La paz está sucediendo | El Nuevo Siglo
Viernes, 16 de Junio de 2017

El psiquiatra irlandés Lord Alderdice ha dedicado su ejercicio profesional y su vocación personal a trabajar por el corazón de la salud mental de las personas y las sociedades; la vida, la guerra y el permanente estudio de la condición humana, lo convirtieron en un constructor de paz, interior y colectiva.

Director del Royal College of Psychiatrists y mediador entre el gobierno británico y el de Irlanda del Norte para los acuerdos del Viernes Santo (Good Friday Agreement, o acuerdo de Belfast), contribuyó a la finalización del conflicto con el IRA, y  ha recorrido medio mundo como perseverante observador y actor de diferentes procesos de paz.

Volví a oírlo este miércoles en el Centro de Memoria, Paz y Reconciliación, y me encanta lo que dice, y cómo lo dice; es un Lord cercano, con una mirada bonita -inteligente, analítica y bonachona- y tiene un particular afecto por Colombia.

Considera que cuanto se ha logrado en nuestro país es importante, ejemplar y positivo, y nos ve como una de las pocas buenas noticias en el contexto internacional. ¡Gracias, Alderdice!

Me pregunto si habrá que ser Lord o haber nacido en Belfast, para darse cuenta de lo que significa el fin del conflicto armado con la guerrilla más antigua de Latino América. Si habrá que ser psiquiatra irlandés para comprender lo que representa un Hospital Militar sin heridos de guerra, o el logro de no perpetuar el suicidio social de un país con ocho millones de víctimas.

¿Por qué nos cuesta tanto renunciar al odio? “No es fácil reconocer que el pasado ya pasó”, dice Alderdice.

Es cierto; ¡pero algunos abusan! ¿Qué hace, por ejemplo,  un ex presidente -que desconoce el prefijo “ex”- denigrando de Colombia como si fuéramos un mugre en el mapa? Es indecente  confundir aversión personal con oposición política, y aprovechar cuanto micrófono se  atraviesa, para pretender tirar por la borda -de Washington al  Parnaso- al mismo país que se presidió durante ocho largos y polarizantes años.

Justa y valiente, la protesta de nuestro embajador en Londres, Néstor Osorio, un hombre que lleva 40 años representándonos en las más altas instancias, con inteligencia, conocimiento y señorío. Formado en el mundo y en la academia,  desde siempre  ha tomado su trabajo en serio y tiene evidente respetabilidad internacional. Los auditorios pensantes lo valoran, y uno que otro energúmeno vengativo, lo intenta -sin razón ni éxito- descalificar.

Volvamos a esta semana: Que las Farc hayan dejado el 60% de las armas, debería ser visto aquí y en Cafarnaúm, como un triunfo de la paz. Cada arma guardada con llave y candado en los baúles custodiados por Naciones Unidas, traduce menos muerte violenta, menos orfandad prematura, menos sangre derramada. Cada arma que no se dispara, es un roto menos en el corazón de Colombia, y debería leerse como una semilla de futuro y optimismo. Pero somos tan raros y tan desagradecidos, que merece más atención una goleada a Camerún, que ganarle el partido a la guerra.

La paz está sucediendo. Tenemos el derecho y el deber de darnos cuenta; de trabajar por ella, y convertir las trincheras, en surcos para la siembra.

ariasgloria@hotmail.com