¿Pueden ser las aguas residuales el nuevo oro negro? | El Nuevo Siglo
Foto archivo El Nuevo Siglo
Jueves, 23 de Marzo de 2017
Redacción Nacional

¿Por qué no modificar nuestro punto de vista y considerar que las ingentes cantidades de aguas residuales domésticas, agrícolas e industriales vertidas a diario en el medio ambiente constituyen un recurso valioso, en vez de un problema oneroso?

El Informe de las Naciones Unidas sobre el Desarrollo de los Recursos Hídricos en el Mundo 2017, titulado “Las aguas residuales - El recurso desaprovechado”, cuya presentación tuvo lugar ayer en Durban, con motivo de la celebración del Día Mundial del Agua, preconiza ese cambio de planteamiento.

Este informe de ONU-Agua, de cuya coordinación se encarga el Programa Mundial de Evaluación de los Recursos Hídricos (WWAP) de la Unesco, sostiene que las aguas residuales pueden ser un recurso inestimable para satisfacer la creciente demanda mundial de agua dulce y diversas materias primas.

Un problema

Es muy considerable la proporción de aguas residuales que se vierten en el medio ambiente sin que se hayan recogido o tratado previamente. Esto es especialmente cierto en las naciones de bajos ingresos donde sólo se trata un 8% de las aguas residuales domésticas e industriales, un porcentaje muy escaso si se compara con el 70% registrado en los países de ingresos altos. Debido a esa falta de tratamiento, en muchas regiones del mundo se vierten aguas residuales contaminadas por bacterias, nitratos, fosfatos y disolventes en lagos y ríos que van a parar al mar, con las consiguientes repercusiones negativas para el medio ambiente y la salud pública.

En un futuro próximo va a aumentar considerablemente el volumen de aguas residuales que será necesario tratar, sobre todo en las ciudades de países en desarrollo con un rápido crecimiento demográfico.

“La generación de aguas residuales es uno de los mayores desafíos asociados al crecimiento de los asentamientos informales –barrios de chabolas– en los países en desarrollo”, según los autores del informe.

La contaminación con agentes patógenos procedentes de los excrementos humanos y animales afecta a casi un tercio de los cursos fluviales de América Latina, África y Asia, poniendo así en peligro la vida de millones de personas. En 2012, se produjeron 842.000 defunciones en países de ingresos bajos y medios debido a la contaminación del agua y la insuficiencia de los servicios de saneamiento. Las carencias en el tratamiento de las aguas residuales contribuyen además a la propagación de enfermedades tropicales como el cólera y el dengue.

De la alcantarilla al grifo

Las aguas residuales se suelen utilizar generalmente para riegos agrícolas. En todo el mundo hay por lo menos 50 países que las usan a tal efecto, lo que viene a representar aproximadamente un 10% de la superficie total de tierras cultivadas. No obstante, siguen siendo incompletos los datos disponibles a este respecto en muchas regiones del mundo, en particular África.

Esta práctica, sin embargo, puede entrañar problemas para la salud cuando las aguas contienen gérmenes patógenos que pueden contaminar los cultivos. De ahí que se plantee el reto de ir pasando de los riegos sin control alguno a un uso planificado y seguro del agua destinada a la irrigación, tal como ha venido haciendo Jordania desde 1977 hasta lograr que el 90% de sus aguas residuales tratadas se utilicen para regar cultivos. En Israel, las aguas residuales tratadas ya representan casi la mitad de toda el agua usada para regadíos.

En la industria se pueden reutilizar grandes cantidades de agua para calefacción y refrigeración, en vez de verterlas en el medio ambiente. Se espera que de aquí a 2020 aumente en un 50% el mercado para el tratamiento de aguas residuales destinadas a usos industriales.

Las aguas residuales tratadas pueden servir también para incrementar el abastecimiento en agua potable, pero esta práctica es muy limitada todavía. En Windhoek, la capital de Namibia, se viene recurriendo a este procedimiento desde 1969. Con vistas a contrarrestar la recurrente escasez de agua, esa ciudad ha creado instalaciones destinadas a tratar hasta un 35% de las aguas residuales, que luego se usan para aumentar las reservas de agua potable. Los habitantes de Singapur y San Diego (Estados Unidos) beben también agua reciclada sin peligro alguno.

Las tecnologías de tratamiento de las aguas residuales no tienen por qué estar fuera del alcance de los países en desarrollo, porque ya hay algunas de costo poco elevado que hacen posible la extracción de energía y nutrientes. Aunque todavía no permiten la extracción directa de agua potable, esas tecnologías baratas pueden producir agua rentable y salubre para determinados usos, por ejemplo los riegos agrícolas. Además, la venta de las materias primas extraídas de las aguas residuales puede ser una fuente complementaria de ingresos que contribuya a cubrir los costos de inversión y funcionamiento de las plantas depuradoras.

Hasta la fecha se han registrado algunos avances. En América Latina, por ejemplo, el tratamiento de aguas residuales se ha llegado casi a duplicar desde finales del decenio de 1990. Actualmente, entre un 20% y un 30% de las aguas residuales recogidas en las redes de alcantarillado urbano son objeto de tratamiento.