Los 110 años de doña Bertha | El Nuevo Siglo
Lunes, 17 de Abril de 2017

Escribir acerca de doña Bertha, me lleva a la edad de siete años, porque el recuerdo que tengo de ella, es el de la transmisión por televisión de las exequias de su ilustre esposo, el doctor Mariano Ospina Pérez, Presidente constitucional de Colombia de 1946 a 1950, época en la cual promovió como primera dama de la nación la huerta casera, para que cada familia tuviera en su casa lo mínimo en la mesa.

De esas exequias recuerdo el dolor de la viuda, que siempre firme en circunstancias adversas, perdía en ese momento al hombre que la había desposado cincuenta años atrás. En el recorrido se acercó a ella un niño, recuerdo que un compañero de universidad de una tía mía, quería hacerle un homenaje a la viuda del presidente y logró “colar” a su hijo para que la acompañara. Cuando los guardias de la seguridad quisieron separarlo del cortejo, ella dijo “déjenlo, es de la familia”. Obviamente ese muchacho no lo era, pero para doña Bertha, la familia era lo primero y acordarme aún hoy de eso, más de cuarenta años después, significa que el gesto de la señora me quedó grabado para siempre.

El padre de doña Bertha fue  el industrial Antonio María Hernández, fundador de la Compañía Antioqueña de Tejidos, del Banco Comercial Antioqueño, de la Compañía Colombiana de Tabaco y del Ferrocarril de Amagá. Por su parte, Mercedes Fernández Echevarría era la madre de doña Bertha. Fueron los hijos del matrimonio Ospina Hernández: Mariano, Rodrigo, Fernando; Gonzalo y María Clara.

Fue la presidenta de la Organización Femenina Nacional, institución fundada con el propósito de reunir a las mujeres colombianas para luchar por el reconocimiento de sus derechos civiles y políticos y del derecho al sufragio, que se depositaría por primera vez el 1 de diciembre de 1957. También luchó por la igualdad salarial de las mujeres y a ocupar altos cargos directivos del Estado, y contra la discriminación con los despidos por matrimonio o embarazo.

Primera figura femenina de la política del país, llegaría al Congreso de la República como Senadora de la República, ocupando por más de veinte años una curul. También escribió su columna “El Tábano”, publicada en “El Siglo” y luego en “La República” y los libros “El Tábano y la enjalma”, “La mesa campesina” y “Mis jardines de orquídeas de La Clarita”, pues fue una de las orquideólogas más importantes del país.

Ahora que el Banco de la República emitió tantos billetes, quedó faltando ese homenaje público y otros para doña Bertha.

hernanolano@gmail.com