El desafío de Corea del Norte | El Nuevo Siglo
Sábado, 29 de Abril de 2017

La actual Corea del Norte emerge a la política internacional como consecuencia del derrumbe militar del Imperio de Japón, potencia que durante siglos había sido determinante para mantener el orden en la geopolítica asiática. A la caída militar del régimen nipón, en los estertores de la II Guerra Mundial, como consecuencia del implacable ataque nuclear de los Estados Unidos, Washington resolvió trazar una línea imaginaria en el territorio de la antigua Corea, con la finalidad de equilibrar el pulso geopolítico. La parte norte quedaría bajo el influjo de la Unión Soviética y la sur a cargo de Washington y sus aliados.

Así las cosas la Guerra Fría libró su primera gran batalla con armas convencionales entre las dos Coreas, a comienzos de la década de los 50 el siglo pasado. La del norte apoyada por los rusos y China, en tanto Estados Unidos brindó amplio respaldo militar y financiero al sur. Unos 40 países se alinearon con Washington en esa confrontación bélica, incluida Colombia, que durante el gobierno de Laureano Gómez envió un batallón a luchar. Nuestros soldados dieron muestras de su valor y disciplina para defender la zona del llamado Paralelo 38. Como se emplearon armas convencionales (es decir no nucleares) ninguno de los bandos consiguió infligir al contrario la derrota total. Por lo que después de tres años de hostilidades se consiguió un acuerdo político que permitió la existencia de las dos Coreas, sin que se firmara el final de la guerra que, en teoría, sigue.

Es así como Corea del Norte considera que al no perder la guerra y sobrevivir por décadas ganó el derecho a existir. Lo cierto es que los gobiernos dinásticos del comunismo norcoreano han sobrevivido sin inmutarse a la caída de la ‘cortina de hierro’ y el derrumbe del muro de Berlín. Para ese régimen nada cambió y está convencido de su deber de luchar hasta el final por prevalecer. Pyongyang cuenta aún con el menguado apoyo chino y ruso, así como con amistades en terceros países antagónicos a Estados Unidos. Lo cual quiere decir que sigue en guerra, así sea limitada a lo político, no solamente con Corea del Sur sino con Washington. Una premisa que no debe perderse de vista en medio del escenario geopolítico actual.

Es claro que Estados Unidos cuenta hoy con un aparato militar que le permitiría, de proponérselo, arrasar de nuevo con esa nación asiática, incluso sin tener que exponer sus efectivos militares en una invasión por tierra. Del otro lado, la incógnita por resolver es si Corea del Norte tiene misiles balísticos y nucleares con capacidad trasatlántica, es decir capaces de sortear las defensas aéreas norteamericanas, aunque también se sabe que podría lanzar ataques contra Corea del Sur o Japón, aliados occidentales.

Una segunda incógnita por resolver gira en torno a si Rusia o China han dotado de armas y tecnología bélica al régimen de Pyongyang.

Lo evidente es que hoy por hoy Corea del Norte está aislada y convertida en un estado paria. Por lo mismo no pocos analistas se preguntan qué sentido tiene subir la tensión política y militar con ese país, en lugar de seguir ejerciendo presión mediante sanciones políticas, diplomáticas o económicas.

En medio del secretismo que rodea todo lo que pasa en Corte del Norte así como del perfil enigmático de su cuestionado líder, Kim Jong-un, hay quienes consideran que por más demostraciones que este último haga de su arsenal de misiles y poderío militar, en el fondo es incapaz de ir a una verdadera guerra. Pero también hay gobiernos y analistas que sostienen que el líder norcoreano es en extremo peligroso, imprevisible y que incluso se siente “iluminado” para conducir un conflicto militar de consecuencias incalculables para él y su atribulada población.

En el entretanto, muchos en Corea del Sur sostienen que Estados Unidos se ha apaciguado en la última década y no está dispuesto a cazar un nuevo pleito internacional, así ello implique desconocer su papel de ‘policía internacional’.

En las últimas semanas, las tensiones entre las dos coreas y las de Pyongyang con Washington han aumentado. Tras lo ocurrido con el ataque norteamericano a una base militar siria y la utilización de una poderosa bomba contra un blanco del ‘Estado islámico’ en Afganistán, se teme el gobierno Trump decida darle un duro escarmiento a Corea del Norte por sus desafiantes pruebas con misiles y como una nueva muestra del cambio de la Casa Blanca en materia geopolítica.

El mundo civilizado está preocupado por la situación en esta región asiática. Cuando quienes se mueven en el tablero de la política internacional amenazan con usar la fuerza y tienen en sus arsenales armas nucleares, todo puede suceder. Corea del Norte sigue apostando a la estrategia del ‘paraguas nuclear’ como una fórmula para ganar espacio internacional y equilibrar el pulso geopolítico. La pregunta es una sola: ¿Con Trump, que ya demostró que no le da miedo tomar la iniciativa y golpear primero, la seguirá funcionando esa táctica?