Turno para las letras | El Nuevo Siglo
Viernes, 6 de Abril de 2018
  • Bogotá se engalana con la Filbo 2018
  • Homenaje a Borges y García Márquez

 

La Feria Internacional del Libro en Bogotá (Filbo), que se efectuó por primera vez en 1957, cuenta tradicionalmente con un público fiel que pasa de los 500 mil asistentes, volumen que  tiende a aumentar año tras año. No en vano, según lo evidenció una encuesta esta semana, viene en aumento el número de colombianos a los que les encanta leer y conocer nuevos escritores y horizontes literarios.

La Filbo de este año, que comienza en los próximos días, estará como alquilar balcón, sobre todo por el país invitado de honor: Argentina. Para nadie es un secreto que la experiencia literaria acerca a las naciones, en especial cuando son países unidos por el idioma castellano, uno de los más ricos del globo y vehículo sin igual para expresar ideas, emociones y sensibilidades poéticas, musicales y artísticas. Un castellano que nos viene de la edad de oro de este idioma, puesto que la obra de Cervantes coincide con su expansión por nuestro continente. Situados Colombia y Argentina en los dos extremos de la parte sur del continente, con una distancia por tierra similar a la que tiene nuestro país con Europa, es innegable que ha faltado un mayor contacto entre ambos pueblos, una falencia que se ha suplido, en parte, por el conocimiento de las obras de los principales escritores de ambas naciones.

Por fortuna, plumas de la talla de Jorge Luis Borges y Gabriel García Márquez han aumentado esa pasión bilateral por la literatura. Los dos son escritores universales, traducidos a todos los idiomas. El gaucho se ganó en Colombia, desde sus primeros cuentos, un público que le continúa siendo fiel de generación en generación. Y Gabo, cuando aún era un desconocido, consiguió que un editor argentino publicara su obra cumbre “Cien años de soledad”, con tanto éxito que la primera edición se agotó en pocos días. Buenos Aires en ese tiempo figuraba entre las urbes culturales más reputadas. Tener éxito entre los sofisticados lectores porteños, y por lo mismo exigentes, presagió casi que de inmediato que el colombiano ganaría merecida fama internacional.

Borges y García Márquez tienen en común que gran parte de sus escritos rondan la ficción. Ambos trazaron su propia ruta en el campo de la literatura, dejando que su imaginación y prosa se vertieran al papel. El de Aracataca es en ocasiones un poeta que reescribe la vida colectiva con musicalidad artística en prosa, en tanto Borges es prosista y poeta admirable. Los dos son orgullo de las letras de la Hispanidad y simbolizan la fuerza y belleza del castellano. Lo que los universaliza. El espíritu de uno y otro estará presente en la Feria para deleite de los visitantes.

La historia enseña que la expansión del castellano se abre paso en todos los continentes y urbes, propiciando un mayor intercambio comercial e intelectual. Por lo mismo las ferias literarias y  acontecimientos culturales cuentan con un selecto público, interesado en su gran mayoría por el aporte de las principales, y también las nóveles, plumas. América es el único continente donde se puede atravesar de punta a punta el territorio hablando el mismo idioma, generando una cosmovisión muy extendida.

Recrearse en la lectura, ejercitar la imaginación y mejorar el vocabulario les sirve a las gentes para expresarse mejor. Los que leen suelen ser más sosegados y propensos al diálogo, el entendimiento y el debate de las ideas. No en vano se afirma que la riqueza literaria de un pueblo suele ser la señal de su nivel predominio en otros campos. Afortunadamente el interés por cada versión de la Filbo muestra una Colombia ávida de cultura, autores, enseñanzas y del divertimento que constituye tener un buen libro a la mano.

La Feria Internacional del Libro es, también, un punto de encuentro cultural y de negocios, en el cual los autores pueden entrar en relación con los editores y conocer de la posibilidad de darse a conocer a nivel internacional. Lo mismo que se constituye en una tribuna sin igual para recibir el aplauso y la crítica de quienes los leen, un paso  fundamental para entender qué tanto se cumple esa misión de escribir y hacerse entender. Bienvenida, pues, esta nueva fiesta de las letras.