El megáfono del Gobierno | El Nuevo Siglo
Viernes, 9 de Junio de 2017

 En el mundo contemporáneo la política tiene alcance tanto nacional como internacional. Mucho más en un escenario globalizado con las comunicaciones a la mano y en tiempo real a través de las páginas electrónicas de los periódicos. Por eso resulta bastante parroquial la polémica suscitada a raíz de la intervención del expresidente Álvaro Uribe en un foro en Grecia, sobre los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) y replicada por el gobierno Santos como si ello fuera una lesión a la patria.

 

Los ODS propuestos por Colombia a nivel mundial como anexo a los Objetivos del Milenio, cuyo fin prioritario es la superación de la pobreza universal, tienen de fundamento la necesidad de explotar los recursos naturales en un modelo medioambiental que los preserve para las futuras generaciones y se concreten en la energía limpia, la agricultura con sostenibilidad, las ciudades amigables, la adaptación o mitigación de las condiciones meteorológicas y la protección del recurso hídrico, entre otros. Y fue en ese escenario que el expresidente Uribe tuvo una intervención de cinco minutos que levantó una ampolla inusitada en el país.

 

Nadie duda, ciertamente, de que es incómodo para cualquier gobierno que se controvierta sobre las circunstancias nacionales en el exterior. Y más si ellas desdicen de las intervenciones frías y burocráticas que se suelen presentar en eventos de este tipo. Pero, de otro lado, resulta bastante anacrónico insinuar el refranero arcaico de que “los trapos sucios se lavan en casa”, como si con ello se pudiera desestimar la realidad, y todavía peor decir que si no se está de acuerdo con el pensamiento y los resultados gubernamentales se está hablando mal del país en el exterior. Eso es tanto como confundir a Colombia con el gobierno, lo que está lejos de ser cierto desde cualquier punto de vista.

 

Para la muestra un botón. Sería a lo menos risible que si el expresidente Barack Obama se opone radicalmente, como lo ha hecho, a la actitud de Donald Trump, sobre la salida del Acuerdo de París, esté hablando mal de los Estados Unidos. Ni más faltaba que fuera así, ni mucho menos que Trump o sus agentes adujeran que eso solo se puede hablar al interior pero no al exterior de la nación norteamericana. Semejante ocurrencia no cabe dentro del marco mental de una democracia activa y vigente.

 

Por lo demás, y la verdad sea dicha, la intervención del expresidente Uribe se limitó a reiterar con énfasis las cifras por todo el mundo conocidas. Por ejemplo, dentro del marco de los ODS uno de los enemigos básicos del medio ambiente, en Colombia, son los cultivos ilícitos por cuanto, no sólo son el motor de la economía subterránea, sino uno de los principales causantes de la deforestación, la erosión, el incremento de los gases de efecto invernadero y la oxidación de la capa vegetal. Y para nadie es secreto que, a partir de 2013, pasaron de 45.000 a 188.000 hectáreas, de acuerdo con las cifras, no de Uribe, sino del Departamento de Estado de EEUU y en no menor proporción de otras agencias internacionales.

 

En la misma medida, el bajísimo crecimiento del primer trimestre de un 1,1 por ciento, cuyo dato sorprendió a todos e inclusive llevó a las alertas de las calificadoras de riesgo globales y a modificar las metas económicas colombianas, fue dado por el DANE y no porque se estuviera hablando mal del país. Decir lo mismo adentro o afuera de Colombia no cambia, en lo absoluto, el declive fehaciente. Como por igual es perfectamente claro el retroceso de la inversión extranjera y la pérdida de confianza en una economía famélica y con evidentes amagos de recesión. Y menos es desconocido, dicho por los expertos, que los niveles tributarios del país lo han llevado a ocupar, a los efectos de las últimas reformas, la tercera o cuarta posición entre los más altos del mundo en cargas impositivas y de suyo el más alto de América, lo que a su vez podría llevar a concluir que se volvió un país alcabalero y “socialista”. Basta con mirar cómo naciones de América Latina bajan el IVA y Colombia lo sube. Uribe solo dijo parte de lo anterior, hasta la posición ocupada en materia tributaria, pero añadió que no era viable hablar de “posconflicto” cuando en muchas áreas se había exacerbado el desorden y la depredación. En ese caso, por ejemplo, también basta con mirar cómo caen líderes sociales y sindicales sin talanquera estatal, según denuncia de la misma ONU y HRW.

 

De no haber sido por el Gobierno nadie hubiera sabido, siquiera, que Uribe estaba en Grecia. Pero es tal la obsesión del Ejecutivo por él, que ensanchan su figura aun en un foro anónimo. Es decir, contra-política, no política. Y así por los años de los años, con el megáfono del Gobierno.

 

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