La incursión en Arauca | El Nuevo Siglo
Viernes, 31 de Marzo de 2017

El incidente presentado la semana pasada con el “desembarco” de 60 soldados venezolanos en territorio del departamento de Arauca no es un hecho cualquiera. Es un episodio  que reclama toda la atención del Gobierno colombiano porque significa que las autoridades del vecino país deben estar preparando algún plan en la zona limítrofe con el fin de distraer a la opinión pública sobre la compleja crisis interna que allá se vive, como ha ocurrido en diferentes épocas de nuestra accidentada historia.

Algunos gobiernos de Venezuela, en momentos de dificultades, han acudido a la estrategia de permitir que se fomenten sentimientos anticolombianistas para cambiar el foco de atención del país. Ese ha sido el recurso manido al que acuden gobiernos populistas y autoritarios para provocar solidaridades y apoyos internos en momentos de crisis que difícilmente pueden conseguir de otra manera. Así ocurrió el 1 de septiembre de 1952, fecha en la cual la dictadura que comandaba Pérez Jiménez, desde el Ministerio de Defensa, decidió ocupar militarmente Los Monjes.

Ese día la fragata colombiana Almirante Padilla  había anclado cerca del islote  en el entendido de que se encontraba en aguas territoriales de jurisdicción de Colombia. Recordemos que el Gobierno de nuestro país había otorgado concesiones en el área para la explotación de guano (excremento de las aves de ese nombre) en la zona, pero en Venezuela creyeron que el verdadero objetivo era la búsqueda de petróleo. A ello se agregaba  que tales islotes casi no figuraban en los mapas físicos de ambos países.

Colombia, dolorosamente, terminó cediendo mediante una nota diplomática la soberanía sobre Los Monjes; procedimiento ilegal porque esa decisión solo se podía adoptar mediante un tratado. Ese hecho lamentable terminó de catapultar a Pérez Jiménez como hombre fuerte del régimen de Venezuela de esa época.

Son diferentes los desencuentros que sobre el tema de límites se han vivido con la hermana república. No olvidemos  el desconcierto que generó hace muy poco tiempo la decisión unilateral del gobierno de Nicolás Maduro de expedir unas zonas marítimas como territorio de Venezuela que en la práctica significaba que Colombia no tenía derechos sobre zonas en discusión. Afortunadamente el Gobierno de Venezuela se vio obligado a rectificar. Pero hay que poner de presente que en esa, como en esta oportunidad, las medidas que toma Venezuela se hacen con cálculo y con plena conciencia de la provocación que pueden producir en Colombia.

Por ello nuestro Gobierno debe reaccionar con firmeza y no mirar estos episodios como hechos menores que se pueden superar con conversaciones telefónicas. Hay necesidad de activar las comisiones binacionales y mantener informados a los organismos concernidos y la comunidad internacional en general.

Por lo demás, resulta bastante curiosa la coincidencia de que este hecho violatorio de la soberanía nacional  se presente en momentos en que 14 países han propuesto la vía electoral para superar la crisis interna que afronta Venezuela  y que sus difíciles circunstancias sean evaluadas en el seno de la OEA, en la que su Secretario General ha planteado que se aplique la Carta Democrática.