El mundo al revés | El Nuevo Siglo
Jueves, 25 de Mayo de 2017

Me desperté en mi primer Día de la Madre con otra columna de burla y atropello, que más que divertir, buscaba ridiculizarme y ridiculizar a cualquiera que me apoye o me muestre cariño. Me he ido acostumbrando al matoneo: el maltrato que me dan como si yo no fuera una persona. Cada cierto tiempo, como ustedes lo saben, soy objetivo de los insultos y la canalización del odio de humoristas, periodistas, funcionarios que incendian hordas de odio y atropello en las redes sociales. Dirán que con razón -no quiero discutir ahora esas razones- Mi punto es que nada lo justifica. Aun habiendo razones, y hasta justificaciones, nadie debería ser matoneado. Ni siquiera los matoneadores -que en últimos días han sido víctimas de su propio invento-.

Bueno… Sigo con mi celebración de Día de la Madre y la columna que me violentaba. Lo sorprendente es que el escrito no se limitaba a mí;  se reía de quien se sintiera contento con mi intervención en la convención del Centro Democrático y aprovechaba para burlarse  también del nombre de mi pequeña, Amapola, y de un futuro hijo que tuviera.

Yo no podía hacer nada -como sucede con quienes son víctimas del bullying- por eso es tan frustrante. No podía salir a burlarme del burlador, porque como lo he dicho no creo en el matoneo, ni puedo sentarme a llorar para ser aún más burlada. Pero algo en este día cambió; me admiró que las personas en la red empezaron a mostrarse solidarias e indignadas; agradecí el gesto. Sin embargo, lamenté que terminara en otro nuevo linchamiento.

Sin embargo,  lo más sorpresivo estaba por venir: el “matoneador-matoneado” salió con una carta posando de víctima y dándole a la reacción espontánea de los usuarios un contexto de importancia política de la que él -con todo respeto- carece.

El humor es humor y no matoneo, eso es lo que el autor parece no entender. La manera ruin de referirse a aquellas personas que no son de su agrado no se justifica, por divertida que a su mente le parezca. Que burlarse del nombre de una niña es un chiste, que maltratar verbalmente a una mujer es una broma, y que los esfuerzos ajenos porque ser políticamente adversos se pueden tratar como una historieta, que causarle malestar a otros es un chasco que sirve para divertirse…

La cúspide del mundo al revés es que se pretenda ahora que los cometarios de solidaridad de mis compañeros de partido -que vale la pena señalar no fueron los que iniciaron los comentarios en redes- son una forma de estigmatizar y perseguir al poderoso humorista. En vez de posar de víctima, y anunciar que desde su trinchera seguirá disparándonos, habría sido mejor una reflexión crítica sobre sí mismo, para tratar de construir un clima político mejor para Colombia.

Por una nariz se gana una carrera, con una nariz se saca una risa, pero con una nariz no se tapa el atropello y las equivocaciones.