El nuevo Vicepresidente | El Nuevo Siglo
Jueves, 30 de Marzo de 2017

La elección ayer del general (r) Óscar Naranjo Trujillo como Vicepresidente de la República, en remplazo de Germán Vargas Lleras, constituye una buena noticia para el país y las instituciones. El alto oficial, que en determinado momento llegara a ser considerado el “mejor policía del mundo”, tiene una hoja de vida sin tacha y su trayectoria profesional es prenda de garantía para que ese despacho, tal cual lo dimensionó su antecesor, continué siendo una instancia de coordinación y ejecución eficiente y transparente, al más alto nivel. Ya está claro que el país requiere que el segundo a bordo del Jefe de Estado sea una persona actuante y determinante en el ritmo gubernamental, con jerarquía y funciones delegadas claramente diferenciadas, y no sólo apenas un funcionario que se limite a la expectativa de reemplazar al Presidente de la República en caso de una ausencia temporal o definitiva de este.

En segundo lugar, es sano desde todo punto de vista que su escogencia por parte del Congreso en pleno haya sido sugerida de forma natural por el Jefe de Estado y no generara un pulso político o partidista desgastante ni desinstitucionalizador. El respaldo de la mayoría de las bancadas parlamentarias a su designación es sintomático de ello, más aún porque enfatizó que no milita en ningún partido en específico.

Lo cierto es que Naranjo ya hizo parte de este Gobierno, primero como Ministro Consejero de la Presidencia para el Posconflicto, Derechos Humanos y Seguridad, y luego como integrante de la delegación oficial en la negociación de paz con las Farc en La Habana. Desde ese punto de vista no sólo es una persona de toda la confianza del Primer Mandatario, sino que está al tanto de los principales programas y ejecutorias del Ejecutivo, lo que le permite asumir de inmediato la ejecución de las tareas que ya se anunció le serán delegadas y hoy oficializadas, una vez asuma el cargo ante el presidente Santos en la Casa de Nariño.

Se trata de tareas a cual más complejas, que empiezan por estar al frente de la implementación del acuerdo de paz suscrito con las Farc. Ya está visto que el arranque de la logística para la concentración del pie de fuerza subversivo, el desarme y la desmovilización ha sido bastante accidentado, en tanto que hay altibajos en el proceso de expedición de las leyes, actos legislativos y decretos que desarrollan el pacto así como de las políticas que deben aclimatar el posconflicto a nivel territorial.

No menos complicada es la segunda tarea, relacionada con seguridad ciudadana y combate al crimen organizado. Es evidente que los índices de criminalidad están disparados en varias regiones y detrás de ello no está solo la delincuencia común sino facciones estructuradas como el Eln, las bandas criminales emergentes, los carteles del narcotráfico, la minería ilegal, las redes de contrabandistas y otras amenazas más. Dados sus 36 años de servicio en la Policía, difícilmente se puede encontrar una persona más calificada para liderar la reingeniería de esa institución recientemente anunciada.

Otro de los flancos que el nuevo Vicepresidente tendrá a su cargo es el de la lucha antidroga, en la cual tiene amplia experiencia y resultados. Sin embargo, asume la tarea cuando el panorama es bastante complejo por cuenta no sólo de la disparada en la extensión de narcocultivos en los últimos dos años, sino del aumento en la producción y exportación de cocaína, los nuevos condicionamientos de la administración Trump en el combate al narcotráfico, el recorte anunciado de los aportes al Plan Colombia y el hecho de que las zonas dejadas por las Farc están siendo objeto de ‘retoma’ a sangre y fuego por parte de disidencias de esa guerrilla, el Eln y las bandas criminales, todas con el objeto de adueñarse del negocio de los estupefacientes.

Y, por último pero no menos importante, tendrá Naranjo que coordinar las políticas para la protección de líderes sociales y defensores de derechos humanos, en momentos en que las amenazas, atentados y homicidios a estos activistas están disparados.

Como se ve, el nuevo Vicepresidente asume con muchos desafíos a bordo. La expectativa nacional e internacional sobre sus resultados es muy amplia. Naranjo tiene las calidades y trayectoria para afrontar el reto, pero es claro que asume el cargo cuando la credibilidad gubernamental y la imagen presidencial se encuentran en niveles críticos por cuenta de escándalos como el de Odebrecht, que tiene a la ciudadanía muy indignada. A ello se suma un creciente pesimismo nacional, un ambiente político cada vez más polarizado y una economía desacelerándose. Sin duda, un escenario muy complejo.