Sin paz y con coca | El Nuevo Siglo
Lunes, 16 de Abril de 2018

“Lo de Santrich cuestiona legitimidad del Acuerdo”

La captura con fines de extradición de alias Santrich abre un escenario de incertidumbre en el proceso de implementación del acuerdo de paz con efectos que trascienden los problemas que hasta hoy ha confrontado. Ya no se trata de incumplimientos puntuales a los compromisos adquiridos por parte del gobierno y del nuevo partido de la Farc, ni de los referidos a su desmovilización y desarme, ni de los vinculados a la presunta corrupción en la destinación de los fondos disponibles, sino de conductas delictuosas que afectan la legitimidad misma del acuerdo. No será con las acostumbradas denuncias de montajes y conspiraciones contra la paz con que la izquierda colombiana siempre responde a las investigaciones contra sus dirigentes, como se pueden eludir las consecuencias de lo sucedido con uno de los miembros de la cúpula fariana.

Las pruebas aportadas por la Corte del Distrito Sur de Nueva York para sustentar la acusación de conspiración con el más poderoso cartel narcotraficante mejicano, para introducir a los Estados Unidos 10 de toneladas de cocaína, sugieren la pertenencia del sindicado a una poderosa organización colombiana de narcotraficantes, dueña de los cultivos, los laboratorios y los medios aéreos que semejante operación exige. Le corresponde a la Fiscalía General de la Nación adelantar la exhaustiva investigación que permita el desmantelamiento del aparato criminal, la identificación y judicialización de sus miembros y la imposición de las ejemplares condenas a los responsables de los delitos cometidos. El país confía en la capacidad, verticalidad, coraje y eficiencia del Fiscal General de la Nación para desentrañar la verdad de lo ocurrido, hoy indispensable a la tranquilidad, seguridad y convivencia de los colombianos.

Se trata de una crisis de inmensas proporciones. Abre extenso paréntesis en la implementación del acuerdo y cuestiona la legitimidad y credibilidad del mismo. Siembra comprensible duda sobre la buena fe de la Farc y exige claros, y ojalá, prontos resultados de las investigaciones en curso que desafían a las instituciones creadas por el acuerdo y retan la voluntad política del gobierno para anteponer la verdad a cualquiera otra consideración. Tiene alcances y repercusiones, no solamente sobre el destino del acuerdo de paz y del partido político Farc, sino también sobre las relaciones internacionales de Colombia, la seguridad nacional y la capacidad de nuestras instituciones de afrontar y resolver el mayúsculo reto que confronta.

Desgraciadamente, las primeras respuestas apuntan hacia el entorpecimiento de las investigaciones que nos dejan expuestos a circunscribir la crisis a la extradición del sindicado o a su elusión, como si lo que estuviere en juego no fuera la capacidad del estado colombiano para erradicar la percepción de que hasta el acuerdo de paz está impregnado de narcotráfico.