“Reventaron mi violín” | El Nuevo Siglo
Viernes, 26 de Mayo de 2017

“Wuilly Moisés Arteaga es un símbolo de valor”

57 muertos en 57 días de protesta. Incontables heridos de cuerpo y alma;  un país destrozado desde adentro, y la democracia  masacrada por cuenta de un régimen, violento, ignorante y perverso.

Este miércoles, Wuilly Moisés Arteaga, el joven violinista que inspiró una de las columnas más bellas de Daniel Coronell (Revista Semana, 13 de mayo), fue atacado por la Guardia Nacional Bolivariana. Le arrebataron su violín; el mismo que ha esgrimido estos días de horror y protesta,  con la dulce fuerza de las notas aprendidas en la Orquesta Sinfónica Juvenil de Caracas. Mientras los gases lacrimógenos, las balas y la violencia se tomaban las calles de la capital venezolana, Wuilly tocaba su violín, como si nada y como si todo, confiado en la fuerza del arte, en el poder del optimismo, y en el valor de la música como agente redentor. Confiado, porque hagan lo que hagan y digan lo que digan, cosas sublimes -como la humildad y la música- son las que trascienden, y las que siempre encuentran la forma de ser más contundentes que la estúpida fuerza de la violencia armada.

Lo arrastraron por las calles colgado de una motocicleta, le pasaron la moto por encima de su pierna izquierda y al destrozarle las cuerdas del violín pretendieron destrozar lo indestructible: un símbolo.

Los símbolos sostienen tradiciones, culturas y sociedades. Los símbolos nos rescatan del olvido y del naufragio. Los símbolos perduran, trascienden y mantienen vivo el sentido de una causa, de una razón, de un clamor.

Son tan torpes los violentos, que no se dan cuenta de la pobreza de su falso poder.

¡Pobres agentes de la Guardia Bolivariana! ¡Pobres “Los Colectivos”, paramilitares organizados en escuadrones de choque, auspiciados por Maduro! Pobres, porque siguen como borregos aturdidos, las órdenes de un régimen desquiciado, cruel y decadente; y pretenden con perdigones de plástico y armas de verdad, con gases y patadas, vencer la voz de la democracia, la voz de un pueblo que merece comer, curarse, expresarse y renacer. Pobres quienes tienen que recurrir a la fuerza bruta porque nunca tuvieron la fuerza de la razón, de las ideas coherentes y de la bondad necesaria para construir sociedad. Pobres los cobardes y falsos poderosos, que no tienen más armas que la violencia para imponer su narcisismo absurdo, sobre los tejedores del bien común.

“Reventaron mi violín” dijo llorando Wuilly Moisés. Seguramente hoy recibirá otro, de los muchos que le han ofrecido. Y volverá a las calles, con su música y su protesta; y volverán sus notas llaneras, con la esperanza de no correr la misma muerte de Adrián Duque (la víctima #57) o de Armando, un niño de 17 años que tocaba la viola y fue asesinado por defender la democracia. Volverá Wuilly Moisés -salvado de las aguas, salvador, librado y libertador-. Volverá, porque a sus 23 años, es un símbolo de valor, de la lucha del espíritu contra los agravios y las balas; el símbolo de un pueblo con hambre, tristeza y justa rebeldía, que necesita con urgencia reconstruir ventura, desarrollo y dignidad. Reconstruir un país en libertad.

ariasgloria@hotmail.com