso calibre. Para taparlos les aplican pitos que parecen graznidos. Es espantoso ver una de nuestras telenovelas en el exterior.

Infortunadamente los colombianos que quieren viajar a otras naciones, y en estos momentos quienes quieren disfrutar del Mundial de futbol, llevan el peso de unos inadaptados, regularmente traquetos, que queriendo exhibir “viveza”, piensan que el dinero lo puede todo. La cultura que le dejó el narcotráfico a Colombia, se pasea por el mundo, como lo podemos observar en este mundial. Es la opulencia de mal gusto y la diversión insana.

Esa puede ser una de las tareas del nuevo gobierno de Iván duque. Empezar por una educación al estilo Rochester, su colegio. Hay que desterrar la cultura del narcotráfico, si queremos aprovechar el creciente turismo y rescatar el buen nombre de los colombianos en el exterior.

BLANCO: La mirada del mundo hizo rectificar la política de Trump que separaba los niños de sus familias.

NEGRO: El rudo golpe de la Corte Constitucional a los pensionados.

gabrielortiz10@hotmail.com.