Informe. Insoportables métodos del terrorismo | El Nuevo Siglo
Foto Xinhua
Sábado, 25 de Marzo de 2017
Pablo Uribe Ruan @UribeRuan

Una escena de película rompió el imaginario colectivo sobre los imbatibles servicios de seguridad británicos. Khalid Masood, un hombre nacido en Reino Unido de 52 años, abalanzó su vehículo sobre un grupo de peatones que paseaba por el puente de Westminster, matando a tres de ellos e hiriendo a 40 el miércoles pasado. Luego, el atacante siguió rumbó al Parlamento Británico, una de los lugares más vigilados del mundo. En su intento por ingresar al recinto, acuchilló a un policía y posteriormente recibió una ráfaga de tiros que lo mataron.  El yihadismo pegó en el corazón de Londres.

Por su similitud, el ataque inmediatamente trajo a la mente otros atentados terroristas en Occidente. Niza, Berlín y Ohio, empezaron a salir a flote en los análisis de los expertos en seguridad, que, sin información oficial, se atrevieron a decir que detrás de la acción de Masood estaba el yihadismo internacional. O, más exactamente, el Estado Islámico (EI), grupo que en 2014 llamó a sus seguidores a usar otros “métodos”, como encimar vehículos contra peatones, para cometer atentados. 

Masood, el británico

El perfil de Khalid Masood, su vida, en otros términos, se ajusta al del prototipo de yihadista potencialmente peligroso. Esta apreciación, sin embargo, es algo apresurada, si se tiene en cuenta que pese a tener un largo prontuario criminal no estaba en el radar del M15, agencia de inteligencia británica, que le sigue la pista más de 3.000 posibles terroristas en Reino Unido.

En un artículo sobre Masood, en The Telegraph, cuyo nombre de verdad era Adrian Russell, es descrito como un hombre normal, a pesar del corto tiempo que pasó en la cárcel. Nació en Kent, al sur este de Londres, donde tuvo una crianza marcada por los valores británicos, en el Huntley School. Al menos, en una foto publicada por el diario cuando tenía 16 años se le ve feliz, como miembro del equipo de baloncesto de su colegio.

Al graduarse, Masood se involucró en varios hechos delictivos que lo llevaron a comisarías locales. Sólo unos años después de dejar el colegio fue condenado, cuando tan sólo tenía 19 años. Una vez, en medio de una discusión, le cortó la cara a un dueño de un café de Kent, alegando racismo y discriminación. Por el ataque fue enviado a prisión.

A partir de entonces, cuenta The Telegraph, la conducta de Masood empezó a cambiar. De ser un criminal de esquina pasó a convertirse en alguien con un comportamiento más radical, lo que marcó su paso por la cárcel. Luego de unos años tras las rejas, quedó en libertad y volvió apuñalar a un hombre, en un caso aislado.

Masood pasó a convertirse en un objetivo del M15 en 2000. Su “extremismo violento” hizo que el organismo le siguiera la pista, pero por razones no conocidas dejó de investigarlo. Cinco años después viajó a Arabia Saudita donde dictó clases. Allí, en su hoja de vida, puso: “británico y amigable”, según el portal The Sun. Envió un último mensaje por WhatsApp minutos antes del ataque, según Sky News. ¿A quién? No se sabe.

El llamado de al-Adnani: con vehículos

En 2014, año en que se declaró el califato del Estado Islámico, Abu Muhammad al-Adnani, portavoz del grupo terrorista, publicó un video en el que le pedía a sus seguidores atacar a los “incrédulos” occidentales usando cualquier elemento que pudiera causar daño. “Si no eres capaz de encontrar una bomba o una bala, aplastarle la cabeza con una roca, o matarla con un cuchillo, o ejecutarlo con su coche, o tirarlo de un lugar alto, o ahogarlo. O envenenarlo”, dijo.

Al principio el pedido de al-Adnani no tuvo efecto. El Estado Islámico se enfocó en ganar más terreno en Iraq y Siria y desplegarse por el Magreb, tratando de tomarse Libia, que hoy se ha convertido en una de sus bases. Este enfoque, sin embargo, tuvo que cambiar, ante el avance de la coalición antiyihadista, que golpeaba a cada uno de sus frentes.

En 2016, el EI insistió de nuevo en esta estrategia. Logró ese año que los terroristas se organizaran para atentar contra varias ciudades, usando lo que tuvieran “a la mano”. Según Jason Burke, periodista de The Guardian y experto en terrorismo, Reino Unido fue uno de los primeros objetivos para ser atacado, pero Francia experimentó el terrorismo antes, por motivos logísticos: hay más yihadistas en su territorio.

En múltiples lugares de París, en noviembre de 2015, el EI mató 130 personas, acorralando a las autoridades francesas. Siete meses después, en el día de la Bastilla, un hombre arrolló a 86 personas con un camión en un muelle de Niza. Fue la primera vez que el mundo conoció que el EI era capaz de atentar contra la población usando cualquier método, así fuera un camión.

En los círculos terroristas esta táctica se conoce como “intifada sobrecargada”. Burke explica que el islamismo radical tiene música, dibujos animados y comics que incentivan el uso de este método, que no es nuevo en otras regiones del mundo, como China.

En China, los Uigures, minoría musulmana que habita al occidente del país, han usado vehículo y cuchillos en la última década contra las fuerzas armadas chinas, oponiéndose a la “hanización” de su territorio, política de Pekín que ha enviado miles de personas del oriente del país cuyo origen étnico es “Han”, para eliminar étnicamente a los Uigures.

El atentado en Niza y el “efecto espejo” que pudo haber tenido sobre Khalid Masood explica por qué analistas y autoridades, y los mismos ciudadanos, relacionaron ese ataque terrorista con lo que pasó en Westminster.  

¿Fallas?

Foto AFP

El origen de las democracias parlamentarias está en Reino Unido. En el Siglo XIII, cuando la monarquía se abrogaba superpoderes, el pueblo decidió hacerle contrapeso creando una institución, el Parlamento, para que controlara su arbitrariedad. Siglo tras siglo, fue cambiando su estructura, trasladó su sede e incluso fue clausurado, pero finalmente se asentó en Londres, al lado del puente de Westminster, donde Khalid Masood arrolló con un vehículo a los peatones y luego se bajó para tratar de ingresar.

La facilidad con que Masood llegó al Parlamento ha generado numerosas críticas contra los organismos de seguridad ingleses. Algunos dicen que si fue capaz de llegar a las puertas del recinto, fácilmente hubiera podido atacar cualquier otra parte de Londres.

El periódico The Times reveló que la inteligencia inglesa sabía que la entrada del Parlamento representaba un punto fácil de atacar. Por ello, las autoridades inglesas, luego de que al Qaida matara a 52 personas en 2005 en Reino Unido, buscó blindar la entrada en un proyecto que finalmente fue desechado

Las fallas de seguridad fueron evidentes, pero lo cierto es que el M15, y el M16, inteligencia militar, habían evitado más de 12 presuntos ataques terroristas en los últimos dos años, y, desde 2005, sólo un soldado en retiro había sido asesinado por presuntos terroristas al sur de Londres en 2013.

¿Ataque inevitable?

¿Es inevitable, al menos, un ataque terrorista? Los hechos parecen indicarlo. Los mejores cuerpos de inteligencia del mundo: Israel, Reino Unido y Estados Unidos logran evitar la mayoría de ataques, pero siempre sucede uno.  

Según The Guardian, “para los oficiales de seguridad era simplemente cuestión de tiempo antes de que un ataque de esta naturaleza fuera llevado a las calles de Londres”. Dentro de la estrategia antiterrorista se concibe la alta probabilidad de que ocurran atentados. Esto, porque el enfoque está diseñado “no sólo para prevenir ataques, sino para minimizar el impacto cuando uno sucede”, dice el periódico.

Las autoridades británicas, después del ataque del miércoles, tienen que encontrar nuevas estrategias para prevenir este tipo de ataques. Esto no sólo exige encontrar presuntos yihadistas, sino evitar que ciudadanos del común se conviertan en terroristas.

En el marco de esta estrategia, los servicios de seguridad tienen que ponderar el derecho al orden público con las libertades individuales, ejercicio que en países con alta presencia terrorista suele quebrantarse en detrimento de los derechos civiles.

David Wells, consultor experto en terrorismo de S-RM, dice en Lowy Institute que, pese a sus antecedentes criminales, Khalid Masood no cumplía con los patrones típicos de un potencia yihadista, por una razón: era británico. No era un inmigrante llegado hace menos de una década al país, ni un excombatiente arrepentido. Se rumora que esto llevó a que no fuera incluido en la lista de 3.000 potenciales terroristas en Reino Unido, de la cual habló la primera ministra Teresa May el miércoles en la noche.

El ataque en Westminster demuestra que, por más que los organismos de inteligencia empleen todo tipo de estrategias, hay ataques que parecen inevitables. El mismo alcalde de Londres, Sadia Kan, explica que esto se da por vivir en una “ciudad global”, en la que no hay “operaciones que puedan garantizar que un fanático de ideología no conduzca un coche contra los peatones”.

El Estado Islámico atacó Londres el miércoles. También llenó de miedo a París, Bruselas y Berlín meses atrás. En Estados Unidos lleva dos atentados en menos de ocho meses. Sigue vigente, pese a su casi segura aniquilación -por la coalición internacional- como grupo militar en Siria e Iraq.