La revolución traicionada | El Nuevo Siglo
Miércoles, 2 de Mayo de 2018

“Quizá poetas lleven a Nicaragua una nueva revolución”

Al tiempo que el ilustre poeta y novelista Sergio Ramírez se preparaba para recibir en Alcalá de Henares el Premio Cervantes de manos del rey Felipe VI, en Nicaragua los disturbios contra el gobierno de Daniel Ortega incendiaban el país, dejando un doloroso rastro de más de cuarenta y cinco  muertos, cientos de desaparecidos y cárceles pobladas por manifestantes opuestos al corrompido régimen.

Para Ramírez, exmilitante de la revolución sandinista y uno de sus más importantes abanderados, además de vicepresidente de Nicaragua de 1988 a 1990, siendo Ortega presidente, este tiene que ser un momento especialmente agridulce.

Por un lado, él es el primer centroamericano en recibir el más prestigioso premio de la lengua española. Merecido homenaje de la Academia a la suma de sus letras como poeta, novelista y periodista.

Por otro lado, presencia el abrumador fracaso de la revolución, que fuera el sueño y la esperanza de gran parte de su amado pueblo y de él mismo. Una revolución, una promesa y un pueblo traicionados por Ortega y sus esbirros.

Con su acostumbrada parsimonia y sencillez, portado una cinta negra en su solapa, el homenajeado comenzó su discurso de aceptación del Premio Cervantes diciendo: “Permítanme dedicar este premio a la memoria de los nicaragüenses asesinados en las calles por reclamar justicia y democracia, y a los miles de jóvenes que siguen luchando sin más armas que sus ideales porque Nicaragua vuelva a ser república”. Esto viniendo de un hombre, un poeta, que en 1979 dio parte de victoria contra la dictadura de Anastasio Somoza, conmueve.

Dijo Ramírez en su discurso algo que le oí decir también en una excelente presentación que hizo en marzo en el Gimnasio Moderno, en Bogotá: “En Nicaragua todos somos poetas de nacimiento, salvo prueba en contrario (…). Si no todos mis paisanos escriben poesía, la sienten como propia, gracias sin duda a la formidable sombra tutelar de Rubén Darío”. Esto es muy cierto. La lista de poetas y escritores destacados de este pequeño país es nutrida y no pocos de ellos han logrado importantes cambio políticos a través de sus escritos.

Él, que en su escritura ha dado voz a la historia con toda certeza lo hará otra vez, con la misma tenacidad y honestidad, sin excusar, perdonar u omitir detalles. Como magistralmente lo hizo en su novela Margarita, está linda la mar.

Presencié en la Puerta del Sol, de Madrid, la protesta de un nutrido grupo de nicaragüenses que demandaban el fin a la represión que se vive en su país. Allí estaba, no solo el nuevo Premio Cervantes, sino también la escritora y poeta nicaragüense Gioconda Belli. Ella no dudo en calificar las protestas como la recuperación de la revolución sandinista, que le ha sido “robada” al pueblo. Para Belli: “La gente se ha cansado de la falta de democracia y libertad y de que hayan tratado de convertir al país en un feudo”.

En los setenta mucho se habló de la participación de los poetas en la revolución sandinista, entre ellos, Ramírez y el sacerdote Ernesto Cardenal (hoy de 93 años). Quizá hoy sean los poetas los que lleven a Nicaragua  una nueva revolución social de centro, que retorne al país a la democracia y permita su crecimiento y desarrollo, sin bloquear la libertad, respetando los derechos humanos.