México: ¿abandonado o solitario? | El Nuevo Siglo
Domingo, 5 de Marzo de 2017

Una  de las primeras víctimas de la arremetida de Trump contra el mundo fue México.  Empezó desde que estaba en campaña, en tono xenófobo y racista.  Pero se intensificó al instalarse en la Casa Blanca: reafirmó su promesa-amenaza de construir un muro para contener a los bad hombres al sur del Río Grande; advirtió que ordenaría operaciones militares en la frontera (algo que luego desmintió su propio Secretario de Defensa); insistió en la revisión del Tratado de Libre Comercio de América del Norte y en "compensar" la relación comercial imponiendo un arancel del 20% a los productos mexicanos...  Como resultado, el presidente Peña Nieto canceló un temprano encuentro con Trump, y la relación bilateral se encuentra en uno de los niveles más bajos de las últimas décadas.  La posterior visita de reconciliación de los secretarios Tillerson y Kelly a México parece haber rendido frutos más bien magros.

Y mientras tanto ¿Qué hace América Latina?  Muchos se preguntan si la región ha abandonado a México a su suerte, y denuncian la falta de solidaridad latinoamericana.  La realidad es mucho más compleja.

Para empezar, es más fácil invocar la “solidaridad” latinoamericana que practicarla.  Así ha sido a lo largo de la historia, a pesar de algunas excepciones que no hacen sino confirmar la regla.  La región es mucho más heterogénea (en su política interna y su proyección exterior) de lo que se suele admitir, y el relacionamiento entre los Estados que la integran es mucho menos fraternal de lo que proclaman los discursos diplomáticos.

Segundo: ningún país del mundo está preparado para lidiar con Trump.  Cada uno está buscando la fórmula que más convenga a sus intereses y se ajuste a sus posibilidades.  Eso también se aplica a los países latinoamericanos, cada uno de los cuales tiene su agenda particular con Washington.  Y ninguno de ellos se siente obligado (con toda razón) a arriesgarla por México, que sólo ahora empieza a dilucidar su propia estrategia.

Tercero: la relación de México con sus “hermanos” latinoamericanos no está exenta de turbulencias.  Está la competencia innominada, pero latente, con Brasil.  Y está la relación con sus vecinos del Triángulo Norte, a quienes en muchos aspectos ha impuesto un muro como aquel del que habla Trump y que tanto lo indigna.

Por último, está la propia decisión mexicana.  La cancillera argentina lo ha dejado entrever: América Latina no es más dura con Trump porque México no lo está pidiendo. Y en diplomacia, eso hace la diferencia entre ir solo y haber sido abandonado.

*Analista y profesor de Relaciones Internacionales