Nuevo blanco de Trump: la Ley de Energía Limpia | El Nuevo Siglo
Ilustratración: Angie Lozano.
Miércoles, 29 de Marzo de 2017
Pablo Uribe Ruan @UribeRuan

Donald Trump no baja los brazos. El baldado de agua fría que significó su primera derrota en el Congreso la semana pasada, no ha sido un obstáculo para desmantelar las políticas de cambio climático que incentivó Barack Obama, impulsando un nuevo plan basado en energías fósiles.

La nueva orden del Presidente es retirar y reescribir el Plan de Energía Limpia, que exhorta a los estados para que reduzcan la contaminación de carbono por modelos de energía renovables. Mediante este plan, Obama intentó cumplir las metas dispuestas en el Acuerdo Climático de París 2015, Cop 21, que bajo la batuta de Trump parecen retroceder. 

Para ello delegó a Scott Pruitt, director de la EPA, quien abiertamente ha declarado que no cree en el cambio climático. Antes de ser designado en el cargo escribió “Los científicos siguen en desacuerdo sobre el grado y el alcance del calentamiento global y su conexión con las actividades humanas”, en un artículo en la revista National Review. 

El presidente no ha sido claro, pero todo indica que, conforme a sus proyectos, es un negacionista del cambio climático, proyectando el crecimiento de la economía norteamericana a partir del carbón. Desmiente, de esta manera, el impacto que tiene el dióxido de carbono sobre el planeta, consenso que se logró en la Cop 21.  

En sus primeros días como mandatario, Trump dijo en Detroit que cambiaría los estándares de los combustibles. Luego, al paso de las semanas, dio a conocer un plan de financiación que recortaba, entre otros, el presupuesto de la Agencia de Protección Ambiental (EPA- siglas en inglés-), dando luces de cómo enfocaría su política contra el cambio climático. 

Ejecutivos, un alivio

El plan de Trump busca aliviar la pérdida de participación de las compañías petroleras, según The New York Times. Este porcentaje sería cercano al 10 por ciento, por lo que los petroleros ven una oportunidad para recuperar su posición dominante en los mercados. 

No es que en el gobierno de Obama se dejó de explorar y explotar petróleo. Por el contrario, este fue uno de los mayores objetivos de la anterior administración, que forjó una política petrolera explotando los yacimientos nacionales, antes que la importación de crudo. Pero durante su mandato el gas natural se convirtió en uno de los recursos más explotables, a partir de técnicas como la perforación en campos de esquisto, como en Texas. 

Esto ha hecho que el petróleo compita con otros recursos como el gas, generando un detrimento en la industria petrolera, cercana a Trump y a su secretario de Estado, Rex Tillerson, quien desempeñó como director de Exxon Mobile durante varios años. 

Derogatoria

Para derogar la Ley de Aire Limpio de Obama, Scott Pruitt, cabeza del medioambiente, tendrá que presentar una nueva ley. Presentado el proyecto, deberá surtir un proceso que incluya comentarios públicos de comunidades y sociedad civil. 

Según la revista New Republic, este trámite puede durar años, mientras, seguirá en firme la política del anterior gobierno.

Algunos analistas hablan de al menos un año para que Trump y su equipo encuentren un plan que reemplaza al actual. Uno de los mayores obstáculos será la oposición de California y Nueva York, dos estados que le han declarado la guerra ambiental al Presidente. 

Aparte del procedimiento legal, el nuevo plan  de Trump será sujeto de un control constitucional por la Corte Suprema.

Según este tribunal, los gases con efecto invernadero son contaminantes, posición respaldada por la Ley de Aire Limpio.

Tres veces ha reiterado lo mismo. Uno de los precedentes ha sido  el caso Massachusetts v.s EPA, en el que le dio la razón al estado argumentando que la EPA debía regular las emisiones de gases. 

¿Y la energía renovable?

Fueron ocho años en los que Estados Unidos viró su política medioambiente hacia las energías renovables. El giro no fue total, el país siguió priorizando el petróleo, pero las energías alternativas empezaron a ganar terreno durante el gobierno de Obama. 

Por ese motivo, muchos estados ponen en duda la aplicación de una nueva ley que eche para atrás este nuevo modelo energético. Estos se han acostumbrado, mediante subsidios e iniciativas privadas, a la energía eólica y solar. Ese es el caso de 29 estados que adoptaron reglas para reemplazar las energías fósiles. 

Los casos de Texas e Iowa son muy dicientes. Acostumbrados a la explotación de petróleo, en el último cuatrienio de Obama viraron hacia la producción de energía limpia, mediante paneles solares y molinos. En el hipotético caso de que Trump presente el nuevo plan de energía al Congreso, tendría que lograr el apoyo de estados tradicionalmente republicanos, como estos, lo que parece difícil por su inclinación hacia la energía eólica y solar.  

Dudas

En medio de la polémica en Estados Unidos, el mundo se pregunta cuál será el cumplimiento de los compromisos para combatir el cambio climático que adoptó Estados Unidos en la Cop 21, en París. Trump ha insinuado que cumplirá parcialmente el acuerdo, incluso ha dicho que no lo va ratificar. Todo indica que va encaminado a incumplir los objetivos planteados en este tratado, a través de políticas medioambientales que revierten el consenso científico sobre el calentamiento global. 

Pero la lección del Obamacare aún sigue viva en su memoria. La supuesta mayoría en el Congreso, a través de toda la bancada republicana, parece una mentira. Así lo comprobó la semana pasada. Por ello, en el transcurso de estos meses, el plan ambiental que anunció no pisará el Congreso, donde tiene más enemigos que colegas de partido.