Impunidad | El Nuevo Siglo
Lunes, 9 de Abril de 2018

Tal vez el sentimiento que produce la impotencia de no lograr cambios en la forma como se gobierna el país es el de la frustración que desemboca en la rabia y en el resentimiento.

Al año se pierde por culpa de la corrupción, 50 billones de pesos; es decir, el equivalente al 20% del presupuesto público. Cifra que conlleva a la siguiente pregunta, ¿Cuántas personas son responsables al año del detrimento de los recursos de la nación? ¿Cuántas de ellas van a la cárcel?

Las noticias sobre los presuntos robos son el pan de todos los días:  que pilas se roban eso por allá, que ojo que el acueducto no dio agua, que las casas salieron rotas, que a los niños no les llega la comida, que los enfermos se mueren haciendo fila en las clínicas.

Los que roban saben que las posibilidades de ser investigados son escasas y que si los llegan a investigar y a juzgar, los castigos son bajiticos. Para la prueba el caso de Alejandro Lyons, el ex gobernador del Departamento de Córdoba. Confesó haberse embolsillado $8.900 millones de pesos de las regalías del departamento que administraba. Eso le costó a la nación la pérdida de $89.000 millones de pesos. ¿Será que solo se robó solo el 10%? 

La pena fue sólo 5 años en presión y pagar una cifra cercana a los cuatro mil millones de pesos. 

Así las cuentas no le cuadran a la ciudadanía que con impotencia observa cómo saquean las entidades del Estado y al ladrón no le pasa nada. La justicia le medio muestra los dientes a los corruptos, pero al final, la premisa de ser “pícaro paga” no ha podido desvirtuarse en un país que necesita meter a los corruptos a la cárcel, sin contemplaciones ni beneficios.

Yo me pregunto una y otra vez: ¿Qué pasa cuando la Procuraduría, la Fiscalía y la Contraloría han sido avisadas con tiempo de posibles casos de corrupción y no actúan de inmediato. ¿Quién responde? ¿Hay acaso una instancia superior que les diga a esos administradores de justicia, que no hicieron la tarea?

Al fiscal anticorrupción que agarraron corrompiendo a la Fiscalía sólo le metieron 3 años de prisión.

Así los corruptos se ríen y delinquen porque resulta un buen negocio. 

Por eso cuando se le toma el pulso al país la gente manifiesta, con razón, rabia, indignación y frustración. Pero luego de manera cínica y soberbia los mismos ladrones tildan de desagradecidos a los colombianos porque no aplaudieron las obras que se hicieron con lo que no se robaron. Cuando haya un gobierno que respete la sacralidad del dinero público y no se lo robe, con seguridad será aplaudido.

Entretanto los ladrones se tendrán que aguantar los chiflidos y un gran repudio y rechazo social. De eso no se salvan.