El ambiente y los “desastres naturales” | El Nuevo Siglo
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Domingo, 23 de Abril de 2017
Alvaro Sánchez

 

A nadie se le ocurriría hoy por hoy discutir el hecho cierto de que durante el proceso lento o rápido, según la perspectiva en que se mire, de la evolución humana, el hombre ha tenido avances muy significativos pero también errores profundos y trascendentales que lo han llevado a seguir caminos equivocados en el manejo de nuestro planeta.

Caminos que se han adoptado sin tener ningún tipo de consideración para con La Tierra. Y caminos, además, que se han ido convirtiendo en una suerte de posiciones ideológicas y partidistas, alejadas de toda racionalidad ambiental y que suelen discurrir entre discusiones que se alejan substancialmente de lo técnico.

En algún punto del camino algunas personas detectan las equivocaciones cometidas y lanzan gritos de alerta que permiten rectificar. Pero ello ocurre generalmente demasiado tarde para lograr una total recuperación de los errores cometidos.

Con lo anteriormente expuesto no me refiero únicamente al ser humano de hoy o de la post-revolución industrial, sino a todo el género humano desde su aparición misma en el planeta. Los descubrimientos o inventos primitivos tales como la rueda o el control del fuego causaron en su momento deterioros en los entornos de las primitivas civilizaciones, sin mencionar el daño causado por el desarrollo de la ganadería y de la agricultura misma.

A partir de la Cumbre de Estocolmo, desarrollada en 1972, el hombre de nuestros días ha comenzado a dar algún tipo de prioridad a los temas relacionados con el medio ambiente, el cambio climático y el efecto invernadero o calentamiento global. Esta conciencia repentina obedece principalmente al reconocimiento, tácito en sus inicios y actualmente explícito, que la sociedad viene haciendo de la influencia de su comportamiento en los mal llamados “desastres naturales”. Tesis que se reiteró en las siguientes cumbres sobre medio ambiente.

En todas estas reuniones se omitió la discusión sobre el sufrimiento y daño que los humanos estamos sintiendo o hemos sentido por efecto de los “desastres naturales” y, más bien, se ha hecho énfasis en el daño hipotético que podíamos causar a las generaciones futuras.

Metas

En este contexto la comunidad internacional ha puesto en marcha todos los mecanismos de que dispone para fortalecer el cuidado y preservación del planeta. Incluso la Organización de Naciones Unidas incluye dentro de los Objetivos del Milenio el tema ambiental. Lo hace en el séptimo capítulo que titula “Garantizar la Sostenibilidad del Medio Ambiente.” Las metas planteadas en 1999 en este título son claramente una protección a la supervivencia en el planeta. Veamos:

  • Incorporar los principios del desarrollo sostenible en las políticas y los programas nacionales así como reducir la pérdida de recursos del medio ambiente.
  • Haber reducido considerablemente la pérdida de diversidad biológica en 2010.
  • Reducir a la mitad, para 2015, la proporción de personas sin acceso sostenible al agua potable y a servicios básicos de saneamiento.
  • Haber mejorado considerablemente, en 2020, la vida de al menos 100 millones de habitantes de barrios marginales.

Claramente a la fecha no se ha cumplido en el globo ni siquiera un 25% de las metas vencidas y se vislumbran pocas posibilidades de que se cumplan las de 2020. Esto muestra un fracaso total en la política mundial de protección al medio ambiente.

Existen también algunos indicadores que muestran dicho fracaso y que están incluidos dentro del mismo título para permitir la comparación entre los estados de 2010, 2015 y 2020:

  • Proporción de la superficie de tierras cubiertas por bosques. (En disminución).
  • Emisiones de dióxido de carbono (totales, per cápita y por cada dólar del producto interno bruto (PPA)) y consumo de sustancias que agotan la capa de ozono. (En aumento).
  • Proporción de poblaciones de peces que están dentro de unos límites biológicos seguros. (En disminución)
  • Proporción del total de recursos hídricos utilizada. (En aumento).
  • Proporción de zonas terrestres y marinas protegidas. (En aumento pero sin control real sobre la protección en muchos de los casos).
  • Proporción de especies en peligro de extinción. (En aumento).
  • Proporción de la población con acceso a mejores fuentes de agua potable. (Estable).
  • Proporción de la población con acceso a mejores servicios de saneamiento. (En disminución).
  • Proporción de la población urbana que vive en barrios marginales. (Con ligera disminución).

Rectificación

 Como se puede apreciar el camino recorrido no ha mostrado en la práctica la utilidad de los manuales de buenas intenciones redactados en la alta burocracia internacional y quizá han adolecido de falta de participación activa de una sociedad apática al tema, sobre todo desde el punto de vista de la práctica aun cuando participativa desde el punto de vista retórico.

 Con los escenarios descritos, el ser humano ha venido gastando cada vez mayor cantidad de recursos en  resarcirse de los graves daños causados por los “desastres naturales” y ha descuidado las inversiones en protegerse de los mismos. De esta manera se han agravado los daños y aumentado los costos de inversión en los, cada vez mayores, desastres ocurridos por el descuido del hombre.

Si bien existen muchas teorías que pretenden demostrar que el hombre no tiene una influencia categórica en el comportamiento de la naturaleza (teoría que comparto parcialmente), también es cierto que la estupidez humana nos ha llevado a desafiar la naturaleza sin ninguna probabilidad de éxito y nos está obligando a tener en cuenta los fenómenos naturales, fenómenos que además estamos incrementando y afectando negativamente en su comportamiento a diario.

Valga repetir la frase del profesor Gustavo Wilches  en torno a que “El rio no se mete en el pueblo, el pueblo se metió en el rio”.

Propuestas

Evidentemente algo se debería hacer al respecto. La pregunta es ¿qué? A manera de respuesta primaria creo que se deberían tener en cuenta algunos planteamientos de expertos europeos que proponen entre otras cosas:

  • Aumentar la conciencia del público acerca del peligro que ciertos riesgos naturales, tecnológicos y ambientales representan para las sociedades modernas.
  • Lograr que las autoridades públicas se comprometan  a reducir los riesgos para las personas, su modo de subsistencia, su infraestructura económica y social, y sus recursos ambientales.
  • Involucrar al público en todos los niveles de la puesta en práctica, a fin de crear comunidades resistentes a los desastres  mediante una mayor colaboración y redes más amplias de reducción de los riesgos a todos los niveles.
  • Reducir las pérdidas económicas y sociales causadas por desastres y medidas, por ejemplo, por el Producto Interno Bruto (PIB).

Así las cosas la naturaleza nos esta ganado la batalla y no tenemos más opción que rendirnos a tiempo y acatar sus reglas o, de lo contrario, morir en la batalla y esto significa para mayor claridad desaparecer como especie de la faz del planeta.

* alsanchez2006@yahoo.es @alvaro080255