Iglesia católica y política | El Nuevo Siglo
Martes, 13 de Marzo de 2018

Recientemente Matteo Salvini, que acaba de ganar las elecciones en Italia como jefe de La Liga (del Norte), dijo en Milán en plena campaña mientras sostenía una Biblia en una mano y un rosario en la otra: “Juro respetar las enseñanzas contenidas en estos sagrados Evangelios”.  El nuevo arzobispo de Milán, Mario Delpini, dijo entonces que “en las elecciones se debe hablar (sólo) de política”.

Eso me hace recordar a Jacob Rees-Mogg, miembro tory del parlamento inglés que en su campaña dijo: “Entren en política, católicos”.  Hilaire Belloc, contemporáneo y amigo de G.K. Chesterton, dijo una vez: “Caballeros: soy católico. Siempre que me es posible voy a misa todos los días. Este es un rosario.  Siempre que me es posible me arrodillo y rezo las cuentas cada día”. Agregó que el cardenal Manning le dijo una vez que “todos los conflictos humanos son finalmente teológicos”  y que se generan por “diferencias en la moral y en la doctrina trascendental”.

Según el Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia, los valores fundamentales de la vida social (la verdad, la libertad y la justicia) deben estar presentes en las consideraciones sobre la persona humana (derechos humanos, familia, defensa de la vida, no al aborto, no al matrimonio homosexual, no a la eutanasia) y en todo lo que tenga que ver con la dignidad humana y la comunidad política (paz, democracia, medio ambiente, libre mercado) para hacer una sociedad reconciliada entre sí. Esa es la doctrina que se encuentra en las encíclicas y en el Catecismo de la Iglesia Católica.

Eso, definitivamente, no lo entiende el arzobispo Delpini, que ojalá no llegue a Papa. Todo lo anterior, señor arzobispo, es política.

En Colombia se ataca, incluso faltándole al respeto que merece como persona humana, al exprocurador Alejandro Ordóñez por sus convicciones católicas y su coraje en defenderlas. La fe es parte de lo que somos, Y hay que mostrarlo. “Si ustedes no me confiesan ante la gente, yo tampoco los confesaré ante mi Padre que está en el cielo”, dijo el Señor.

Pero, por otra parte, las iglesias cristianas –protestantes-  hacen fuerte presencia en las elecciones y defienden los principios básicos de la doctrina cristiana. Y lo hacen sin miedo, abiertamente. Yo, personalmente, admiro y respeto a esas iglesias cristianas.

En una carta de la Conferencia Episcopal, que no fue leída en la mayoría de las iglesias, se invitó “a los políticos católicos a participar en el proceso democrático con la conciencia de que la política es una alta forma de caridad…iluminados con la luz del Evangelio y desde los principios de la Doctrina Social de la Iglesia”.

 

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Al momento de cerrar esta columna no se sabe mucho de los resultados electorales pero los datos preliminares de las consultas indican que los votos de la del centro prácticamente doblan a los de la izquierda. Sorprende la votación de Petro, pero no tuvo contendiente.

Coda uno: Entre la Corte Constitucional y el Ministerio de Salud están implantando la eutanasia para niños. ¡Qué horror! Ojalá no prohíban, como lo hicieron con el aborto, la objeción de conciencia. Y ojalá los resultados electorales cambien esta tendencia que invierte totalmente los valores.

Coda dos: No me cansaré de insistirle al alcalde Peñalosa que ponga tranvía y no TransMilenio por la carrera séptima. Es más fácil, menos traumático y más barato y no se “tira” esta avenida emblemática de Bogotá. Y en la licitación de nuevos buses insista en que sean eléctricos. Sea macho, échele la capa al toro de los concesionarios e innove.