Ser madre en la guerrilla de las Farc: de la guerra a la paz | El Nuevo Siglo
Foto Cortesía
Jueves, 23 de Marzo de 2017
Redacción Web con AFP

Josleidy Ramírez pasó más de la mitad de su vida en la guerrilla Farc. En medio del cruento conflicto en Colombia fue madre de un niño que no pudo criar y ahora, cuando se apresta a dejar las armas, espera un bebé de la paz.

"¡Tengo un hijo que ya es un hombre! Pero no tengo contacto con él", dice a la AFP, con la mano sobre el vientre que insinúa un embarazo de cuatro meses.

Entre la esperanza y la incertidumbre, esta guerrillera de 32 años se prepara para volver a la vida civil, como otros 200 miembros del bloque Martín Caballero de las Farc concentrados en una zona de desarme cerca de San José de Oriente, en el árido noreste del país.

Josleidy se unió a las FARC a los 15 años, la misma edad que hoy tiene su hijo mayor. "Lo tiene un familiar en una ciudad, y está bien (...) lo voy a tener cuando verdaderamente vea que sí se dio este proceso de paz", afirma, negándose "por seguridad" a dar el nombre del adolescente, cuyo padre murió en combate.

En noviembre, poco antes de que el gobierno de Juan Manuel Santos sellara el pacto con la guerrilla que busca superar cinco décadas de guerra interna, quedó nuevamente embarazada de su actual compañero, otro rebelde.

 - "Me preocupa su futuro" -

Josleidy no oculta sus temores acerca de la estabilidad de la paz en un país devastado por la violencia que ha enfrentado a guerrillas, paramilitares y agentes estatales, dejando al menos 260.000 muertos, más de 60.000 desaparecidos y unos 6,9 millones de desplazados.

"Me preocupa su futuro", dice sobre el bebé que piensa tener en esta zona de desarme, una de las 26 del país en las que, para fines de mayo, la principal guerrilla de Colombia debe entregar los fusiles bajo supervisión de la ONU para convertirse en un movimiento político. 

No quería ser madre otra vez, pensaba volver a estudiar. Ahora "toca" encarar ambas cosas, afirma con una sonrisa triste esta rebelde apodada "La Catira" por su piel clara.

Como todas la mujeres de las FARC -40% de unos 7.000 combatientes- usaba anticonceptivos, según exigía el reglamento interno. La espantaba un embarazo porque temía que su hijo se convirtiera en objetivo militar contra la guerrilla. 

Aún así, a los 17 años quedó embarazada. Le dieron permiso para salir y se escondió en "un pueblo" con su madre. "Lo parí y lo entregué a mi familia como a los tres meses", cuenta. Después, volvió a empuñar el fusil: "¡No iba a traicionar a mi organización!".

 

 - ¿Abortos forzados? -

Asegura que nadie le pidió que abortara: "Aquí nunca fue una obligación. Aquí han nacido muchos niños, muchos. Muchos están fuera del país, hijos de guerrilleros y guerrilleras. Están ocultos por seguridad. De pronto con este proceso van a regresar".

Exguerrilleras han declarado sin embargo lo contrario. El 9 de marzo, España extraditó a Héctor Albeidis Arboleda, "El enfermero", señalado de interrumpir a la fuerza el embarazo de "cientos de integrantes de los grupos armados ilegales" entre ellos, de las FARC y el Ejército de Liberación Nacional (ELN), actualmente en diálogos de paz con el gobierno.

Para Josleidy, eso es "propaganda negra de la extrema derecha". 

Gladys Narbais, de 44 años, coincide. Fue madre en un campamento en la Sierra de Santa Marta, que se ve a lo lejos. "Me dejaron tenerlo sin ningún problema", afirma sobre el bebé que llevó consigo un año y ocho meses, pero terminó entregando a una familia "porque por cuestión de la guerra, uno no lo puede cargar".

Solo dos veces vio a su hijo desde entonces: a sus 10 y a sus 15 años. "Me dolía (...) Pero sabía a que iba a estar bien", dice, con los ojos brillantes al hablar de Fernando, estudiante de informática de 24 años.

 - Hijos de la paz -

Las FARC han vivido en los últimos meses un verdadero 'baby-boom', con decenas de nacimientos desde el comienzo de las negociaciones de paz lanzadas en 2012. Andrés David, sobre la falda de su madre en uniforme verde oliva, es uno de ellos.

"Nació el 15 de octubre de 2012 (...) ya había esperanza", recuerda Margot Silva, que ha pasado 16 de sus 30 años en la guerrilla y tuvo a su hijo en otro campamento.

"Tener un hijo aquí es como volver a nacer", agrega su pareja, Mario Rodríguez, de 33 años, que ingresó a la guerrilla con apenas nueve años después de la muerte de su abuelo por paramilitares.     

Josleidy también ve todo con nueva luz. "Buscaré a mi hijo y, con el otro que espero, podremos formar un hogar", dice, soñando un futuro junto a su actual compañero.