Entrevista. Monge, luz a temas que gobiernos no quieren ver | El Nuevo Siglo
Foto El Nuevo Siglo - Daniela Cuervo
Sábado, 6 de Mayo de 2017

Acercarse e intercambiar papeles entre las víctimas y los victimarios de los conflictos es lo que permite con su narrativa el escritor mexicano Emiliano Monge, ganador del premio iberoamericano de Novela Elena Poniatowska de la ciudad de México, quien en entrevista con EL NUEVO SIGLO, aseguró que con sus letras busca sacar de la oscuridad de estos temas a los gobiernos que no los quieren ver.

EL NUEVO SIGLO: ¿Su literatura es sobre México o la violencia o ambas cosas significan lo mismo?
EMILIANO MONGE:
Mi literatura es sobre las dos cosas, pero no significan lo mismo porque se puede escribir de México sin escribir de violencia y escribir de violencia sin escribir de México. En mi caso particular trato de explicar México, a través de una de sus características fundamentales que es la violencia.   

ENS: ¿Cree, como dice Juan Villoro, que México es un país apocalíptico: pasó el apocalipsis y sólo quedan sus restos?
EM:
No. Creo que Juan es un hombre inteligente, con él estoy de acuerdo en muchas cosas pero en esta no. Es un poco dramático pensar que México es el apocalipsis o que vivimos en él, somos un país que efectivamente atraviesa desde su nacimiento por un momento de mucha tensión con las violencias primigenias, la desigualdad, la miseria, la pobreza, el machismo, la violencia intrafamiliar, porque sí somos sociedades complejas, atrasadas en muchos asuntos pero que evidentemente en los dos siglos que tenemos de vida se ha ido dejando atrás el apocalipsis. 

ENS: ¿Está de acuerdo con la comparación: México es la Colombia de los años ochenta?
EM:
Se habló mucho de que México se estaba colombianizando a principio de los años dos mil, pero de lo que se debería hablar es de la narco traficación de México que es igual a la que sucedió en Colombia. Ahora quisiéramos estar con un proceso de paz como sucede en este país. 

La tragedia es que el narcotráfico pareciera que solo se puede eliminar echándolo a otra región, es decir ahora se está yendo a Centroamérica y se empieza hablar de la mexicanización que es lo mismo que se decía con la colombianización de México. 

Ojalá pudiéramos aprender ahora del proceso que Colombia ha seguido para dejar ciertas situaciones que nosotros no hemos podido dejar atrás. Es cierto que el narcotráfico lo gobierna todo en mi país, infiltrando todos los niveles del Gobierno, la sociedad, que impone la lógica de una violencia particular y que no hemos sabido todavía cómo enfrentarlo. 

ENS: ¿Por qué salen tantos Chapos y Escobares?
EM:
Porque el narcotráfico necesita, como todo, un negocio, una empresa, una cabeza. El Chapo, Escobar y Félix Gallardo, no son más que la cabeza de una empresa. Surgen en un doble sentido porque la industria del narcotráfico necesita jefes, debido a que la realidad social, política y económica de nuestros países orilla a muchísima gente a las actividades ilícitas, no deja espacio para otra cosa. 

En ese  mundo de los ilícitos no hay otra ley que la ley del más fuerte, teniendo la suficiente astucia y valor para ascender en las estructuras internas de los carteles. 

ENS: ¿Qué tan válido es comparar su narrativa con la de Daniel Sada?
EM:
Totalmente inválido, Daniel Sada era un genio. Hay una cordillera del siglo XX en la literatura mexicana y cada escritor quiera o no pertenece a una de las cordilleras de la tradición que lo rodea. 

Me gustaría pensar que me inserto en una tradición que empieza con José Guadalupe de Anda y que su último gran gigante es Daniel Sada, entre los cuales está por supuesto Efrén Hernández, Agustín Yáñez, Juan Rulfo, Jesús Gardea Rocha, Josefina Vicens, Inés  Arredond. Creo que en ese pequeño universo he vivido de él, aprendido de todos esos escritores hasta sin darme cuenta.

Lo que escribo por abordar la realidad, los temas que elijo, quizás me acerco un poco, pero Daniel Sada está muy por encima de mí y de cualquier escritor mexicano actual, porque él es uno de los grandes escritores de la literatura latinoamericana.

ENS: ¿Para qué sirve la literatura, sobre todo en contextos violentos?
EM:
Creo que la literatura como el arte en general, como la pintura, la escultura, la música, la comida, nos permite conseguir el traslado para volvernos otro, habitando la realidad de alguien más, que no solo implica habitar esta realidad sino también salir de la nuestra, dejándola y estar en la piel de otra persona, no solamente de la víctima sino del victimario y esto lo que genera es empatía.

Este sentimiento de empatía es la puerta de entrada a las soluciones que debemos encontrar las sociedades de la violencia. El camino de comienzo que tenemos es la empatía y la literatura es esto, una generadora temporal de empatías.  

ENS: ¿Por qué en su último libro, “Las tierras arrasadas”, toca el tema de la migración?
EM:
Estudié ciencias políticas y desde ese entonces la migración fue un tema constante de investigación y de estudio. 

La migración históricamente nos define como especie y hemos creído con mucha facilidad que las ciudades de la antigüedad se amurallaban por el combate y por la guerra, pero en realidad se rodeaban por paredes para mantener afuera a los migrantes que llegaban para darles el lugar de la cuarentena, es decir estas murallas nacieron para detener la migración.

Actualmente es el síntoma más claro de las contradicciones de los sistemas capitalistas, no hay una sola frontera entre el primer y el tercer mundo donde no esté pasando una crisis humanitaria. Se ve en la frontera de México con Estados Unidos; en el África subsahariana tratando de llegar a Europa por el Mediterráneo, en el cuerno de África tratando de llegar a las anarquías petroleras de los Emiratos Árabes; Asia tratando de entrar a Europa, el sudeste asiático tratando de ir a Australia. En todos esos casos lo que se vive es una tragedia humanitaria, porque hay cientos de miles de muertes de gente que ya no migra sola.

Ahora estas migraciones ya no solo las hacen una o dos personas sino pueblos enteros, que se van buscando sobrevivir y cuando sucede esto se está hablando de una diáspora, de pueblos que intentan encontrar un nuevo lugar dónde poder existir, por consecuencia de una guerra económica o la del gran capital en cámara lenta pero al final es una guerra donde se cambian a los soldados por los hombres de negocios, por las grandes corporaciones transnacionales.

ENS: ¿Cree que los muros son la solución?
EM:
Claro que no, pero tampoco creo que Donald Trump esté haciendo nada nuevo, porque el muro del que habla solo le falta un pedazo, debido a que las administraciones que han construido más paredes fueron Bill Clinton y Barack Obama.

El presidente que más migrantes ha deportado es Obama, porque en los primeros cien días de su gobierno deportó a 67 mil personas, Donald Trump solo deportó a 21 mil, es decir que Trump grita más fuerte. La política de estado de Estados Unidos lleva siendo mucho tiempo la misma.

Quitarse las máscaras es lo que ha venido haciendo Donald Trump, porque la sociedad americana es profundamente racista, y hacer esto hace ver las contradicciones y es mejor a largo plazo que estar fingiendo como lo hacía Obama, pero los muros nunca han sido la respuesta porque se puede brincar, lo que hace es que vuelve la migración más peligrosa.

ENS: ¿Por qué se dedicó a las ciencias políticas? 
EM:
Por idiota, si pudiera regresar a ese momento decidiendo  me daría unas cachetadas. 

Porque quería hacer una carrera que fuera cercana al humanismo, no me interesaban otras carreras que son tan específicas como historia o derecho y literatura. No quería estudiar porque tuve un consejo muy sabio de un amigo, que la gente que estudiaba letras se volvía crítica y no escritora. Lo que quería era escribir y me parece que para esto debía tener una carrera más amplia, además siempre he tenido el interés político muy marcado, debido a que mi padre fue guerrillero y eso incidió mucho para que fuera politólogo. 

Uno escribe para la sociedad no para el Gobierno, además la literatura que a mí me interesa no es la que da respuesta sino tiene que ser una pregunta, generando cuestionamientos más que explicaciones.