Diagnóstico | El Nuevo Siglo
Lunes, 27 de Marzo de 2017

Difícil saber hasta dónde esté cansada Colombia de que la gobiernen las dinastías seudo-democráticas. Los sobrinos nietos, hijos, o nietos de expresidentes. O caudillos belicosos que violan la Constitución para perpetuarse en el poder tipo Chávez, o los de Bolivia y Nicaragua.

Pero la impresión que dan las encuestas es que estamos buscando mejores aires, mejores aires como en la balada de De Greif. Se repiten los asesinatos contra los defensores de los Derechos Humanos, como ocurrió bajo el gobierno Barco, en forma sistemática y con el silencio de Fedegan tuerta del ojo izquierdo y llena de alharaca selectiva.

Ya la ONU ha dado la voz de alarma. La administración asegura que pondrá coto a la matanza, pero si algo ilustra le incapacidad del gobierno en coordinar nada es la forma como se distribuyeron desde Bogotá los campamentos que albergan a la guerrilla. Cuando esta llevó sus armas a uno de ellos para entregarlas, ¡no hubo asistencia del gobierno! El comandante de la guerrilla, algo frustrado y perplejo, dejó constancia y pidió presencia estatal.

En otro caso la inepta burocracia bogotana ubicó el campamento a varios y difíciles kilómetros de todo sitio de agua potable, en un territorio cruzado por ríos. Es decir es una ineptitud bien estudiada. Y para rematar las provisiones que podrían activar la economía local de los sufridos campesinos y comerciantes lugareños, se trajo desde Bogotá sin refrigeración y descompuesta. Esto no es nada nuevo sino la misma barca atravesando el río y el mismo eterno son. Pero ¿Quién es el responsable de la logística, Doctor Pardo?

Estamos en el equivalente del fin de una suerte de Frente Nacional de diez y seis años de gobierno de un sector de la extrema derecha y otro de centro derecha, pero surgida de la primera. Y enfrentando una serie de escándalos por malversación de dineros públicos atribuidos a esos dos matices políticos, perpetuados a su vez por una violación a la Constitución que prohibía la reelección, sabiamente como se ha visto. 

Reficar y Odebrecht el mayor desfalco de la historia nacional. 

Más de media docena de gobernadores peculosos o paramilitares o ambos, sostenidos por el vicepresidente, ahora en campaña insultando o pegándole, sin más, a sus empleados y prometiendo la renovación y el cambio. Da la impresión de que la clase dirigente, o dominante, está preparando su propio cadalso. Quizás sus errores, por primera vez, van a superar la tendencia caníbal de la izquierda. O quizás el centro sea al fin la mejor alternativa.