Encrucijada inca | El Nuevo Siglo
Miércoles, 21 de Marzo de 2018
  • Kuczynski, otra vez en mira de destitución
  • Fujimorismo se hunde en su contradicción

La mayor prueba de la inestabilidad política que sufre Perú es que en menos de tres meses su Presidente de la República afronta su segundo pedido de destitución, después de que a finales de diciembre se salvara sorpresivamente de salir del cargo cuando el principal partido de oposición, Fuerza Popular, que comanda la congresista y excandidata presidencial Keiko Fujimori, se dividiera el mismo día de la votación. Una circunstancia que evitó que los contradictores del mandatario inca Pedro Pablo Kuczynski pudieran obtener los 87 votos que necesitaban para separarlo de la jefatura de Estado. Extrañamente apenas cinco días después el condenado y encarcelado exmandatario Luis Alberto Fujimori recibió un indulto presidencial humanitario que le había sido negado reiteradamente por este gobierno y sus antecesores. Aunque para el grueso de la opinión pública fue claro que hubo aquí una transacción política entre el Ejecutivo y el fujimorismo, ambas partes lo negaron. Si bien ratificaron sus diferencias, se comprometieron a reconstruir la estabilidad institucional del país en el corto plazo.

Tras ese accidentado cierre de año en Perú se pensaba que la tormenta había pasado y que Kuczynski tendría una segunda oportunidad para enmendar una gestión llena de altibajos. Sin embargo, la cuestión ha sido distinta. La oposición fujimorista volvió a la carga y en una jugada inesperada para muchos logró la semana pasada convencer a varios partidos pequeños y de distinta estirpe ideológica de que el Presidente no puede seguir en su cargo. ¿Por qué? Paradójicamente por los mismos señalamientos que motivaron el primer juicio político en su contra: el caso Odebrecht. Como se sabe, la cuestionada multinacional brasileña, protagonista del mayor escándalo de corrupción en Latinoamérica en los últimos años, admitió en 2017 que había tenido relación, en la década pasada, con empresas de las que Kuczynski era socio, incluso siendo ministro. Aunque el mandatario inca rechazó en un principio los señalamientos, que involucran pagos por cinco millones de dólares, luego  terminó por admitir que sí hubo esa relación comercial con la multinacional pero que fueron transacciones legales y no medió soborno ni prebenda alguna.

Lo cierto es que la semana pasada, una vez más el grueso de Fuerza Popular, en coalición con varios partidos pequeños, logró la aprobación parlamentaria de una sesión para votar una nueva moción de destitución del mandatario inca por "permanente incapacidad moral". La cita es mañana y todos los pronósticos son reservados en un Congreso unicameral de 130 escaños. Los voceros del fujimorismo dicen ya tener los 87 votos para dar vía libre a la salida de Kuczynski (en diciembre sumaron sólo 79), pero desde el Gobierno y su partido (PPK) lo niegan y replican que hasta cuentan con el respaldo de una pequeña fracción disidente del fujimorismo, encabezada por Kenji, el otro hijo del condenado pero hoy libre exmandatario, y quien ya en diciembre fue el salvavidas del jefe de Estado.

¿Qué puede pasar este jueves? Nadie lo sabe. Las hipótesis son variopintas. Unas señalan que el mandatario inca ha maniobrado política y burocráticamente de manera muy intensa en los últimos días para ‘voltear’ los votos de la oposición o forzar abstenciones. Otras versiones señalan que no terminará su periodo -que debería ir hasta el 2021- y que este año serán citadas nuevas elecciones anticipadas.

Aunque Kuczynski se declara “tranquilo” y replica que hay un deliberado intento de subvertir el dictamen popular que lo llevó al poder en 2016, los líderes fujimoristas sostienen que este mandatario correrá la misma suerte que sus antecesores Ollanta Humala y Alejandro Toledo, el primero preso desde hace ocho meses y el segundo pedido en extradición a Estados Unidos, luego de revelarse que también habrían recibido sobornos o financiación electoral ilegal de Odebrecht a cambio de favorecimientos contractuales.

Como se puede ver, Perú se encuentra en una encrucijada institucional sin precedentes. El Presidente es muy débil políticamente y la oposición está dividida. La opinión pública se encuentra polarizada entre los partidarios de uno y otra, aunque el grueso de la población advierte una alta descomposición y corrupción de las cúpulas de todas las colectividades.

Y como si todo lo anterior fuera poco, la crisis se da en la antesala de la Cumbre de las Américas, programada para la segunda semana de abril en Lima, con la asistencia ya confirmada del mandatario estadounidense Donald Trump. Así como hoy están las cosas, no se sabe si Kuczynski podría encabezar la cita continental o lo hará un presidente interino. Mañana, voto a voto, se definirá el rumbo peruano y sea cual sea el resultado es claro que la desinstitucionalización asoma fuertemente en la nación vecina.