Los Crasos en la pandemia | El Nuevo Siglo
Miércoles, 7 de Abril de 2021

Ocho personas reciben mayores ingresos que la mitad de la humanidad sumada, lo cual no se subsana con el relativo bienestar de los sectores medios que han aumentado su educación superando en creatividad la ínfima minoría de la punta de la pirámide. Hay malestar en la cultura, en los países que resienten esa desigualdad. Lo hacen evidente de inmediato en la Red, visual y abierta.

Los economistas clásicos (Ricardo, Smith, Marx) conocían la tendencia del mercado a concentrar la riqueza. Tendencia menos grave si el resto de la pirámide no sufre demasiado el filo de la distribución desigual. Ahora se habla más bien de precariedad de los empleados, y de los “inempleables” sustituidos por la inteligencia artificial.

La alternativa socialista mostró ser una quimera. Generó un aparato de estado represivo, en el que la ágil oferta y demanda, se sustituyó por la policía. En vez de comercializadoras funcionaba la KGB. China al ver el desastre de la Unión soviética simplemente permitió la propiedad privada sobre los medios productivos en 1999. Es decir, instituyó el capitalismo (como lo definen los clásicos) pero mantuvo en el gobierno al partido comunista cuya razón de ser es acabar el capitalismo…Occidente tampoco se salva de esas paradojas.

La punta de la pirámide quien se pueden apodar los Crasos, encarnan la destrucción del planeta, generaron necesidades ficticias para un engranaje depredador. Tras proponer modelos de desarrollo a sus aliados, tratan la consecuente emigración desatadas, también como casos de policía.

El cónsul Craso fue el hombre más rico de la Roma que iniciaba su declive. Compraba esclavos los educaba y revendía, como pedagógica fórmula de su fortuna. Pero en Roma el poder lo daba la guerra, él no podía competir así con el cónsul Julio Cesar.

Logró que lo dejaran dirigir la guerra en oriente. Allí lo derrotaron y le vertieron oro derretido en la boca, indignados por su sed insaciable de riqueza.

En esta pandemia mundial los países occidentales mostraron esa sed y las falencias de su aparato estatal. Inventaron vacunas casi de su exclusivo uso, por cuanto necesitan sistemas de refrigeración inalcanzables para la mayoría de los países. Por contraste, a las vacunas de China y Rusia les basta una refrigeración normal y una sola dosis para ser efectivas. Sabemos que en el caso ruso la vacunación existe sin interrupciones desde Catalina la grande, de China sabemos menos. Pero se han distribuido con éxito en Asia, África y en América Latina. Cuando la Organización Mundial de la Salud pidió a los países ricos de Occidente que prestaran su fórmula para los demás países, alegaron propiedad privada sobre los medicamentos, pero no aclararon que sus investigaciones habían sido hechas con aportes estatales públicos. Ellos son comunistas a la hora de los costos y capitalistas en las ganancias. Tal como las quiebras que genera Wall Street y que luego rescatan con dineros públicos del estado. Esos Crasos han cometido un error algo más que craso, en esta pandemia.