Recordemos la historia | El Nuevo Siglo
Lunes, 3 de Abril de 2017

La semana pasada afirmé que debemos aprender de las buenas prácticas gubernamentales que se aplican en países desarrollados; intenté mostrar algunos ejemplos.

Pero una aguda pregunta de uno de mis discípulos me ha hecho reflexionar sobre hechos de nuestro pasado republicano que pudiéramos utilizar como ejemplo también. Encontré varios casos de eficaz lucha contra la corrupción que deben considerarse hitos o referentes a incorporar al ADN de nuestra república para siempre.

La pregunta surgió al desarrollar en clase el mecanismo previsto para reemplazar al Vicepresidente de Colombia cuando se produce la vacancia del cargo por renuncia de quien fuera elegido también por voto popular.

Después de la explicación teórica del proceder que imponen nuestras normas, debatimos la vocación potencial de cualquier Vicepresidente para llegar a ocupar la primera magistratura.

A esas alturas noté que todo el salón quería saber si era posible que el Presidente Santos renuncie ante el escándalo en que está inmerso y si el General Naranjo podía llegar a reemplazarlo.

Fue en ese momento que aquel estudiante, interpretando el sentir de algunos, interrumpió afirmando: profesor pero aquí nunca ocurrirá eso, aquí los Presidentes no se caen…solo recordemos el proceso 8.000 en el que no nada pasó, remató ¿Alguna vez un presidente se cayó o renunció?

Teniendo claro que la historia ya no se enseña, contesté, casi finalizando la clase: bueno, si ha pasado en otras épocas. Por lo menos dos veces en el siglo pasado, repetí; una con un Presidente conservador, Marco Fidel Suarez, finalizando la segunda década del siglo y otra con el liberal Alfonso López Pumarejo unos veinticinco años después.

Además recordemos que durante el siglo XIX el propio libertador Bolívar renunció a la Presidencia acosado por enemigos y contradictores, otros fueron derrocados.

La clase terminó con dichas afirmaciones, les dejé tarea para una mejor ilustración y así poder continuarla la próxima semana.

Pero de todos estos ejemplos, diría que el caso de Marco Fidel Suarez es el de mayor relevancia, ocurrió luego de fogosos debates promovidos por un joven copartidario suyo, Laureano Gómez Castro, una estrella naciente en la política colombiana, quien lo acusó de indigno de ejercer el cargo por haber vendido su sueldo a un banco extranjero por las dificultades económicas que enfrentaba debido a la quiebra del fisco nacional que no pagaba sus sueldos.

Suarez, a pesar de sus buenas ejecutorias como gobernante y sin haber cometido ningún acto de corrupción, no encontró respaldo en ningún partido político, como tampoco en los medios periodísticos; dimitió, saliendo, sin embargo, con la cabeza erguida. Algunos años después el Congreso lo absolvió de las acusaciones. El caso de la renuncia del Presidente López tuvo otras características…

Con estos ejemplos, podemos afirmar que en ciertos momentos, en presencia de grandes hombres, hechos, tal vez, de otra arcilla, con leyes más estrictas y sin los toneles de mermelada de hoy, algunos Presidentes acorralados por hechos tozudos, supieron dar un paso al costado y abandonaron el poder.

¿Estaremos a punto de recrear la historia?