Echándole leña al fuego | El Nuevo Siglo
Miércoles, 29 de Marzo de 2017

A consecuencia del episodio fronterizo colombo-venezolano,  la semana pasada,   profesores de Derecho Internacional Público (DIP),  consultados por los medios,  todos a una,  como en fuente ovejuna, afirmaron  se trató de una actitud provocadora del “presidente” Maduro, comportamiento que debe ser “castigado”.  La cancillería venezolana explicó que todo ha sido producto de un fenómeno de la naturaleza: la accesión. Los críticos, seguramente,  recordaron a Lusinchi y a Capriles (11-l0-1987).

El DIP, se  dice, tiene como objetivo  la paz entre los pueblos, racionalizando los hechos que puedan dar lugar a conflictos humanos que  quieran  resolverse inhumanamente: (Justum Bellum). Guerra a muerte.

El Fondo Editorial Biblioteca de San Carlos, Ministerio de Relaciones, tiene una publicación que explica la limitación del territorio de los estados y entre las distintas formas cita el uti possiditis de juri y uti possidetis de facto, esto es,  tratados internacional o  situaciones de hecho-histórico , como factores determinantes de las fronteras; alude a la accesión, “fenómeno físico, consistente en el desplazamiento gradual de tierra de un sector a otro…Si la accesión sucede en un río que constituye una frontera entre dos Estados, la frontera internacional también cambia”. Este “principio” tiene un antecedente doctrinal, el conflicto de México y Estados Unidos,  por el cambio del cauce del Río Bravo, caso conocido como El Chamizal.

¿Por qué presumir que el episodio comentado tiene una motivación perversa y que por esa razón hay que aupar un conflicto internacional e incluso tomar medidas preventivas militares para preservar la zona? Ese pensamiento reniega de la teoría del Derecho Internacional y, por el contrario, alimenta el ambiente bélico que flota en el planeta en escenarios descaradamente ocultos: las Coreas,  China, Siria, Irán, Irak, Turquía, Rusia, EE.UU. y otros más.

 El ex Presidente Santos, el 17 de diciembre de 1939, aniversario de la muerte de Bolívar,  con su colega Venezolano Eliécer López Contreras, suscribió un tratado internacional  para evitar confrontaciones,  entre las dos naciones hermanas,  que pudieran, eventualmente, generar enfrentamientos armados. En principio, dispone  el tratado, se debe acudir a la solución amigable, antes que recurrir a procesos  arbítrales o jurisdiccionales.

Lamentablemente la  conciencia colectiva del país está infectada de  belicosidad, tal vez por  alteración patológica de la tranquilidad y la paz durante el último siglo y ese espíritu contaminado determina que se considere que la única salida  posible a las discusiones es la pelea, sea a coscorrones o en las cortes.

El tratado colombo-venezolano,  recomienda,  acorde con el espíritu del DIP, acudir a la conciliación, una terapia política que patrocina la amistad y no las relaciones de mala vecindad. (V. Barco, 17-8-87) Por supuesto que los pupilos del Chalán del Ubérrimo, enojados porque se ha menguado la discusión con Maduro y respetado la libre determinación de los pueblos,  quieren que Juan Manuel,  de gusto al imperio apelando a las razones de fuerza y no a la fuerza de la razón. Videla y las Malvinas    

 *Profesor de DIP. U. La Gran Colombia