El ajedrez presidencial (II) | El Nuevo Siglo
Sábado, 10 de Junio de 2017

Predecir el futuro es un perenne deseo del hombre desde el comienzo de los tiempos. Las encuestas de opinión pretenden responder a ese anhelo, más intenso cuando se trata del poder, que siempre deslumbra y atrae. Las cifras publicadas sobre candidatos a la Presidencia (2018-2022) son enigmáticas, como los oráculos de Delfos. El Centro Democrático, sin duda, el partido político más favorecido por los colombianos, con una bancada disciplinada y activa en el Congreso, y con un jefe de la talla del expresidente Álvaro Uribe Vélez, no ha logrado que sus candidatos registren con fuerza en las mediciones de opinión: Carlos Holmes Trujillo, un caballero de la política, probado en ministerios y embajadas, experto en procesos de paz, permanece en el pelotón trasero de la competencia. Asimismo, Iván Duque Márquez, la estrella ascendente de la política nacional, con una visión moderna de la economía, ha decepcionado en las encuestas a sus ilusionados seguidores.

La noche de la victoria del Presidente Santos, en 2010, vaticiné la candidatura de María del Rosario Guerra: caribeña, buena ministra, buena congresista, con pergaminos académicos, ha formado con Jean Mesa un hogar ejemplar y tiene la garra luchadora de su familia. A medida que el país la conozca encontrara respaldo popular.

La medida de aseguramiento contra Luis Alfredo Ramos, se consideró, desde entonces, como una maniobra política para cerrarle posibilidades a la Presidencia de la República. Hoy, la iniquidad continua: La Corte Suprema de Justicia lo somete a una larga antesala que le impide abrir su tienda de campaña. A pesar de esas adversas circunstancias, a Ramos se le considera el candidato ganador del Centro Democrático. Es discreto y alerta. Son reconocidas sus ejecutorias: Alcalde de Medellín, Gobernador de Antioquia, Presidente del Senado. De paso exitoso por la empresa privada, es, ciertamente, un gran gerente. Además, el conservatismo lo ve como uno de los suyos.

Es notorio que en esta carrera presidencial nadie tiene el camino despejado. Por su propia subsistencia, el Centro Democrático necesita llegar al gobierno en el próximo cuatrenio, ya que el ejercicio de la oposición permanente cancela esperanzas e incentiva deserciones. Y, es natural, que el expresidente Uribe quiera jugársela con candidato propio, en una aventura que no tiene asegurado el éxito, pues las Farc, que cuentan con impensados aliados, acechan para darle el zarpazo al sistema representativo, como lo intentaron durante la larga guerra que le declararon al pueblo colombiano.

La hora es propicia para buscar entendimiento con todas las fuerzas de centro–derecha. Son fácilmente identificables: C.D., más aliados en el No; Cambio Radical; Partido Conservador; sectores de la U y del viejo Partido Liberal. Se requeriría magnanimidad para superar los múltiples escollos que surgirán ante una propuesta de tales dimensiones. Pero es de la magnanimidad que emana la “auctoritas”, ese poder moral de los gobernantes con grandeza. Cuando el Estado se desordena y las instituciones se debilitan los verdaderos estadistas timonean con patriotismo y vencen las dificultades. Ahora bien, ¡aterricemos¡:¿Cómo empezar las conversaciones?, ¿Quién toma la iniciativa?. Démosle la palabra, en primer lugar, a Álvaro Uribe Vélez y a Germán Vargas Lleras.