Entendiendo la realidad mundial | El Nuevo Siglo
Lunes, 17 de Abril de 2017

Cada vez que utilizo la aplicación Google Earth no sólo me beneficio sino que me sorprendo ante la información que suministra sobre la privilegiada ubicación que ocupa Colombia.

Pocos lugares hay en el globo terráqueo tan bien situado como el nuestro. Podríamos utilizar un eslogan del departamento de Antioquia, hoy en desuso, para afirmar que somos la mejor esquina de América, pero también uno de las mejores del planeta.

Esta es la puerta de entrada a América del Sur, además de puente que conecta con América Central y con la del norte.

Tenemos más de dos mil kilómetros sobre los dos principales océanos, lo que nos brinda ventajas permanentes,  como el que un barco que zarpe de cualquiera de nuestros puertos alcanza uno en Estados Unidos en menos de tres días, ocurriendo igual si se dirigiera hacia el extremo sur del continente.

Ubicación tan privilegiada debe ser envidiada por muchos países desarrollados que carecen de ella; sin duda sabrían sacarle mucho provecho.

Pero desafortunadamente nosotros no tenemos clara conciencia de semejante privilegio ni le sacamos beneficios económicos.

Vivimos de espaldas al mundo, sumidos en una dura realidad que nos gusta frecuentemente magnificar, nos miramos permanentemente el ombligo, ubicado, por cierto, en nuestra mediterránea y bella capital cuyo clima perpetuamente fluctúa entre la  primavera y el otoño.

La mejor prueba del desaprovechamiento de nuestra ubicación lo muestran los magros balances de nuestro intercambio comercial.

Somos uno de los países con las más bajas exportaciones per cápita en Latinoamérica y sabemos poco de lo que ocurre más allá de nuestras fronteras.

Debemos proponernos entender mejor el mundo que nos rodea y a participar activamente en las oportunidades que se nos ofrecen. Esta debe ser tarea de los centros educativos y de los medios en general.

Es necesario que comprendamos, por ejemplo, lo que ocurre por estos días con las noticias emitidas por  las agencias occidentales que no encuentran explicación a la desmarcada que el Presidente Trump dio frente a Putin el gobernante Ruso, plantándole cara y cuestionándolo enérgicamente por su apoyo permanente al tirano y genocida Sirio, al que castigó con dureza.

Los titulares del New York Times, medio que había mostrado a su Presidente como un pelele del Moscú, no atinan a calificar el hecho.

Ante la defensa contundente dada por Washington a un pueblo desprotegido no saben cómo  felicitar la acción. Para ellos el magante rubio sigue siendo el ogro de la historia, esa continúa siendo su sentencia.

Pero, lo cierto es que sus acciones bélicas y diplomáticas muestran otra cosa. El miércoles en Moscú el jefe de la diplomacia americana clamó por una condena conjunta de las dos potencias al inhumano régimen de Damasco.

Los rusos, sin embargo, no están convencidos que derrocar tiranos conduzca siempre a una mayor estabilidad. Ponen por ejemplo lo ocurrido recientemente en Irak y en Libia.  Estamos obligados al seguimiento de todo esto.

PD: Es bueno que Trump haya sido enterado directamente por Pastrana y Uribe sobre Colombia y Venezuela.