Venezuela: ¿democracia o dictadura? | El Nuevo Siglo
Miércoles, 12 de Abril de 2017

Al ver las multitudinarias marchas de los opositores en Venezuela, difundidas a diario por los medios de comunicación, la gente se preguntan ¿Cómo es posible que el gobierno venezolano  siga en pie? Al conocer la caída en las encuestas del presidente Nicolás Maduro, el observador imparcial se hace la misma pregunta. Al informarse sobre los efectos de la inflación más alta del mundo sobre el poder adquisitivo de las masas, se establece que la población se empobrece día tras día, lo que implica que con un salario mínimo no alcanza ni para un mercado. Y el Gobierno sigue ahí. Las tasas de desempleo y destrucción de las fuentes de producción son abismales, en tanto la agricultura y la industria tienden a desaparecer. Y el Gobierno insiste en sus discursos, que como una letanía repiten la monserga de Hugo Chávez, como si aún viviera.

A los países que viven en democracia y donde por medio de elecciones libres se  respeta a la alternación en el poder, les llama vivamente la atención que en Venezuela el Gobierno pierda las elecciones de cuerpos colegiados y que el gobernante, con su “cantaleta revolucionaria”,  siga concentrando el poder. Lo que no se dan cuenta muchos de los observadores internacionales es que ya hace más de diez años en ese país se levanta un aparato estatal basado en el modelo represor de dominación y domesticación similar al de Cuba. Incluso la alianza con el régimen de esa isla hace de Venezuela su apéndice, con millares de milicianos cubanos y de misiones “pacificas o cívicas” dispersas por el país, así como camuflados en el gobierno y los cuerpos oficiales. Y ese modelo ha permitido a los castristas permanecer en el poder por más de medio siglo. Es por ello que de lo que se trata en Venezuela es de evitar que el autoritarismo a la cubana consolide la revolución.

La única diferencia es que en Cuba llegaron los Castro al poder por medio de las armas, mientras que  en Venezuela Chávez, avanzó ganando una y otra vez las sucesivas elecciones. Chávez selecciona a dedo a su sucesor Nicolás Maduro, en violación de los mandatos constitucionales y el Gobierno avala su poder en otras elecciones donde se sintió el tufillo del fraude. Ello da inicio a un sistema autoritario disfrazado de democrático, en el que casi a diario el Gobierno invoca la Constitución para violarla y hacer  lo que le viene en gana. Y así hasta que,  como de improviso, el chavismo pierde las últimas  elecciones de cuerpos colegiados, y la oposición obtiene la mayoría de diputados para ejercer el control político en el país. Eso cambia la relación de fuerzas y desde ese instante el Gobierno se concentra en mover sus fichas para diluir el poder de  la Asamblea.

Es en ese momento cuando Maduro quita la máscara democrática y anula las credenciales a los diputados de la Asamblea por el Amazonas, mediante un fallo arbitrario de las autoridades electorales, que avala el Tribunal Supremo de Justicia,  al servicio del gobierno. En tanto los entes de control están al servicio de Miraflores, para intentar acallar y torcer la denominada voluntad popular. La misma que mayoritariamente vota por democratizar el país.

Así que la lucha que libran los venezolanos en las calles es por restaurar la democracia, que hoy es como un remedo y el Gobierno cuenta con milicias urbanas, represión e  instrumentos para mantener sometida por la fuerza y el hambre a las masas. Por tal razón,  el Departamento de Estado de los Estados Unidos hace un llamado al Gobierno para que no siga “silenciando a las voces opositoras” como la de Henrique Capriles, gobernador del Estado Miranda, inhabilitado por 15 años por la Contraloría General de la República por defender la democracia. Estados Unidos reaccionó a ello indicando que  “ve con gran preocupación las acciones del Gobierno de Venezuela para vetarlo".

El secretario de Estado, Rex Tillerson, manifiesta que las recientes manifestaciones contra el chavismo en Caracas son "un eco" del deseo del pueblo venezolano de” ir a unas  elecciones prontas, exigir el respeto a la Constitución y a la Asamblea Nacional, así como la  libertad para los presos políticos".  La solidaridad con la oposición de Venezuela y la restauración de la democracia ya la había manifestado el presidente Donald Trump al recibir en la Casa Blanca a Lilian Tintori, la esposa de Leopoldo López, preso político condenado por ser opositor al régimen. Tillerson, hace un llamado para que los venezolanos se manifiesten por la democracia y el Gobierno respete su derecho disentir y protestar en las calles.